Epilogo

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“El miedo no evita la muerte. El miedo evita la vida”
                                  
      -Naguib Mahfuz

Nunca entiendes ese significado, hasta que te despojas del vendaje que cubre tu alma de la vida. Y esa fui yo, quien se encadeno al pasado, a demonios que solo me quitaban vida en mi intento de sobrevivir, me aferre a ellos como si nada valiese la pena, como si solo ellos existieran.

No tomare el crédito de decir que salí sola de ese hueco, que me levante una mañana, vi la luz del son y entonces lo decidí, no. Me llevo años darme cuenta, años desperdiciados por no convencerme de que habia mas, de no apreciar a las personas maravillosas que me rodeaban y de no entender que amar no es lastimar, no importa si lleva tu sangre o en algún momento los llamaste padres, ahora ya me habia quitado el vendaje, y que claro era el día que una vez fue tan oscura como la noche.

Agarre con fuerza la urna de cenizas y respire hondo llegando al mar, las olas suaves acariciaron mis pies en cuanto toque el agua, solté al aire y me adentre en el, quien diría que cuando volviera aquí, seria para esto, el agua llego hasta mi cintura y me detuve bajando la vista hasta mis manos y ver una vez mas la urna, era negra con algunas salpicaduras de blanco.

-Te traje al ultimo recuerdo lindo que tengo de ti… -susurre pensando en aquella época, en su sonrisa y su cabello enredarse por la fuerte brisa, su brazos rodearme y su mágica vos darme la paz que en aquel entonces habia sido mi todo.

-Me hubiese encantado haber compartido mas contigo mamá… y me siento mal de saber que por mi acabaste aquí -respire hondo -Después de tantos años al fin puedes descansar -abrí la urna y vacié las cenizas en el agua, cerré los ojos recordando los suyos, esa mirada que te decía tanto y a la vez nada -Desearía sentir una vez mas tus manos, el calor de ellas, escuchar tu sonrisa… pero así es esto, no te culpare por decidir irte, creo que todos tenemos culpa, solo te diré que te amo mamá y te perdono -abrí los ojos y sonrei con una mezcla de tristeza y felicidad.

Observe como el agua se las llevaba, pero tan solo fueron unos segundos, di media vuelta y camine hasta dejar atrás a la única persona que me faltaba por despedir hacia años.

Agarre la mano de Emir quien rapido me jalo hacia él, me cubrió con una toalla y deposito un suave beso en mi frente antes de envolverme entre sus grandes brazos, lo abrace igual, sonriendo como tonta y sintiendo la única paz que deseaba y que me hacia olvidar todo, me aleje un poco para ver su cara.

-Gracias por encontrarla.

-Se que era importante para ti -asenti.

-Gracias por acompañarme.

Sonrió acariciando mis mejillas para luego besarme de esa manera que me hacia sentir como si fuese nuestro primer beso, arrastrando los nervios y el cosquilleo hasta la boca de mi estomago, sonrei entre sus labios mientras me ponía de puntillas para alcanzarlo mejor, él se alejo un poco acariciando con su nariz la mía.

-No dejaria sola a mi esposa…

Puse los ojos en blanco.

-Tampoco a la pequeña lombriz que crece dentro de ti -golpee suave su hombro haciéndolo reír, mire mi abultado vientre, él lo acaricio.

-No les digas así.

Me queje secándome.

Digamos que las consecuencias de tener tanto sexo descontrolado, y tambien mis olvidadizas costumbre de tomar la píldora pasaron factura, una gran factura que se adelanto unos cinco años o tal vez diez, mi pensado era quedarme embarazada a los treinta, mas o menos. Pero los cálculos fallaron y ha tan solo un año de terminar la carrera salieron sorpresitas.

CICATRICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora