53

0 0 0
                                    

Despierto pero el dolor de cabeza me hace cerrar los ojos de nuevo.
Espero unos minutos para volver a intentarlo y ésta vez consigo incorporarme un poco, aunque aún me siento débil.
Observo a mi alrededor y, a pesar de saber que estoy en el Castillo, la estancia ante mí no se parece a ninguna otra en la que haya pasado mi tiempo.
Al incorporarme por completo me doy cuenta de que no estoy tumbada sobre un colchón, si no sobre una tabla de madera. Y entonces caigo de que son las mazmorras.
Escucho un sonido tras la puerta cerrada y dirijo mi vista hacia allí.
Me levanto como puedo y me acerco a ella para encontrarme con unos ojos marrones.
-Tranquila, Princesa- reconozco la voz del Príncipe Alan y por un momento me tranquilizo.
-¿Qué ha pasado?- pregunto con la voz ronca- ¿Qué hago aquí?
-No debo hablar con Usted, Alteza. Lo siento- dice antes de marcharse.
-¡No!- grito empujando la puerta- ¡Espera, no te vayas! ¡Vuelve aquí!
Chillo con todas mis fuerzas pero el chico ya está lo bastante lejos como para no escucharme.
Me agarro a los barrotes y tiro de ellos para tratar de romperlos, pero es inútil.
Intento de mil maneras salir de aquí solo consiguiendo cansarme más.
Tras el último esfuerzo, me apoyo en la puerta y me deslizo hasta llegar al suelo, donde abrazo mis piernas y me apoyo en ellas sin dejar de llorar.
Mi colgante empieza a brillar unos segundos después y me siento con fuerzas de nuevo.
Me levanto y sacudo mi vestido para volver a intentarlo. Extiendo la mano y, sin siquiera llegar a tocar la madera, una luz se extiende por ella y empiezan a formarse pequeñas grietas que terminan rompiéndola.
Salgo deprisa de allí y subo las escaleras para llegar al piso principal.
Camino por los pasillos pensando en dónde puede estar mi familia o cualquier persona que vive aquí, pero no se me ocurre ningún sitio aparte de las mazmorras; lugar descartado ya que les habría escuchado al estar allí.
-¡Emily!- me giro hacia la voz y Oliver corre hacia mí, haciendo yo lo mismo.
Nos abrazamos con fuerza durante varios segundos y luego me besa unos cuantos más.
-¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien? El Príncipe me dijo que te habías desmayado.
-Sí. Sí. No- contesto en orden sus preguntas con una pequeña risa.
-¿Y entonces dónde...?
-Me llevaron a las mazmorras, pero no sé por qué.
Oliver alza una ceja.
-¿Llevaron?
Asiento y tomo sus manos.
-El Príncipe Alan y su padre.
Sus ojos se abren de la sorpresa al escuchar su nombre.
No dice nada y vuelve a abrazarme aún con una de nuestras manos entrelazadas.
-¿Tienes idea de dónde puede estar tú familia?- pregunta con la cabeza apoyada en la mía- He intentado buscarles, pero solo ésta planta ya es demasiado grande como para saber dónde he mirado y dónde no- ríe y su pecho vibra sobre mí.
-Tú también crees que no han salido a buscarme- confirmo.
Asiente y besa mi cabeza.
-Sí, sobre todo porque me dijiste que tu padre te ha desterrado- ignoro el sabor amargo que me produce esa palabra- No le veo preocupándose por tí de repente y sin ningún motivo que le beneficie.
Me sorprende lo mucho que ha llegado a conocerle en tan poco tiempo.
Alzo la cabeza para mirarle y le beso con suavidad.
-¿Dónde más crees que podemos buscar?- pregunta retomando el tema.
Lo pienso por unos segundos sin separarme de él.
-Podríamos mirar en las habitaciones, pero no suelen acudir a ellas nunca hasta la hora de dormir.
Oliver suelta un suspiro pesado.
-¿Entonces dónde...
-Yo sé dónde están- nos giramos y vemos al Príncipe Alan a unos metros de nosotros.
-¿Por qué íbamos a fiarnos de tí después de lo que has hecho?- dice Oliver dando un paso hacia él.
-Solo sigo órdenes, es lo que hacemos aquí. ¿Verdad, Emily?- me mira y bajo la vista sin contestar.
Estoy tan sumida en mis pensamientos que no soy capaz de centrarme en su conversación; no se me había ocurrido que el último ataque de odio de mi padre había sido una orden de destierro.
-Emily- la voz de Oliver me devuelve a la realidad y alzo la cabeza para mirarle.
Se acerca a mí y me abraza por unos segundos, pero le retengo de nuevo antes de que me suelte.
-No quiero verle- sollozo contra su pecho.
-Está bien- dice besando mi cabeza- Iremos a ver a tu hermana y a tu madre, seguro que ellas quieren verte tanto como tú.
-¿No pueden venir ellas?- pregunto separándome y mirando al Príncipe- En serio no quiero tener ningún contacto con mi padre.
El Príncipe hace una mueca y niega con la cabeza.
-Tan solo ignórale- susurra Oliver a mi oído posando su mano en mi espalda.
Respiro hondo y asiento antes de empezar a caminar, con el Príncipe guiándonos a unos metros.
Tardamos unos minutos en llegar a la parte más alta del Castillo y empiezo a sentirme mal de nuevo.
Me agarro a Oliver con fuerza al sentirme desfallecer y éste detiene su paso al instante para sujetarme.
-Tranquila- dice mientras nos sienta a ambos en el suelo.
-Vamos, Princesa, su familia la espera- escucho gritar al Príncipe a lo lejos y Oliver le lanza una mirada llena de odio.
-No- hablo antes de que sea él quien lo haga- Tiene razón, tenemos que ir a ayudarles.
Trato de levantarme pero mis esfuerzos son inútiles.
-Emily, no puedes ir. No en éste estado.
Me envuelve entre sus brazos y su respiración calmada me tranquiliza poco a poco.
—No podemos esperar más— digo tratando de incorporarme otra vez— Debemos de ir a ayudarles ahora.
Consigo levantarme y, aún mareada, avanzo hacia delante.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora