Capítulo 36

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Volvió a preguntar por Ana y respondí lo mismo que la primera vez, y es que en realidad no sabía dónde estaba, y ya no era algo nuevo para mí, él la volvió a buscar con la mirada por toda la casa y como no dió con ella me tomo de la mano y comenzamos a salir del lugar, no dije nada cuando lo comenzó hacer, la verdad deseaba salir de ahí, algunos cuerpos chocaban conmigo una y otra vez mientras salíamos, hasta que sentí unos brazos rodearme y protegiéndome de los idiotas que se tambaleaban por el alcohol, lo mire y sonreí tomando su mano con fuerza, odio estos lugares, de verdad los detesto. Terminamos de salir y caminamos hasta el auto, cuando llegamos cerré los ojos y respire hondo saboreando el aire fresco, lo necesitaba con urgencia.

Mire al chico y este también estaba exhalando aire pero menos dramático que yo, me acerque un poco y tome impulso para sentarme sobre el capon del auto mientras él se desplomaba encima de este como si fuera una cama.

-No me gustan estas fiestas -dije.

-¿Por qué vienes entonces? -pregunto mirándome.

Suspire.

-Por Ana... -lo mire y sonreí, sus ojos se iluminaron para luego apartarlos -Insistio tanto que termine por aceptar -susurre bajo, más para mí que para él.

-No hagas cosas que no te gustan por alguien más, es estúpido -dijo sacando un cigarro y encendiendolo, sabia que era estúpido, no necesitaba que alguien más me lo recordara.

-Se me es difícil decirle que no -solte con melancolía, mire el cielo y habían muchas estrellas en el, ellas no harían algo tan estúpido como cambiar una hermosa noche con tus padres por una amiga que te deja sola.

Odiaba esa parte de Anastasia, supe que sería así desde la primera vez que me lo hizo, pero no dije nada, solo calle e hice como si no me importara, pero de verdad me dolía, siempre que me obligaba a ir con ella algún lugar terminaba sola en medio de todo y volviendo a casa con cualquier conocido de dicho lugar, pero aún sigo sin decir nada, tengo miedo de que se enoje y todo termine mal.

-¿Pero a qué costo lo haces? Si no fuera estado yo, estarías sola en medio de todos esos imbéciles, y no vale la pena niña.

Buen punto no lo niego, pero estaba tan acostumbrada que ya me daba igual.

Esboce una sonrisa y me acosté igual que él.

-Tienes razón, y no me digas niña.

-Simpre la tengo.

-Eres un idiota.

No dijo nada pero escuche como sonreía mientras se terminaba de fumar el cigarro, nos quedamos en silencio hasta que el frío se colo entre mi vestido haciendo que reaccionara y frotara las manos, me levanté y me miro, sonreí devolviéndole la mirada, se levantó igual mientras soltaba la colilla del cigarro.

-Hagamos algo -propuse.

Parpadeo y se acercó un poco más -¿Cómo que? -pregunto alzando una de sus cejas, mis mejillas se calentaron al darme cuenta que había sonado mal lo que dije.

-¡Noo! -chille -Nada de cochinadas pervertido, además, eres muy mayor para mí -dije y fue más como una aclaración a lo que en realidad importaba.

-¿Me estás diciendo viejo?

Asentí.

-Eso dolió -dijo agarrándose el corazón dramáticamente, sonreí.

-No me gustan mayores.

Hubo silencio entre los dos, uno tenso, lo mire y él ya me estaba mirando fijamente, sus ojos se intensificaron y fue como si el brillo que habían en ellos se volvieran peligrosos, se acercó un poco y a ese punto mi corazón ya estaba latiendo a mil por segundo.

CICATRICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora