56

0 0 0
                                    

Caminamos en silencio hasta llegar a la planta baja.
—Tú primero— dice mi padre sujetando la puerta para dejarme pasar.
Accedo al interior pero que quedo a unos metros de ésta.
—¿Qué pasa?— pregunto cuando cierra tras de sí y avanza hacia su escritorio.
Permanece callado por varios segundos antes de mirarme y empezar a acercarse a mí.
No dice nada pero extiende su brazo hacía mí y un escalofrío involuntario me recorre.
Mi padre sostiene mi tiara entre sus manos.
—Me haría muy feliz que volvieses a hacerte cargo de tus responsabilidades como Princesa— dice sonriendo.
Ni siquiera pienso la respuesta.
—No.
Éste frunce el ceño y deja la tiara sobre la mesa antes de girarse de nuevo hacia mí.
—Entiendo que he sido un padre horrible todos éstos años— intenta tomar mis manos pero las escondo a mi espalda— Pero, por favor, eres la legítima heredera. Eres necesaria para el pueblo y...
—Ambos sabemos que el pueblo estaría mejor si fuese yo quien gobernase— le interrumpo— Pero no es por eso por lo que no he aceptado.
Enarca una ceja esperando a que continúe y yo respiro hondo antes de hacerlo.
—Ya te lo dije una vez, papá. Estoy harta de que nos veas tan solo como si fuésemos los Títulos que llevamos— se acerca pero retrocedo de inmediato— Incluso ahora, tratando de disculparte, solo ves en mí a la Princesa, no a tu hija.
El silencio se cierne sobre nosotros y mi padre suspira.
—Lo siento, pero no puedo aceptar.
No dejo que conteste y salgo de allí lo más deprisa que puedo para buscar a Oliver.
Lo encuentro unos minutos después, con Rose en el jardín, y sonrío antes de acercarme.
—¿Qué quería papá?— pregunta la pequeña posando sus ojos en mí y haciendo que Oliver también lo haga.
Niego con la cabeza y me siento a su lado.
—Creo que mamá te estaba buscando— le digo dejando un pequeño beso en su frente.
Mi hermana me abraza y se levanta para ir al interior no sin antes despedirse de Oliver.
Me acerco a él y dejo que sus brazos me envuelvan, apoyando mi cabeza en su pecho y acompasando mi respiración a la suya.
—Déjame adivinar. Has sido tú quien ha renunciado.
Asiento y besa mi cabeza apretándome más contra él.
—Y no pienso aceptar hasta que no vea una familia en nosotros. Aunque eso signifique no hacerlo nunca.
—¿Entonces nos marchamos?
Le miro y me encojo de hombros.
Dejo que el latido de su corazón tranquilice mis pensamientos y termino por dormirme.

Acompaño a Oliver a su casa unas horas antes de cenar y me abrazo a él con fuerza sin querer despedirme.
—Puedes quedarte a dormir si quieres— dice con la cabeza apoyada en la mía.
—Gracias, pero es mi turno de invitarte.
Le noto sonreír y se separa para mirarme.
—¿Así funcionan las cosas?— pregunta riendo.
Me acerco y le beso con suavidad.
—No es justo que tú me invites dos veces seguidas y yo solo una. Además así compensamos el que siempre venga a pedirte consuelo.
Enrolla sus brazos en mi cuello y junta nuestras frentes cerrando los ojos.
No pasan más de unos segundos antes de que me bese con intensidad y sienta de nuevo las mariposas en el estómago, haciendo que nos dejemos llevar por nuestros sentimientos.
—Te quiero— susurra contra mis labios, deteniéndose.
—Vuelve al Castillo conmigo— digo sonriendo.
Oliver imita mi gesto y entrelaza nuestras manos antes de separarse.
—Lo que desee mi Princesa.

La cena transcurre en silencio, con Oliver sentado a mi lado y mi padre alternando la vista entre él y yo mientras comemos.
Tras un largo rato, por fin podemos levantarnos y cada uno volver a su habitación para descansar por hoy.
Llegamos a mi habitación y cierro la puerta tras de mí antes de acercarme al armario para coger un camisón.
—Iré a cambiarme y luego buscaremos algo para tí— le digo a Oliver besándole por unos segundos.
Sonríe y se sienta en mi cama a esperarme.
Cuando salgo unos minutos después, una de las doncellas se encuentra aquí con ropa doblado sobre sus manos.
—Su padre ordenó que trajera ésto para su invitado— dice extendiendo los brazos y me acerco para cogerlo.
—Gracias.
La chica hace una reverencia y se marcha.
—Que tenga buena noche— escucho decir a Oliver y ésta se gira para mirarle, sonriendo.
—Igualmente, señor. Usted también, Alteza.
Volvemos a quedarnos solos y Oliver quita la ropa de mis manos para ir a cambiarse también.
Me tumbo en la cama dispuesta a dormir y siento el colchón hundirse a mi lado unos minutos después. Me giro hacía él y le abrazo antes de que las luces se apaguen.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora