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No sé cuánto tiempo ha pasado al despertar, pero puedo observar a mi madre junto a mí y parece cansada.
Siento otro cuerpo a mi lado y me giro para encontrar a Rose dormida.
—Cariño— dice mi madre abriendo los ojos. Se acerca a mí y acaricia mi mejilla con suavidad, sonriendo— Voy a avisar al doctor de que has despertado.
Sale de mi habitación dejándome sola con mi hermana e intento recordar qué es lo que sucedió para encontrarme así, pero no puedo. Nada viene a mi memoria cuando pienso en las últimas horas o todo el día anterior.
—Alteza— la voz del médico me saca de mis pensamientos.
Se acerca a mí para examinarme y, tras unos segundos, vuelve con mis padres y comenta con ellos en voz baja.
Carraspea y vuelve a mirarme.
—Ha mejorado desde ayer, Alteza. Pero aún debe guardar cama por unos días para recuperarse por completo.
—¿Ayer?— pregunto extrañada y siento como si mis cuerdas vocales fueran a estallar. Miro a mi madre y ésta se acerca de nuevo a mí.
—Estuviste dormida todo el día de ayer tras tu ataque de pánico por la noche anterior— explica sentándose a mi lado.
Bajo la vista y observo que estoy agarrando la sábana con demasiada fuerza, por lo que relajo las manos hasta dejarlas caer a mis costados.
—Si vuelve a sentirse mal no dude en llamarme, Majestad.
Mi madre le mira y asiente antes de que el médico se despida de nosotras con una reverencia.
—Iré a avisar a tu padre de que estás despierta y me llevaré a Rose a su habitación para que puedas descansar— dice levantándose.
Antes de que coja a mi hermana, poso una mano sobre ella.
—No, déjala conmigo. Me apetece tener compañía.
—Que bien que lo menciones— escucho la voz de mi padre, quién entra a mi habitación seguido por el Príncipe Alan.
—Lleva a la niña a su cuarto— le dice a mi madre y luego se gira para mirarme— El Príncipe se hará cargo de tí hasta que te recuperes.
Observo al chico y su sonrisa se borra al hacer contacto con mis ojos.
Mi madre coge a mi hermana y sale de allí con mi padre detrás, cerrando la puerta y dejándonos solos.
Permanecemos en silencio todo el tiempo y Alan también lo hace de pie, postrado en el mismo lugar desde que ha entrado.
—No quisiera ser una molestia para usted, Princesa. Pero su padre ha dado órdenes y no me gustaría que nuestra relación se entorpeciera por rechazarlas.
Le miro de mala gana y me recuesto dándole la espalda mientras siento como una arcada me sube por la garganta.
—Al menos tenéis una relación que cuidar— digo con la voz ronca, más para mí que para él.
Le escucho acercarse pero he perdido las pocas fuerzas que tenía.
Noto cómo se tumba a mi lado y cómo mi cuerpo se tensa en segundos.
—Está bien, Princesa— susurra cerca de mi oido— Tan solo permaneceré a su lado, tranquila.
De pronto siento las lágrimas resbalar por mis mejillas deseando que sea otra persona quién se encuentre conmigo.
—Déjame sola— susurro con fuerza.
Le oigo incorporarse y posa una mano en mi brazo.
—Pero su padre ha dich..
—¡Vete! ¡Lárgate!— grito sintiendo mi garganta quemarse.
Me pongo de rodillas ignorando mi malestar y le miro con todo el odio del mundo.
—¡No necesito que cuides de mí! ¡No te necesito! ¡Ni a tí a nadie!
El chico se levanta con rapidez y camina hasta la puerta.
—Que se mejore, Alteza— dice antes de salir y dejarme sola con mi dolor.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora