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Toda la gente del pueblo se encuentra en el salón de baile. Vuelvo a repasar con la mirada buscando a Oliver entre la multitud pero no puedo encontrarle antes de que uno de los mayordomos nos anuncien a mí y a mi familia.
Caminamos cada uno en su lugar; mis padres delante, seguidos de mí y de Rose hasta llegar al centro de la sala, donde el Príncipe Alan no tarda en unirse a nosotros, colocándose entre mis padres.
Espera unos segundos antes de dar un paso al frente para dirigirse hacia mí y arrodillarse, sacando de su chaqueta la pequeña caja que contiene el anillo.
Escucho alguna expresión de asombro mientras el Príncipe coloca la joya en mi dedo anular y se levanta para acercarme a él y besar mi mano.
Finjo una sonrisa y los aplausos, aunque son pocos, están cargados de emoción.
Acto seguido, da comienzo el baile donde ambos avanzamos y empezamos a dar vueltas, no muy pegados al otro, por el enorme círculo que han formado los presentes a nuestro alrededor.
Tras varios minutos, ya cansada y aburrida, me separo de él y me dirijo a la parte donde está la comida y la bebida.
-Disculpe, Alteza- escucho una voz a mi espalda que conozco muy bien y sonrío.
Me giro hacia Oliver y contengo mis ganas de abrazarlo y besarlo aquí mismo.
-¿Me haría el honor de concederme un baile?- pregunta con una pequeña reverencia sin dejar de sonreír.
Dejo el vaso de nuevo en la mesa y estiro mi mano para coger la suya y, ésta vez, camuflarnos entre la multitud que ya se encuentra bailando.
Al juntar nuestras manos en el aire mi vista se dirige hacia el anillo y me paralizo, por lo que Oliver no duda en posar esa mano tras su espalda y hacer que juntemos la contraria.
-No dejo de pensar que ésto es un mal sueño y que mañana despertaré sabiendo que podemos estar juntos- digo con la vista fija en nuestros pies.
Mi acompañante permanece en silencio y sigue guiando nuestros pasos.
-¿Te parece si salimos a caminar?- pregunta cuando la música se ha detenido.
Asiento y avanzamos hacia el exterior.
Volvemos a quedarnos en silencio y solo cuando estamos lo bastante lejos de la sala y, por tanto, de las miradas de la gente, abrazo a Oliver con fuerza y él empieza a besarme con ansia.
-¿Qué te pasa?- interrumpe el beso unos minutos después y soy consciente de que estoy llorando.
No contesto de inmediato y me envuelve entre sus brazos.
-Pensaba que quería éste baile para poder vernos una última vez y hacerme a la idea- sollozo contra su pecho- Pero no estoy lista, Oliver. No lo estoy para casarme ni para alejarme de tí.
Éste sólo acaricia mi cabello y me acuna con suavidad, haciendo que vuelva a mi infancia.
Muy despacio, nos hace caminar hasta sentarnos en un banco y me deja desahogarme por completo.
-Ven- dice cuando estoy un poco más calmada, tomando de nuevo mi mano.
Llegamos a una parte del jardín donde solo hay una explanada y se tumba en la hierba. Yo me siento a su lado y abrazo mis rodillas.
-Mira hacia arriba- susurra.
Alzo la vista y un millón de estrellas inundan el firmamento, haciéndome sonreír.
Siento un brazo alrededor de mi hombro y me apoyo en él sin apartar la mirada del cielo.
-Quiero irme, Oliver- digo cuando parece que ha pasado una eternidad.
Él me mira pero no dice nada y solo se levanta para deshacer nuestros pasos, pero le agarro y hago que vuelva a quedar junto a mí.
-Irme a un sitio donde podamos estar juntos sin que nadie nos lo impida- explico.
-Pero no podemos hacer eso- dice acercándose- Piensa en tu familia; en tu madre y tu hermana. En tu reino.
Niego con la cabeza y apoyo mi frente en la suya cerrando los ojos y sintiendo de nuevo las lágrimas recorrer mis mejillas.
Oliver vuelve a abrazarme y me tranquiliza de la misma forma que hace un rato.
—Escucha— susurra besando mi cabeza— Solo es que no quiero que te precipites en algo de lo que puede que te arrepientas. ¿No deberíamos primero esperar a ver cómo avanzan las cosas y luego tomar una decisión?
Alzo la vista para mirarle.
—¿Esperar a que el Príncipe Alan consiga ser mi consorte? ¿A que mi padre siga reinando sin que podamos hacer nada hasta que decida abdicar, cosa que seguramente no hará hasta su lecho de muerte?
Le escucho reír y sonrío un poco.
Vuelve a tumbarse en la hierba y ésta vez lo hago con él.
—Hagamos un trato— le miro y espera unos segundos para continuar— Esperemos a después de la boda y, si todavía sigues con la idea de irnos, lo haremos, ¿te parece?
Lo pienso por unos segundos.
—Trato hecho.
Ambos sonreímos y sellamos el acuerdo con un beso.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora