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El pueblo está peor que la última vez que vine.
Mientras camino por las calles en busca de un lugar concurrido, observo algunos cuerpos en el suelo que, si bien no han sido comidos por las ratas, se encuentran es estado de descomposición.
No veo la hora en la que me proclame Reina y pueda cambiar toda ésta situación.
Cuando he avanzado unos pocos metros, escucho varios pasos detrás de mí. No debería de preocuparme, ya que seguramente solo vayan en la misma dirección que yo, pero lo hago porque en ningún momento me adelantan. Les miro de reojo y veo a tres personas con el rostro cubierto y vestidas de negro de pies a la cabeza.
Otra figura me sorprende apareciendo delante de mí al llegar a una esquina.
-¿Qué hace una jovencita como tú paseando sola por estás calles?- pregunta al tiempo que las personas de mi espalda me rodean.
Desvío la mirada para no hacer contacto visual y aprieto las manos con fuerza contra la cesta.
Caminan hacia mí haciéndome retroceder hasta chocar con un muro.
-Pero si no es sólo una jovencita- dice uno de ellos agarrando la tela de mi capucha y echándola ligeramente hacia atrás- No está muy lejos de Palacio, Alteza- pregunta con burla y los demás se ríen.
-Si es la Princesa pagarán una buena suma por su rescate.
El aire me empieza a faltar y cierro los ojos con fuerza, esperando que todo sea una pesadilla y deseando despertar de nuevo en mi habitación.
No sé muy bien qué ocurre a continuación, pero empiezo a sentir una pequeña descargar por todo mi cuerpo y un leve mareo lo sigue segundos después.
Cuando vuelvo a abrir los ojos y consigo estabilizarme, soy consciente de que he vuelto al Castillo.
Dejo la cesta a un lado de mi cama antes de salir al pasillo, donde me encuentro a mi padre.
—Pensaba que habías desobedecido mis órdenes y habías ido al pueblo, otra vez— dice acercándose al verme.
Respiro hondo y cierro los puños alrededor de la tela de mi vestido.
—Si ya has terminado con esa cosa vuelve inmediatamente a tus obligaciones.
Me mira fijamente por unos segundos y luego sigue su camino, sin darme tiempo a contestar.
Espero a que se aleje lo suficiente como para ya no entrar en su campo de visión y vuelvo a pasar a mi cuarto para coger la cesta y llevarla a la cocina para que los alimentos aguanten el tiempo suficiente hasta que pueda volver a salir.
Camino de nuevo por el pasillo hasta llegar a la habitación donde se imparten nuestras lecciones y, al pasar, tanto los ojos del profesor como los de mi hermana se posan en mí. Yo solo avanzo y me coloco en mi lugar correspondiente para soportar dos aburridas horas de la clase de modales.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora