Fugitivos parte - 2

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Luis Mackpato estaba recostado contra la pared de la cueva, Rosita dormida entre sus brazos. Se habían besado un rato (o tal vez mucho) y luego ella había cerrado los ojos, igual que un niño en un coche, se había quedado profundamente dormida.

"Que vigilante tan competente"

Acercó su rostro hacia la frente de ella y presionó sus labios en su piel. Ella arrugó la frente y enterró la nariz fría en el pecho de él - el trillizo casi resopló, Rosita se enfadaba con él hasta dormida - un tiritón le envolvió el cuerpo y Luis con su pierna libre arrastró un poco de leña y la echó al fuego.

Uf. Moverse de esa forma era un verdadero reto.

Echó la cabeza hacia atrás deseando no sentir el brazo demasiado acalambrado y parpadeó mirando el techo de la cueva.

Así era, mirando. Había comenzado viendo manchas pero no había querido decir nada por si se lo estaba imaginando. Después había sentido pinchazos tras los ojos y finalmente había comenzado a ver en gris. Todo era gris oscuro, gris grisáceo, gris gris, gris claro, gris tenue, Luis ni siquiera sabía que existieran tantos tipos de Gris. Y la verdad ni siquiera le importaba ver en gris, lo importante es que ya veía, y lo que lo preocupaba era que tal vez deberían haberlo dejado en ese tubo ¿Sacarlo antes de esa tortura le habría impedido ver en 4K? Porque tal vez podría usar sus ahorros para comprar su propio tubo e instalarlo en casa.

Sus ojos rodaron de nuevo hacia Rosita dormida.

Te cortaste el pelo... - Con la punta de sus dedos tocó las puntas desiguales, parecía que lo había hecho con una navaja y nada de cuidado. Sí... le quedaba bien así. Rebelde y rara, como siempre.

Y pues... no estaba seguro todavía si despertarla y darle las buenas nuevas ya que... se había dormido hace rato, lucía muy, muy, muy excesivamente cansada y... Luis no estaba seguro de si ella le golpearía por ahora si poder verla sin ropa. Lo que no entendía ya que llevaba esa ropa de hacer ejercicio que usaban todas las chicas y eso no contaba como estar casi desnuda.

Luis volvió a afirmar la cabeza en la parte trasera de la cueva y miró hacia fuera... ya casi amanecía, dejaría dormir a Rosita unos minutos más y lo que sucediera después.

......................

Rosita sentía frío y algo duro se le estaba clavando en las costillas. Con molestia se sentó a duras penas y apartó la rama en la que se había... Sobresaltada miró de un lado al otro ¿Qué acaso Luis no estaba con...? Sus ojos quedaron fijos en la entrada de la cueva pero no pudo hablar.

Luis estaba de pie en la entrada con el rostro viendo hacia fuera. Desde donde ella estaba solo podía verle la espalda y eso le calentó las mejillas. Con dieciséis años el trillizo verde tenía todavía un cuerpo lobuno propio de la adolescencia y brillaba... no brillaba porque fuese majestuosamente guapo sino que brillaba porque era majestuosamente raro (También estaba bajo los rayos del sol)

Algo así como conseguir un peluche de esas máquinas de las cuales colgaba una garra que siempre estaban muy arregladas. Raro.

Rosita: (poniéndose de pie) Holaa

Él ni siquiera volteó a verla.

Rosita: ¿Cuánto tiempo llevas despierto?

Luis: (todavía viendo hacia fuera) Un rato... ¿dormiste bien?

Rosita: (haciendo una mueca) No debería haberme dormido... - pero había estado agotada.

Luis se giró con una amplia sonrisa.

Luis: Fue inevitable. Ahora... ¿quieres comer?

Rosita: (poniéndose su camiseta por sobre la cabeza) Sería genial, pero esta zona solo guarda arbustos con bayas venenosas y unas cuantas víboras.

Loubby o Pacosita - "Me gustas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora