Loubby o Pacosita - "Me gustas"

"¿Un intruso?"

Agua. Un gran tubo de cristal y luces parpadeantes por todas partes. La chica estaba en el centro conectada a un gran respirador. Había despertado e intentaba quitarse la mascarilla. No lo lograría, estaba atornillada a un casco en su cabeza. Nunca podría liberarse.

Al sentirse observada detuvo su lucha y observó a través del cristal a quien llevaba viéndola todo el tiempo, los puños pegados a los costados. Sus ojos tan celestes como los de...

Rosita ahogó un grito cuando golpeó el piso helado. Abrió los ojos sintiendo un entumecimiento recorrerle todo el cuerpo.

No podía ser cierto... - con pesar se sentó sobre las baldosas y limpió su rostro. Soltó un suspiro. Otra pesadilla.

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Rosita abrió el refrigerador y sacó una lata de soda (una de las de Luis que específicamente ponía "no te la bebas Paco 😤" "Y tú tampoco Rosita 🤨") Rosita había aprendido a ignorar las notas y a hacer su voluntad debido que el trillizo verde le había engañado ya tres veces para lavar los trastes y hacer sus tareas. Rosita se había sentido muy tonta cuando Hugo le había explicado que no existía nada como un día para consentir a los menores y que cumplían años en octubre, y ni hablar de los niños de Luis, la organización que Luis había jurado se llevaba toda su mesada y por eso Rosita debía pagar pizzas y lo que decidieran comer cuando los otros dos no se encontraban en casa. En conclusión, era fácil guardarle rencor.

Y pues, de todas formas le había encerrado en un armario toda una tarde con el aire acondicionado en frío máximo.

La chica hizo una mueca moviendo sus dedos de los pies contra las baldosas de la cocina. Hacía frío y había olvidado sus pantuflas. Rayos.

Todavía bebiendo de su lata subió por las escaleras dirigiéndose a su cuarto cuando descubrió una extraña sombra que se había ocultado por el ala que llevaba al cuarto de los chicos. Rosita inclinó la cabeza ¿Los chicos estaban despiertos a las cuatro de la mañana? No. Hugo tenía su sueño muy programado, según su agenda detallada Hugo comenzaría a despertar a las seis y cuarenta minutos. Luis no despertaría en plena noche, ya costaba despertarlo de día y Paco... bueno Paco había estado haciendo los ejercicios de Rosita para su entrenamiento como espía y había quedado muerto, el chico azul había vomitado en el campo de golf de su tío, justo en el hoyo del molino de viento.

Dejó la lata en un mueble y se dirigió hacia allí en el mayor silencio que pudo. Se pegó a la pared y observó hacia la esquina justo cuando una persona enmascarada le miró de golpe.

Rosita: Q-ue...

No alcanzó a decir más y esquivó el golpe que el intruso le lanzó, el segundo también alcanzó a evitarlo pero el tercero – que fue una dolorosa patada – le llegó directo al estómago y con un uf cayó al piso de rodillas. No tuvo tiempo de recomponerse cuando el intruso...Intrusa, lucía como una chica. Se lanzó hacia Rosita y ambas comenzaron una pequeña pelea que hizo que la chica de rosa jadeara y sus músculos protestaran.

Rosita: (con los puños en alto y gritando en voz baja) ¡¿Quién eres?! ¡¿Y qué haces aquí?!

Ambas comenzaron a hacer un círculo con el mismo movimiento como si fuesen un reflejo. Rosita notó que eran del mismo tamaño y casi tenían la misma contextura. La intrusa no hizo nada más que volver a atacar cada vez más bruta y salvaje, Rosita se defendió como pudo golpeando con todo el entrenamiento que conocía.

No fue suficiente y cayó al suelo como una principiante varias veces. Justo cuando la intrusa iba a huir Rosita la tomó desde las botas y la lanzó al suelo trepándose sobre ella y pegándole en el rostro varias veces, la intrusa la sujetó del cuello e intentó ahorcarla para luego otra vez darle una patada y arrojarla lejos. Rosita dio vueltas en el suelo y se paró de prisa al ver que la intrusa corría por el corredor y se metía al único cuarto donde podía haber algo de valor – por lo menos para ella – Ya con la puerta abierta, Rosita entró al cuarto de los chicos trastrabillando y notando que todo seguía a oscuras y en silencio. Miró hacia el balcón donde la intrusa le miró una última vez y se lanzó hacia la noche desapareciendo.