Observo con desagrado a los príncipes que se encuentran en la sala y que me miran deseosos de saber mi respuesta final sobre cuál de ellos se convertirá en mi esposo.
Pero aún no puedo decir nada; antes debo pasar tiempo con cada uno y, tras unos días, se sabrá mi decisión.
Uno de ellos se acerca a mí y esbozo una sonrisa cuanto menos verdadera.
-Alteza, ¿me haría el honor de concederme éste baile?- pregunta con una reverencia y extendiendo una de sus manos hacia mí.
Lo pienso por unos segundos antes de dejar la copa con mi bebida en la mesa tras de mí y aceptar su propuesta.
Nos colocamos en el centro del salón de baile y la música empieza a sonar.
En ningún momento permito que sea él quien pose su mano en mi cadera o que rompa el medio metro que nos separa.
Al terminar la pieza regreso a mi sitio con intención de no moverme de ahí en lo que resta de noche.
La mirada de mi padre sobre mí y su notable enfado no me abandonan hasta que, un rato después, otro muchacho se acerca donde estoy.
—No he podido evitar observar cuán incómodo le resulta ésta velada, Alteza— dice quedándose a mi lado.
Poso en él su mirada solo para que mi padre me deje respirar.
—¿Le agradaría acompañarme dando un paseo por los jardines?— pregunta con una leve reverencia.
Lo pienso por unos segundos y, tras un leve suspiro, acepto la invitación. Caminamos con cierta distancia en todo momento, lo cuál agradezco por su parte.
—Que amable ha sido el Rey al reorganizar éste encuentro— dice mientras avanzamos por la inmensidad de la noche.
Aparto la mirada y frunzo los labios.
El chico carraspea antes de volver a hablar.
—Pero, siendo sincero, a mí tampoco me agrada mucho. Quiero decir, parece como si fuésemos mercancía y Usted tuviese que decidir cuál llevarse.
Lo miro sin poder evitar sonreír.
—Exacto— digo sin pensar— No entiendo por qué debo elegir entre Ustedes por obligación y que ni siquiera se tenga en cuenta la opinión de ambas partes.
Volvemos a avanzar en silencio hasta que llegamos a un banco de piedra donde el chico se detiene.
—El ansia por huir de esa fiesta me ha hecho olvidar que ni siquiera me he presentado ante usted, Alteza.
Suelto una carcajada que le impide continuar.
—Creo que lo único que falta en la fiesta es que cada uno de vosotros llevase escrito su nombre a un lado del traje para no tener que presentarse y hacérmelo más fácil.
Veo como esboza una sonrisa y da media vuelta de forma que no pueda ver qué está haciendo.
Al cabo de unos segundos, vuelve a mirarme directamente y observo que a la izquierda de su chaqueta se encuentra un papel escrito donde antes no había nada.
Los dos soltamos tales risas que seguro que son escuchadas por todo el Castillo.
—Es un gusto conocerle— digo acercándome para leer el nombre— Príncipe Alan.
—Lo mismo digo, Princesa Emily.
Ambos hacemos una reverencia sin dejar de sonreír.
—¿Le parece bien si nos sentamos y conversamos por un rato?— pregunta señalando el banco.
Asiento y me deja pasar primero.
Hablamos de temas sin sentido hasta que una campana nos alerta de que ha llegado el momento de tome una decisión.
—Creo que es hora de volver— dice Alan levantándose y ofreciéndome una mano.
—Puedo sola— contesto incorporándome y empezando a avanzar de nuevo hacia el interior del Castillo.
Escucho los pasos de Alan a unos metros de mí y agradezco que vuelva a tomar distancia.
—Emily— me llama antes de abrir la puerta. Me giro y espero a que llegue hasta mí— Si no soy el elegido — suspira y vuelvo a esbozar una pequeña sonrisa— ¿Crees que al menos podamos ser amigos?
Le miró por unos segundos antes de responder.
—Claro, pero solo amigos, nada más.
Alan sonríe y coge mi mano para depositar un suave beso en su dorso.
—Será un placer ser su amigo, Alteza.
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Once upon a Princess (Reales I)
Random*Historia sin corregir* Érase una vez una Princesa... Que luchaba para que las cosas fueran bien.