Capítulo 42

623 36 131
                                    

Nada.

Era eso lo que Rose sintió luego de casi destruir la sala de menesteneres. Él le había dicho que le gustaba... ahora pensaba que tal vez estaba demasiado ebrio.

Estaba confundida. Muy confundida. El recordar que le había dicho eso era lo que en el momento le había causado molestia.

Aquel día ella se encerró en su habitación al volver y Scorpius no la siguió como solía hacerlo. Todo estuvo en silencio.

No derramó ni una sola lágrima, se dijo a si misma que no valía la pena... tal vez desde hace un tiempo que sus sentimientos hacia el rubio habían cambiado, tal vez ya nada era de la misma forma porque de alguna manera, no dolía.

También pensó que estaba tan aturdida que ni siquiera pudo sentir algo. O simplemente la decepción hacia él se había agotado desde que no le contestó las cartas cuando se fue.

Pensó que había sido poco inteligente pensar que podrían estar bien luego de tantos huecos en la extraña relación que tenían. Pero no lo volvería a permitir nunca más. Con nadie.

Es una lección. Se repitió miles de veces.

De esa manera, no le dio el gusto de verla alterada, triste, decepcionada, o lo que sea que debías sentir cuando el que decía ser tu amigo decide mirar a un costado y hacerte daño.

Los siguientes días los vivió de manera normal, como si nada hubiera pasado. Con la diferencia de que para ella Scorpius Malfoy ya no existía. Su visión no se volvió a posar en él desde aquella noche y hacía un buen trabajo no dejando que él le arruinara el día o la noche cada vez que se lo cruzaba.

Amelia nuevamente frecuentaba su sala común. Pero a la pelirroja le daba bastante igual, la Slytherin ni siquiera le miraba y pasaba de largo si sus caminos se llegaban a encontrar.

Al menos ella no fingió ser mi amiga.

Era consciente de que también pudo parar aquel beso, pero fue sincera cuando demostró no querer hacerlo. Scorpius simplemente le siguió el maldito juego mientras pensaba en que volvería con su ex al día siguiente.

— Vaya, recuérdame jamás hacerte enojar— le dijo Matt.

Estaba tendido en un sofá con ambas manos detrás de su cabeza observándola practicar sus habilidades con el fuego en la sala de menesteres. Ahora una sala amplia de entrenamiento.

El pelinegro no tardó en darse cuenta de que algo había cambiado en ella, para bien, pero no sabía que eso se debía a que ahora un tal Malfoy se había borrado de la existencia.

Matt no era tonto. Notó que hubo un gran cambio en su relación con Scorpius de un dia para el otro, pero no quería preguntar.

Desde entonces, en las últimas dos semanas y media, la acompañaba a entrenar su magia interna.

— Si algún dia me haces enojar te dejaré elegir el elemento con el que quieres que te haga pagar— tiró ráfagas de fuego a los obstáculos en movimiento.

— Lo que digas, reina suprema... ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?— preguntó desafiante y una parte de la sala cambió para ponerle más obstáculos.

Rose simplemente sonrió con placer competitivo y empezó a usar otros elementos para combinarlos con el fuego.

Todo a su alrededor se desvaneció y se concentró solamente en sus múltiples objetivos. Si se distraía, una de esas puntas podía llegar directo a su cuerpo y lastimarla. Pero no dejaría que pasara.

Se sintió satisfecha al lograr la concentración mental que requería.

O eso fue lo que pensó. Hasta que sus sentidos le hicieron mirar hacia donde estaba Matt.

Rose Weasley || SCOROSE || (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora