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Los golpes en la puerta de una de las doncellas nos hacen despertar y por un momento sonrío al tener a Oliver a mi lado.
-Parece que no he cumplido el irme antes de que viniesen- dice mirando hacia la puerta cerrada.
Me incorporo y me abrazo a él por unos segundos antes de levantarnos.
-Me daré prisa en vestirme y mientras idearé un plan para salir sin que me vean.
Sonrío y le observo caminar de nuevo hacia el baño con su ropa en la mano.
No tarda más de unos minutos y al salir ya me encuentro con mi vestido de diario.
Me acerco a él y tomo su mano.
-¿Te parece si te acompaño a casa?- pregunto enrollando mis brazos en su cuello.
-¿Cómo vamos a hacerlo sin que nos vean?
Desvío la mirada por unos segundos y sonrío.
-Digamos que tengo una pequeña ayuda.
Oliver me mira enarcando una ceja pero no pregunta nada.
Vuelvo a coger su mano y envuelvo la piedra de mi colgante con la que tengo libre.
-Promete que no te asustarás.
Éste asiente algo dudoso y yo cierro los ojos para concentrarme en el deseo.
Unos instantes después, cuando lo luz se ha disipado y nos acostumbramos a la claridad del exterior, miro a Oliver.
-Estamos... ¿Fuera de mi casa?- pregunta frunciendo el ceño y mirando a su alrededor.
Clava su vista en mí y se acerca hasta casi rozar mis labios.
-¿Cómo lo has hecho?- sonríe y le beso con suavidad.
-Digamos que el colgante que me diste no es especial solo por ser un regalo tuyo.
Alterna la mirada de la piedra a mí y la coge entre sus manos, examinándola.
-¿Puedes pedir un deseo y te lo concede?- pregunta fijando de nuevo su vista en mí.
—Eso parece— digo sonriendo.
Me envuelve con sus brazos y me apoyo en su hombro, permaneciendo así por unos minutos.
—Creo que deberías de volver ya— susurra— No quiero que tengas más problemas.
Suspiro y beso su mejilla antes de separarme.
—¿Nos veremos mañana?— pregunto cogiendo sus manos.
Oliver me mira y puedo notar algo de tristeza en sus ojos.
—Por favor— digo posando mi cabeza en su pecho— No quiero solo pensar en la boda.
Me abraza más contra él y levanta mi barbilla para besarme con suavidad.
—¿Vendrás en carruaje, a caballo, o con magia?— pregunta sonriendo.
Hago que lo pienso por unos segundos e imito su gesto.
—Prefiero que sea una sorpresa.
Me acaricia la mejilla con cariño y la burbuja en donde sólo existimos nosotros se rompe, haciendo que me aleje un poco de él para repetir lo que nos ha traído aquí.
Su sonrisa es lo último que veo antes de desaparecer.

Once upon a Princess (Reales I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora