Abro los ojos con dificultad y una habitación que no es la mía me recibe.
Al tratar de incorporarme, siento un gran dolor en la parte derecha del abdomen y tengo que tumbarme de nuevo.
—Ya ha despertado— escucho una voz a unos metros de la cama, haciendo que me sobresalte.
Un chico que parece un par de años mayor que yo empieza a acercarse a mí.
Sin saber por qué, toca mi frente y sonríe.
—¿Qué ha pasado?— intento preguntar, pero tengo la garganta tan seca que de mis labios apenas sale un susurro entrecortado.
—Lo primero es darle algo de comer y de beber. Lleva horas durmiendo— dice antes de dar media vuelta y salir de allí.
Al poco tiempo, vuelve con una bandeja en la que lleva un plato y un vaso de agua.
Lo deja en la mesita que hay al lado de la cama y me ayuda a sentarme, no con facilidad por mi parte, para que pueda comer.
Tras poner la bandeja en mis piernas, retrocede y se sienta en un sillón que hay a unos metros de la cama.
—Pasará la noche aquí— dice cuando casi he vaciado el plato— Ya hemos avisado a su familia de que no ha sido tan grave como pensábamos en un principio.
Dejo los cubiertos a un lado y le hago una seña para que retire la bandeja.
—Gracias... Eh...
—Oliver— contesta sonriendo.
—Oliver— repito imitando su gesto.— ¿Pero no podríamos volver hoy al Castillo? Seguro que mi hermana y mi madre están muy preocupadas por mí.
—Todavía está débil, Alteza. Prefiero asegurarme de que se encuentra con fuerzas antes de que regrese.
Suelto un suspiro y se acerca de nuevo a mí para ayudar a que me tumbe.
—Le prometo que partiremos mañana al amanecer, ¿de acuerdo?— dice mientras se asegura de que estoy bien tapada con las mantas.
Asiento con la cabeza y veo cómo sonríe sin dejar de mirarme de la misma forma que hago yo con Rose.
Al notar que yo también tengo los ojos en él, aparta la vista y veo que sus mejillas se tornan de un color rosado; no puedo evitar soltar una pequeña risa.
De pronto nos vemos envueltos en un silencio algo incómodo pero en el que ninguno deja de mirar al otro.
Solo un ruido fuera de la casa, cercano, hace que rompamos la conexión.
Oliver se levanta con rapidez y se acerca a la ventana para comprobar qué ha pasado.
—Los reyes— le escucho susurrar.
Frunzo el ceño.
Mientras él se dirige a la puerta de entrada para permitirles pasar, yo intento incorporarme y mostrarme lo más presentable posible.
Escucho unos pies correr hacia ésta habitación y no me hace falta adivinar de quién se trata.
—¡Emily!— grita al verme, subiéndose a la cama y abrazándome como si lleváramos meses sin vernos cuando solo han pasado unas horas— Estás bien, ¿verdad?
Sonrío mientras la aprieto un poco más contra mí.
De reojo veo a mi madre acercarse a nosotras y a mi padre detenerse en el umbral.
Ésta me da un beso en la cabeza y posa su mano en la espalda de Rose.
—Me alegra que no te haya pasado nada grave— dice sonriendo.
De nuevo, el silencio invade la habitación hasta que, ésta vez, es mi padre quien lo rompe.
Carraspea y da unos pasos hacia delante antes de hablar.
—Ahora que hemos comprobado que no ha sucedido ninguna tragedia, debemos volver al Castillo cuanto antes.
Las tres nos miramos y Rose se aparta para que mi madre me ayude a levantarme.
Con cuidado y muy despacio, salimos de la casa y subimos al carruaje.
Mientras éste se aleja, miro hacia atrás y veo a Oliver parado en la puerta diciéndome adiós con la mano; le devuelvo el gesto y de nuevo dirijo la vista al frente.
Suspiro sabiendo que mis pocas horas de libertad se han terminado.
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Once upon a Princess (Reales I)
De Todo*Historia sin corregir* Érase una vez una Princesa... Que luchaba para que las cosas fueran bien.