39

0 0 0
                                    

He fallado a la promesa de Rose de volver con ella y ahora mi madre se encuentra consolándola. Puedo verlas desde la ventana de mi habitación.
Abrazo con fuerza mis rodillas y cierro los ojos, quizás así deje de sentir un poco de dolor.
Respiro profundo y recordar la actitud de mi padre hacia Oliver sin siquiera conocerlo me confirma que yo tenía razón: no podemos hacer nada para cambiar nuestro futuro.
—Alteza, su madre ha ordenado que le traigamos algo de comer— me informa uno de los mayordomos del otro lado de la puerta.
La noche ha caído y no he salido de mi cuarto para nada.
—No tengo hambre— contesto lo bastante alto para que lo escuche, pero siento mi voz en un hilo.
—Como guste, Alteza. La dejaremos aquí por si cambia de opinión.
No diga nada y oigo como ambos, criada y mayordomo, se marchan.
De madrugada, tumbada en la cama sin poder dormir, solo hay una idea que ronda mi mente.
Me levanto y me cubro con la capa pero cuando voy a abrir la puerta para salir una voz en mi cabeza me dice que no lo haga. Que, al menos por la noche, deje descansar a Oliver de su tarea de consolarme cada que me encuentro mal.
Suspiro y vuelvo a sentarme en la cama porque sé que tiene razón; no debería ir con él siempre que estoy devastada.
Me tumbo de nuevo y me acurruco entre las mantas para intentar conciliar el sueño hasta que el sol salga en unas horas.
Las doncellas me despiertan y observo cómo una de ellas agarra mi capa y me mira, pero no dice nada y la guarda en el armario sin más.
—Alteza, el Príncipe ha pedido dar un paseo con Usted tras el desayuno. Así que no hace falta que ayude en nuestras tareas para que no llegue tarde a su cita— dice otra empezando a limpiar la habitación.
Asiento muy a mi pesar y me levanto para vestirme.
Llego al comedor unos minutos después y tanto el Príncipe Alan como mi padre sonríen al verme, algo que este último no ha dejado de hacer en los últimos días.
Ignoro sus miradas y me siento para tomar mi desayuno en silencio.

El paseo con el Príncipe se vuelve cada vez más incómodo ya que es el único que rompe el silencio.
—Sabe— me decido a hablar tras unos minutos— Éste momento sería más interesante si en lugar de caminar por los jardines lo hiciéramos por el pueblo.
—Sé lo que intenta, Princesa— dice riendo y me acerca más a él— Quiere ir allí para seguir jugando a los amantes con ese campesino.
Le miro por unos segundos y suspiro.
—No es eso. Le prometí a mi hermana que le compraría un collar ya que la última vez surgió un imprevisto— digo ignorando el recuerdo que viene a mi mente.
El Príncipe lo piensa por unos segundos pero termina aceptando, así que ambos caminamos hacia el carruaje; demasiado cerca, para mi gusto.
—Cogeremos el collar y volveremos enseguida. Tengo cosas que hacer y no puedo perder más tiempo— dice una vez dentro de éste.
Pongo los ojos en blanco pero asiento con una falsa sonrisa antes de decirle al cohero que podemos partir.













Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora