Un sudor frío me recorre el cuerpo y me incorporo de golpe en la oscuridad.
Una pesadilla, pero no del recuerdo que me ha acompañado desde el incidente.
Apoyo los pies en el suelo y me levanto con algo de pesadez en el cuerpo para dirigirme al asiento de alféizar y que la inmensidad de la noche me tranquilice.
Cierro los ojos de forma inconsciente y las imágenes de mi sueño vuelven a aparecer: un bebé llorando, unos padres asustados y una figura que se acerca a la pequeña para hacerle daño.
La realidad me invade de nuevo antes de que algo malo suceda.
Sin saber si seré capaz de volver a dormir y con miedo de intentarlo, busco una bata en mi armario para colocarla sobre mi cuerpo y salgo a los pasillos para pasear hasta que el alba aparezca en unas horas.
-¿Emily?- escucho una voz, más bien un susurro, a mi espalda.
Mi madre se acerca a mí y me envuelve en sus brazos sin que tenga que decirle nada.
-Qué te parece si vamos a la cocina y tomamos algo caliente juntas- pregunta acariciando mi cabeza y yo solo la miro sin despegarme de ella para asentir.
Aún entre sus brazos, caminamos hasta llegar a la estancia y no me suelta hasta asegurarse de que estoy bien sentada.
La observó sacar todo lo necesario para preparar las bebidas y no puedo entender por qué no es siempre así; por qué no ayuda a las sirvientas o hace cosas por su cuenta y no se deja manejar como si fuese una muñeca de trapo.
Esos pensamientos se alejan cuando una taza de chocolate se encuentra frente a mí.
Mi madre se sienta a mi lado y nos quedamos en silencio.
-¿Ocurre algo?- pregunto al notar que sus ojos están fijos en mi colgante.
Ella pestañea y me mira esbozando una sonrisa no tan sincera como acostumbran a ser.
-Me parece que voy a volver a la cama- dice una vez ha terminado su bebida.
Se acerca de nuevo a mí para darme un beso en la cabeza y me mira preguntándome si me voy a acostar o seguiré levantada.
-Creo que me quedaré despierta, me he desvelado- sonrío y ésta asiente antes de salir y dejarme sola en la cocina.
Espero unos segundos hasta que sus pasos se oyen en la lejanía y salgo al pasillo.
Con cuidado de hacer el menor ruido posible, voy hasta la biblioteca y los nervios de ser descubierta no me abandonan ni siquiera cuando estoy allí.
Cojo una de las velas que alumbran la estancia y me acerco a la estantería dónde se encuentra el libro vacío. El saber por qué mis padres lo guardan entre los demás es demasiado tentador.
Cuando diviso de nuevo la piedra del lomo, lo saco con cuidado y lo llevo a la mesa más próxima.
Al abrirlo mi sorpresa aumenta, pues las páginas que no contenían nada ahora están repletas de palabras.
—Deberías estar durmiendo— escucho, de nuevo, la voz de mi padre ésta vez a unos metros de mí— Sabes que por la noche se celebrará la fiesta para que elijas esposo y debes estar descansada para entonces.
Cierro el libro y aprieto mis manos en él con todas mis fuerzas.
—¿Y si yo no quiero hacerlo?— contestó dejándolo en su sitio sin mirar a mi padre.
Escucho cómo suspira y se acerca un poco más.
—No es lo que tú quieras, es lo que debes hacer por el bien de tu reino.
—El reino estaría mucho mejor si dejases de pensar siempre en tí— susurro con enfado.
—Sabes que lo necesitamos, así que deja de decir estupideces y ve a acostarte ahora mismo.
Lo miro frunciendo el ceño y doy un paso atrás.
—Dices que necesitamos la alianza de algún otro reino para sacar adelante el nuestro, pero veo cómo aún sabiendo que la gente del pueblo se muere de hambre no haces nada para evitarlo y sin embargo tenemos dinero para dar grandes fiestas. Hay algo ahí que no me cuadra, ¿no le parece, majestad?
Sin darle tiempo a responder, hago una reverencia y salgo a prisa de la sala antes de que descargue su ira contra mí.
Me apresuro para volver a mi habitación y me encierro en ella por temor a la represalia que sé que en algún momento recibiré.
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Once upon a Princess (Reales I)
Losowe*Historia sin corregir* Érase una vez una Princesa... Que luchaba para que las cosas fueran bien.