Capítulo 54

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El rostro sonrojado de Scorpius, su mirada profunda y sus labios entreabiertos mientras se movía contra ella.

Las uñas que enterró en su hombro, en su espalda mientras se arqueaba para él. Su chico le había llenado el cuerpo de besos, arriba, abajo y repitió el camino al escucharla suspirar.

El calor que desprendió su piel al depositar los labios en su cuello, en su pecho. Como él pareció estar encantado con la idea de ser su banquete.

Manos y dedos deslizándose por cada centímetro al compás de una canción no tocada. Caricias que quería que se volvieran interminables, susurros que deseaba no dejar de escuchar nunca, una persona que anhelaba para siempre.

Lo quería. Lo amaba.

Rose no supo cuánto tiempo pasó cuando sus ojos al fin lograron abrirse. No estaba en la cama con Scorpius a su lado.

Su rostro dolió. La piedra en donde estaba era totalmente irregular y con bordes cortantes. Se obligó a enderazarse sin pensar en la molestia de su cuerpo y se examinó para saber si tenía alguna herida.

Pero estaba bien.

No le tomó mucho tiempo recordar que la guía del tiempo había invadido la sala de menesteres y la había llevado hasta ese lugar.

Se puso sobre sus rodillas y su alrededor estaba bloqueado por barrotes. Estaba en una celda. Pero cuando quiso invocar su propia magia, esta ya no fluía por sus venas.

Fue corriendo hacia la cerradura, pero cuando sus manos tocaron el metal un padecimiento inexplicable se apoderó de su cuerpo haciéndola gritar del dolor.

— Ingenioso ¿no es asi?— dijo la voz.

Rose retrocedió a trompicones hasta el medio de su prisión, abrazándose a sí misma y aún temblando del dolor.

— Resulta que cuando eres poderosa puedes hacer que las maldiciones perduren en un lugar el tiempo que desees— explicó la guía apareciendo en la oscuridad— acabas de experimentar la maldición cruciatus.

Examinó el lugar. Tal solo una débil luz azul blanquesina iluminaba a su izquierda, pero no alcanzaba, lo sabía porque la voz del ente hacía eco en todos lados. Las dimensiones eran incalculables.

— ¿Para qué me trajiste aquí?— habló por primera vez y notó su voz rasposa.

— Lo sabrás pronto, lo único que puedo decirte es que fui a buscarte esta noche solo porque muero por ver la ridícula cara de tu novio cuando no te encuentre.

Esta noche. Pensó ella. No había estado inconsciente por tanto tiempo.

No pensaba caer en el juego de palabras de la guía, quería enfurecerla y no le daría el gusto.

— ¿Estás celosa porque tú estas sola?— le provocó Rose y aquella cueva se llenó del eco de su insoportable risa.

— No necesito a nadie a mi lado. No como tú.

— No se trata de dependencia, es algo profundo que no espero que entiendas... al fin y al cabo eres una criatura impostora.

La guía comenzó a caminar mientras su túnica negra ondeaba a sus pasos.

— Cuida tus palabras, eres la única aquí que está en una celda.

— ¿Qué quieres de mi?— insistió— has buscado mi atención durante años, te esforzaste en arruinar cada oportunidad que tuve con Scorpius y como te ha salido mal fuiste y me secuestraste— exclamó con reproche— ¿tan obsesionada estás conmigo?

Rose Weasley || SCOROSE || (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora