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—Así que aquí es dónde viene cuando desaparece por horas— escucho la voz del  Príncipe Alan al salir de casa de Oliver, haciéndome dar un salto en el sitio del susto.
—¿Qué hace aquí?— pregunto girándome hacia él.
Éste se acerca a mí y su sonrisa se ensancha.
—El Rey me pidió que cuidara de Usted, y no puedo faltar a esa promesa— intenta tomar mi mano para besarla pero la escondo tras de mí y con la otra sujeto la falda de mi vestido para alejarme de él lo más rápido posible.
Pero apenas puedo dar un paso cuando su mano se aferra a mi brazo.
—No veo correcto que tenga un amante antes de que nos casemos— susurra en mi oído con furia apretando el agarre y provocando que esboce una mueca de dolor.
Me zafo de él y me alejo unos pasos, pero no digo nada al respecto.
—Emily— veo a Oliver acercarse a nosotros y por un momento mi respiración se corta. Porque ésto no puede acabar bien.
Alan se gira hacia él y el chico se detiene en seco.
—Alteza— dice haciendo una pequeña reverencia— ¿Qué le trae por aquí?
Escucho a Alan reír y se acerca a él.
—Déjese de formalidades, campesino— enfatiza esa palabra haciéndome fruncir el ceño y camino hasta quedar a un lado de ambos.
—¿Qué le trae por aquí?— vuelve a preguntar con una seriedad que empieza a asustarme.
Alan ríe de nuevo y pasa la mirada entre él y yo.
Se acerca a mí y toma mi mano con una sonrisa que me produce escalofríos.
—No debería de jugar con la plebe, Princesa— dice antes de acercame a él y besarme.
Intento soltarme pero me agarra con fuerza por las caderas haciendo que quede pegada a su cuerpo. Casi no puedo respirar y siento algunas lágrimas resbalar por mis mejillas.
No pasan más de unos segundos antes de que Oliver se acerque y me separe de él, dejándome a unos metros para que pueda recuperarme.
—La Princesa es libre de elegir con quién quiere estar a pesar de que sus estúpidas leyes dicten lo contrario— le escucho decir de forma amenazante.
Trato de llamar su atención para que no haga ninguna locura pero no soy capaz de pronunciar palabra.
Me siento impotente ante la escena de Alan y Oliver discutiendo acaloradamente y cierro los ojos para calmarme y pensar qué puedo hacer.
De pronto una pequeña ráfaga de viento pasa por nosotros, haciéndose más potente al llegar a los chicos provocando que se separen de inmediato y llevando a cada uno a varios metros del otro.
Me acerco a Oliver con rapidez y le abrazo con todas mis fuerzas.
—Será mejor que volvamos al Castillos, Princesa— dice Alan llegando hasta mí— Debo reunirme con su padre y ya hemos perdido demasiado tiempo aquí.
Me niego a mirarle apoyando la frente en el pecho de Oliver y éste acaricia mi cabeza con suavidad, besándola por unos segundos antes de apartarme para que le mire.
No dice nada pero esboza una sonrisa y es lo único que necesito antes de asentir y darle un pequeño beso en los labios para separarme de él y volver con el Príncipe al Castillo.
No paso desapercibida la mirada de odio que se dedican mientras nos alejamos hacia al carruaje.






Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora