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Corro con Rose por los pasillos como cuando era pequeña. Esa parte de mi vida en la que me permitía ser feliz sin preocuparme de mis deberes como heredera.
Al girar en una esquina chocamos con un cuerpo y caemos al suelo. Ambas nos miramos y empezamos a reír con fuerza hasta que la persona carraspea llamando nuestra atención.
Papá nos mira desde arriba completamente serio y sabemos que se nos ha terminado la diversión.
Nos levantamos y ayudo a mi hermana a sacudir y arreglar su vestido.
-Tendríais que estar con vuestras lecciones, no haciendo vulgaridades impropias de Princesas.
Rose agarra mi mano con fuerza y yo respiro hondo.
-No pasa nada porque nos divirtamos de vez en cuando- digo bajito.
Él me mira y frunce el ceño sin descruzar los brazos ni un segundo.
-Tú no tienes tiempo para eso, Emily. Debes prepararte a conciencia para...
-¡¿Y si ya no quiero serlo?!- chillo sintiendo a mi hermana asustarse.
Suelto su mano y me adelanto un paso.
Mi padre me mira con algo de asombro pero permanece en silencio.
-No quiero decir que... Es que...
Respiro hondo y me apoyo en la pared mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas, sin saber cómo explicar lo que lleva rondado por mi cabeza desde hace unos días.
-Rose, vuelve a tus clases inmediatamente- ordena mi padre para luego mirarme aún más enfadado que antes- Tú y yo hablaremos más tarde.
Sigue su camino y mi hermana me observa por unos segundos, preocupada, antes de marcharse también.
Cierro los ojos para tratar de calmarme y pensar en por qué he dicho algo que no quería o, al menos, no de forma voluntaria.
Sin pensarlo, corro hacia el exterior y subo a uno de los carruajes pidiéndole al cochero que vayamos al pueblo.
Al llegar y tocar el suelo, me apresuro a avanzar hasta su casa y llamo repetidas veces a la puerta hasta que se abre.
No lo dudo antes de abrazarle con fuerza y sus brazos me envuelven también al segundo.
Me desahogo contra su pecho y el sólo acaricia mi cabello con suavidad, depositando pequeños besos sobre mi cabeza de vez en cuando.
Me ayuda a sentarme igual que la última vez y nos quedamos en un silencio que solo es interrumpido por mis sollozos.
-¿Entonces quieres renunciar?- pregunta apoyando su cabeza en la mía.
Le miro pero solo me encojo de hombros. Porque no sé la respuesta.
- No quiero seguir con ésto si la gente del pueblo nos va a odiar haga lo que haga- susurro.
-¿Y si hablaras con tus padres de cómo te sientes? Tal vez podríais buscar juntos una solución.
Suspiro.
-Mi madre estaría dispuesta a escucharme, pero mi padre ni siquiera lo intentaría.
Oliver también suspira y me abrazo más a él.
El silencio se cierne de nuevo sobre nosotros antes de que un ruido en la puerta lo interrumpa.
—¿Esperas a alguien?— le pregunto.
Él niega con la cabeza pero se levanta de todas formas para ir a abrir.
Solo cuando la persona en la entrada accede al interior siento que he dejado de respirar.
—¿Crees que puedes escaparte cada vez que quieras y que no me enteraré?— pregunta mi padre acercándose a mí.
—Necesitaba despejarme— contesto con la voz entrecortada.
Sin decir nada más, agarra mi muñeca con fuerza y tira de mí fuera de la casa hacia el carruaje, obligándome a subir con demasiada brusquedad.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora