No he visto a mi padre en toda la semana porque ha permanecido encerrado en despacho cada día.
Por eso, cuando por la mañana le veo avanzado hacia su ahora rutina, me acerco a él y agarro su brazo con fuerza.
—¿Puedes dejar de controlar mi vida aunque solo sea un segundo?
Éste se gira hacia mí sin ninguna expresión en su rostro.
—Eso sería un poco estúpido, ¿no crees? — intenta bromear, pero la seriedad de su voz no ayuda mucho.
Frunzo el ceño y aprieto el agarre, aunque mi padre parece ajeno a él.
—No he aceptado casarme con el Príncipe Alan y no pienso hacerlo; ni ahora ni nunca. Así que deja de creer que tienes el poder sobre todo lo que te rodea.
Suelto su brazo con brusquedad y me giro para marcharme, pero ahora es él quien me retiene.
—Escúchame, niña desagradecida— susurra enfado cerca de mi oído— Vas a hacer lo que yo diga y no me importa lo que quieras o no, es tu obligación como Princesa.
Suelto una risa antes de contestar.
—Deberías empezar a buscar otros argumentos para rebatir tus ideas.
Sin dejar que diga nada más, me suelto y me alejo de allí lo más rápido que puedo. Ya estoy cansada de su constante presión hacia mi título pero, por una parte, tiene razón en lo que respecta a mis obligaciones hacia él.
Una idea se cruza en mi cabeza y acelero el paso hasta llegar al exterior, a la parte donde se encuentran los carruajes.
—Necesito que me lleve al reino de Wraegia, por favor. Es urgente— le digo a un cochero.
Éste asiente sin hacer preguntas y sube a la parte delantera.
Antes de ocupar mi asiento, me acerco a una de las criadas para que informe a mis padres de mi larga ausencia durante las siguientes horas.El Castillo del Príncipe es aún mayor que el nuestro, y eso es decir mucho.
Después de ser anunciada, espero en el salón del trono.
—Princesa Emily— escucho a Alan tras mi espalda unos minutos después— No esperaba verla hasta dentro de unos meses.
Me acerco a él y dejo que bese mi mano.
—He venido por un asunto importante— respiro hondo antes de decirlo— Necesito pedirte un gran favor.
Éste me mira por unos segundos y termina sonriendo.
—Claro, vayamos a un sitio más privado— dice ofreciéndome su brazo, el cual acepto a regañadientes.
Tras unos minutos paseando, llegamos a una sala donde tan solo se encuentran dos sillones y una mesa de té en medio de éstos.
—Por favor, toma asiento— me pide con un gesto de la mano.
Avanzo hacia uno de los sillones mientras busco en mi cabeza las palabras adecuadas para iniciar la conversación.
Tomo aire de nuevo para empezar a hablar, directa al grano.
—Me preguntaba si, aunque cancelemos nuestro matrimonio, podrías seguir ayudando a mi reino económicamente.
Alan alza una ceja.
—¿Te refieres a una alianza comercial?
Asiento levemente y le mantengo la mirada, asustada por como pueda reaccionar.
Tras unos minutos que parecen eternos, suspira y toma una de mis manos.
—Escucha, tu padre me habló de la situación de vuestro pueblo y por eso acordó la alianza entre nosotros. ¿No crees que la romperá si no nos casamos?
Aprieto los labios, no había pensado en esa posibilidad; y quizás por eso insiste tanto en que me comprometa con él.
—Por eso he venido. Necesito que seas tú quien pida romper el matrimonio pero darnos esa alianza, por favor— casi suplico.
Alan sonríe y se acerca para apoyar su frente en la mía, pero yo me aparto de inmediato.
—Lo siento— susurra y carraspea antes de levantarse— Veré lo que puedo hacer, pero no puedo prometerte nada.
Niego con la cabeza sonriendo.
—Con que lo intentes es suficiente.
Me levanto también y hago una pequeña reverencia.
—Muchas gracias por recibirme, Príncipe Alan. Ahora será mejor que me vaya, pero podemos volver a vernos cuando quiera.
—Será un placer— dice sonriendo y haciendo también una reverencia.
De nuevo me ofrece su brazo para acompañarme a la salida.
—Alan— escucho una voz gruesa a nuestras espaldas.
Ambos nos giramos y puedo observar como el rostro del señor palidece.
—Padre, no esperaba verlo hoy— dice acercándose a él.
—He terminado antes de lo que pensaba. ¿Quién es la joven que te acompaña?— pregunta mirándome y casi puedo jurar que su voz ha temblado al decirlo.
Alan se acerca a mí.
—Ella es la Princesa Emily de Drealux— me presenta y hago una reverencia como manda el protocolo.
El Rey solo asiente con la cabeza.
—¿A qué se debe su visita, Alteza?
Miro a Alan esperando que responda por mí, cosa que hace de inmediato.
—Teníamos unos asuntos que tratar, pero ya está solucionado.
—Bien.
El silencio se cierne sobre nosotros hasta que Alan carraspea antes de volver a hablar.
—La Princesa debe marcharse, padre— dice al ver que no ha dejado de observarme en todo el tiempo.
El hombre sonríe levemente y asiente.
—Entonces esperamos con gusto que de nuevo nos visite, Princesa— contesta agarrando mi mano para besarla y, al tocarle, un escalofrío me recorre el cuerpo.
De pronto me siento mareada y sin fuerzas para caminar. Y lo último que recuerdo son los brazos de Alan sobre mí.
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Once upon a Princess (Reales I)
Losowe*Historia sin corregir* Érase una vez una Princesa... Que luchaba para que las cosas fueran bien.