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Han pasado cuatro días y por fin puedo salir de la cama y volver a la rutina.
Me levanto aún sintiéndome algo fatigada pero mucho mejor y me preparo para el día.
De camino al comedor, me cruzo con el Príncipe Alan y ambos nos detenemos y sostenemos la mirada. Por suerte, tal y como pedí, no ha venido a verme y eso es algo que agradezco.
-Me alegra verla en pie, Princesa.
Le respondo con una pequeña sonrisa y avanzamos de nuevo uno al lado del otro pero sin dirigirnos alguna palabra más.
Entramos juntos al comedor y observo que mi padre sonríe.
Me siento en mi lugar correspondiente y el Príncipe Alan lo hace a mi lado, pero no puedo objetar nada porque aún no me encuentro con fuerzas para los sermones de mi padre.
Desayunamos en silencio y el tiempo parece pasar más lento que de costumbre.
-Emily, tu padre y yo hemos decidido que lo que queda de semana te abstengas de tus lecciones para que puedas recuperarte bien- dice mi madre unos minutos después.
Sonrío para mí ante la idea de lo que eso significa.
Termino con una rapidez moderada la comida de mi plato y me levanto para salir de allí hacia mi destino.
Subo a uno de los carruajes y mi sonrisa se va ensanchando conforme nos acercamos al pueblo, sabiendo que volveré a ver a Oliver tras estos días separados.
Corro hacia su casa y llamo con energía esperando paciente a que la puerta se abra.
El chico sonríe al verme y, como siempre, me lanzo a sus brazos para después besarle con suavidad por unos segundos.
Ambos reímos sobre los labios del otro pero no decimos nada.
Tras unos minutos en los que somos incapaces de apartar la mirada, Oliver me ofrece sentarme junto a él.
-Te echaba de menos- susurra besando mi mano que tiene entrelazada con la suya.
Le miro y por unos momentos me siento culpable.
-No tenía cómo avisarte- suspiro, acercándome más a él- Si tan solo pudieramos...
Dejo la frase en el aire y escondo mi cara en su pecho.
-Está bien- dice posando sus labios en mi cabeza.
Los sollozos salen de mi garganta de forma involuntaria y me abrazo más a él mientras siento todo mi cuerpo temblar pensando en lo que nunca podremos hacer juntos debido a mi posición.
-Nunca saldremos de estás cuatro paredes por mi culpa- digo en un hilo de voz.
-No, eso no es verdad- dice apartándome de él para que le mire a los ojos- No es tu culpa que hayas nacido en el seno de la Realeza, ni que tengas que acatar normas en contra de tu voluntad.
Deposita un beso en mi frente y vuelvo a recostarme en su pecho.
-Tengo miedo de que te canses de ésto y quieras dejarlo- susurro.
Le escucho respirar hondo, tal vez agotado por mi constante negatividad pero, contrario a mis pensamientos, coge mi cara entre sus manos y me besa con profundidad por varios segundos.
-Nunca me cansaré de nosotros- dice sobre mis labios, con los ojos cerrados y sonriendo- Y si eso significa tener que ocultarnos siempre ante el mundo, lo haré. Porque te has convertido en una parte fundamental en mi vida.
Sonrío y ahora soy yo quien le besa con cariño.


Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora