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Las invitaciones para el baile están listas y lo sé cuándo una de las doncellas me las entrega para que las revise.
-Son perfectas- digo sonriendo, más por lo que sé que voy a hacer que por el contenido en el papel.
-Se las repartiré a los guardias para que vayan a entregarlas de inmediato- dice esperando que se la devuelva para juntarla con las demás.
-Espera- exclamo apartando el brazo cuando se acerca a mí para cogerla- Tal vez podría ir yo con ellos para que su trabajo se haga más ameno.
La chica me mira con dulzura pero niega con la cabeza.
-Sabe que no tiene permitido salir del Castillo, Alteza.
Me rindo y le entrego el papel en silencio. No voy a discutir con ella sobre ésto.
Camino de vuelta a mi habitación y me dejo caer en el asiento de alféizar, cerrando los ojos y esperando que Oliver también reciba una invitación.
Normalmente todos los aldeanos están obligados a venir a éste tipo de eventos, pero sabiendo que mi padre conoce nuestros "encuentros secretos" no dudo en que le haya ordenado a los guardias que no pasen por su casa.
Respiro hondo y recuesto la cabeza en la pared empezando a deslizarme hasta quedar tumbada. Mi colgante queda suspendido en el aire y lo atrapo con la mano más lejana pegándolo a mí. Lo aparto unos segundos después para observarlo y recordar el momento en que Oliver me lo dio; cuando supe que empezaba a enamorarme de él.
Sonrío deseando estar con él en éstos momento para poder decirle lo mucho que le quiero y ser correspondida junto a sus caricias y besos.
La piedra emite un pequeño destello que parece cegarme por unos instantes y, cuando consigo volver a ver, me sorprendo de pie en mitad del pueblo.
Miro a mi alrededor y sonrío aún más al ver la casa de Oliver frente a mí, a la cual no dudo en acercarme y llamar.
-No esperaba verla hoy, Princesa- escucho su voz sonriente a mi espalda.
Me giro y puedo verle cargando un par de bolsas a unos metros de mí.
Corro hacía él y le abrazo por unos segundos antes de ofrecerme a ayudarle.
Una vez hemos pasado al interior y ha colocado las compras, se acerca para besarme como tanto había añorado.
-No puedo quedarme mucho tiempo- digo minutos después, separándome un poco- Se supone que no debería salir del Castillo por órdenes de mi padre.
Oliver sonríe y acaricia mi mejilla con suavidad, haciéndome cerrar los ojos y atrapar su mano entre ésta y mi cuello.
La retira segundos después y agarra mi mano para dejar un beso en su dorso, sin dejar de mirarme.
-Entonces aprovechemos bien el momento- dice antes de volver a unir nuestros labios y besarnos con suavidad pero con pasión al mismo tiempo.
Los minutos pasan rápido y casi una hora después decido que debo regresar. Aunque sería más fácil si supiese cómo he llegado.
-¿Quieres que te acompañe como la última vez?- pregunta mientras me acompaña a la puerta.
Me apoyo en su hombro sin dejar de caminar.
-No, no quiero que los guardias nos vean y avisen a mi padre.
Oliver sonríe un poco y besa mi cabeza.
-Ésta bien, espero volver a verla pronto, Princesa.
De nuevo hace una reverencia y no evito reír.
Me acerco a él cuando se incorpora y le abrazo con fuerza.
-Sabes que me quedaría contigo si pudiera- susurro cerca de su oído.
-Lo sé.
Volvemos a besarnos una última vez antes de marcharme.
Avanzo por las calles con cautela pensando en una forma de regresar y me detengo un momento para pensar en qué hacía antes de aparecer aquí por arte de magia.
Magia.
Sonrío y envuelvo mi colgante en una de mis manos mientras pido el deseo de estar en mi habitación.
Una luz azul sale de la piedra y a los pocos segundos aparezco de nuevo en el Castillo.






Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora