50

0 0 0
                                    

La oscuridad aún invade el exterior cuando despierto y me sobresoltalto al darme cuenta de que no estoy en mi habitación.
Noto una respiración a mi lado y giro la cabeza para ver a Oliver dormido.
Acaricio su mejilla con suavidad y sonrío dejando un pequeño beso en sus labios. Abre los ojos al separarme e imita mi gesto.
—Lo siento— susurro acercándome a él.
—¿Por qué?— pregunta sin dejar de sonreír.
—Por despertarte, otra vez, y por siempre acudir a tí cuando no me encuentro bien— bajo la vista a nuestras manos entrelazadas y sonrío un poco.
Oliver me acerca más a él y besa mi cabeza.
—No tienes que disculparte— dice acariciando mi brazo— Prefiero no dormir por estar contigo a hacerlo estando solo.
Un silencio nos invade con el único ruido de nuestras respiraciones y el sonido de un reloj a unos metros.
Tras unos minutos, Oliver se levanta y le observo caminar hacia la cocina.
Le sigo segundos después y me abrazo a él por su espalda mientras coloca un cazo con agua en el fuego.
Se gira para quedar frente a mí y sonríe antes de besarnos, alejándonos de los fogones hasta hacerme quedar apoyada en una encimera.
Sus manos pasan de mi cuello a mi cadera y me levanta para quedar sentada en el mueble, haciendo que enrolle las piernas en torno a él.
Desliza sus labios de mi boca hasta mi cuello volviendo a ésta para intensificar la pasión.
Al poco rato escuchamos el agua bullir y ambos nos detenemos sin dejar de mirarnos. Oliver sonríe, yo no.
Bajo al suelo y me acerco a la cazuela para apartarla del fuego, tratando de tomar distancia de él al menos por unos minutos.
—¿Estás bien?— pregunta posando una mano en mi hombro y me tenso al instante— Lo siento, no quería...
—Está bien— digo apartando su brazo pero sin mirarle— Es solo que no me parece apropiado.
El silencio, ahora incómodo, nos invade de nuevo y saca dos tazas para servir el té. Le ayudo a llevarlo a la mesa y nos sentamos frente al otro, manteniendo mi vista en el líquido humeante.
Al terminar, dejo la taza sobre la bandeja y le miro esperando que sea él quien reaccione; porque yo no tengo fuerzas para hacerlo.
No lo hace, ni aún cuando le insto con la mirada que venga a mi lado, permanece estático.
Abrazo mis rodillas y me recuesto en el sofá, sollozando a los pocos segundos. Porque por culpa de un momento todo podría haberse arruinado.
Cierro los ojos con las lágrimas cayendo por mis mejillas y mi cuerpo temblando casi de forma imperceptible.
Escucho sus pasos acercarse y me encojo sobre mí misma para tratar de evitarlo.
—Lo siento— le oigo decir también en un sollozo. Abro los ojos y observo que también llora— Lo siento, me he dejado llevar por el momento y... No quería hacerte sentir incomoda, perdóname, por favor.
Le miro y estiro una mano para tomar la suya.
—No es por eso, Oliver— digo en un hilo de voz— Es por...
Bajo la vista a mi mano y observo el anillo en mi dedo, haciendo que las palabras de mi padre resuenen en mi cabeza con fuerza.
Oliver me incorpora para sentarse a mi lado y abrazarme contra él.
—¿Qué ocurre, Emily?— pregunta besando mi cabeza con cariño.
Le miro y empiezo a llorar de nuevo, contándole lo ocurrido en las últimas horas.
—No me queda nada— susurro aferrándome a él.
Posa una mano en mi barbilla y me obliga a mirarle.
—¿Recuerdas lo que te dije cuando quisiste escapar?
Asiento en silencio.
—Ahora podemos hacerlo, Emily— sonríe y besa mi frente con suavidad— Ya no hay nada que te ate a éste Reino. Podemos irnos y vivir juntos sin nadie que nos juzgue, como tú querías.
Lo pienso por varios minutos.
—¿Crees que está bien que lo hagamos?— pregunto en un susurro.
Oliver sonríe y entrelaza nuestras manos.
—Si es lo que quieres, sí.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora