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No dejo que Alan se acerque a mí en toda la vuelta a casa y, una vez llegamos, no dudo en ir a ver a mi padre.
—Quiero anular el matrimonio con el Príncipe Alan— digo entrando a su despacho sin llamar a la puerta.
Éste me mira pero permanece en silencio por unos segundos.
—Eso no va a ser posible— contesta sonriendo y acomodándose en su silla.
Me cruzo de brazos y frunzo el ceño.
—Es mi vida, creo que en éste aspecto merezco decidir...
—El Príncipe y yo firmamos un contrato— me interrumpe levantándose— Os casáis dentro de seis semanas.
Quiero gritar, patalear y enfadarme como cuando era pequeña; pero no puedo. Ninguno de mis músculos parece responder y tengo que hacer uso de todas mis fuerzas para salir de allí.
Me siento ahogarme y corro por los pasillos hasta salir al exterior, dónde no me detengo hasta llegar a los establos para, de nuevo, volver al pueblo junto a Oliver.
Obligo al caballo galopar lo más rápido posible mientras las lágrimas me nublan la visión, pero consigo llegar hasta mi destino sin sufrir más daños.
Lo ato al mismo poste y llamo a la puerta con todas mis fuerzas pero sintiéndome cada vez más débil.
Caigo al suelo cuando está se abre, encogida sobre mí misma, y Oliver se acuclilla a mi lado. Y yo no tengo que explicar nada que me abrace con fuerza y me ayude a pasar al interior.
—Seis semanas— digo entre sollozos mientras el chico me sienta y luego se coloca a mi lado para seguir abrazándome el tiempo que haga falta.
—Encontraremos una solución hasta entonces— dice susurrando y besando mi cabeza— Aún queda bastante para ello y tendremos tiempo para pensar y...
—¡NO!— grito separándome de él— ¡Por mucho que encontremos una solución ni mi padre ni el Príncipe cancelarán la boda! Porque ellos mandan y yo sólo obedezco. Y siempre será así.
Las lágrimas siguen resbalando por mis mejillas y abrazo con fuerza mis piernas en un intento por deshacerme de ellas.
Oliver pasa un brazo por mi hombro para acercame a él sin que tenga que cambiar mi postura.
—Quizás deberías desvelar a tu familia nuestra relación— dice de repente— Así tu padre vería...
—No, él solo te culpará por entometerte en sus planes— le interrumpo.
Agarra mi barbilla con suavidad y la levanta para que pueda mirarle a los ojos. Observo que sonríe y se acerca a mis labios para besarme por unos segundos.
—Podría vivir con eso, Emily— susurra aún sobre ellos y apoya su frente en la mía, separándolos— Pero lo que no quiero es ver cómo sigues sufriendo por algo que no has elegido ser.
Le abrazo de nuevo con fuerza y nos besamos hasta que hemos quedado saciados del otro.
—Ojalá pudieses venir conmigo al Castillo— digo unos minutos después, levantado la cabeza para mirarle— Tiene que ser aburrido estar siempre solo con tus padres de viaje.
Me acerca más a él mientras ríe y yo me acomodo sobre su pecho.
—Bueno, a veces sí, pero si estuvieran aquí siempre no podríamos estar tanto juntos— besa mi cabeza con suavidad y sonrío cerrando los ojos— Y mi madre te haría preguntas y sería un tanto incómodo.
Ambos reímos y nos volvemos a quedar en un silencio infinito donde no nos hace falta más que el otro.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora