Capítulo 4

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Golpeé con fuerza él despertador, no entiendo porque inventaron esos malditos aparatos. Me senté aun con los ojos cerrados, odio las mañanas, odio levantarme, odio todo por no dejarme seguir durmiendo, suspire fuerte cansada, derrotada, exhausta mientras hablaba profanidades al mundo y cada cosa que lo habitaba.

-Hora de levantarse -susurre haciendo un esfuerzo inútil por pararme, extraño mucho a mi nana, solo ella sabía cómo levantarme, un cafecito con esas tostadas tan deliciosas que jamás haya probado en la vida y que jamás volveré a probar y listo, ya me tenía en la cocina en solo segundos.

-Te extraño tanto nana.

Suspiré abriendo los ojos, me segue por un momento, parpadee varias veces hasta acostumbrarme a la luz de los rayos del sol que entraban desde mi balcón, estire mi cuerpo con pereza y me levanté de la cama más por obligación que por necesidad. Busque el celular con la mirada ¿Dónde lo deje anoche? Mire entre las almohadas, debajo de la sábana y en la mesita de noche, respire hondo y me agaché recordando que anoche lo había tirado al suelo, y allí estaba, debajo de la cama, frunci el ceño al ver todos los mensajes que estaban en la bandeja, los abrí y sonreí al ver el nombre de mi amiga.

-¿Todo está bien?

-Respondeme por favor.

Cinco minutos después.

-¿Quieres que lleve taquitos?

Diez minutos después.

-Iré a tu jodida casa y reventare las estúpidas ventanas si no respondes mis mensajes.

Doce minutos después.

-Madi...

Quince minutos después

-Estoy molesta, muy molesta.

Veinte minutos después

-Responde el puto teléfono, joder, estoy peor que novio celoso.

Sonreí.

Veinticinco minutos después

-No iré porque mamá me dijo que si salía hacer escándalos me internaría en un convento.

Treinta minutos después.

-Te amo pecas...

Ley su último mensaje y respondí con un -Tranquila todo está bien, nos vemos en el instituto, posdata: también te amo.

Caminé al baño, respire hondo y vi mi reflejo en el espejo, ojos hinchados y rojos, cabello amarañado, odio ser blanca siempre que no puedo dormir bien se me hacen unas ojeras horribles, sonreí a mi reflejo y él me sonrió a mí. Era ese momento en donde veía lo patética que era, y no hacía nada por cambiarlo, tome aire y aparte la mirada soltandolo al mismo tiempo.

Muchas veces me preguntó si la vida es complicada o nosotros nos las complicamos.

Me refiero a que para mí sería muy fácil irme, salir de esta casa y comenzar de cero en un lugar nuevo, aún y sin dinero me las arreglaría y todo eso por estar lejos de papá y de esta maldita ciudad, pero aún y así me quedo, guardo silencio cuando el habla y me trago las ganas de llorar y gritar en su cara, voy al instituto y espero a terminar para poder irme, aún sabiendo lo fácil que sería agarrar mis cosas y largarme sin que nadie supiera nada.

El agua refresco mi cuerpo, limpiando el cansancio o al menos escondiendolo por un momento, cerré los ojos al sentir como bajaba por mi cara y marcaba líneas por todo mi cuerpo. Me quedé hay, quieta bajo el agua que caía suavemente sobre mi, suspire, se sentía tan bien, estar hay, quieta, sintiendo esas pequeñas cuchillas en mi piel, estaba tan helada que debería ser ilegal.

CICATRICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora