Capítulo 25

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Su cuerpo se estremeció con la corriente de aire que corría entre nosotros, me acerque más a ella y le tendí mi chaqueta, me miro y sonrío agarrándola, tengo la suerte de ser caliente, por lo tanto no sufro de mucho frío, aunque llevaba un suerte fino, se puso la chaqueta por encima de los hombros. Mire el cielo y sonreí, nunca antes lo había visto tan estrellado, ventajas de estar retirados de la ciudad, ya entiendo porque siempre viene aquí cuando sale con Ana, este lugar es hermoso, te puedes olvidar fácilmente de todo con solo ver a tu alrededor, da miedo, pero también da paz y tranquilidad.

Justo lo que necesitaba.

Está combinación es fascinante, cualquier cosa se te puede ir de la cabeza con solo sentarte con los pies en el agua tibia del arrollo y contemplando a tu alrededor, o tal vez solo me estaba pasando a mi, sea lo que sea, no había experimentado algo así en mucho tiempo y lo necesitaba... mire a Madison quien tenía los ojos cerrados.

-¿Siempre vienen a esta misma casa? -pregunte.

Asintio.

-Vaya...

Hice silencio igual que ella, no sé escuchaba nada más que los insectos a nuestro al rededor, estábamos lo suficientemente retirados de la fiesta como para escuchar las canciones y que bueno, porque eran una pesadilla, esto de verdad era un respiro y un paraíso. La mire sobre mi hombro y ahora sus ojos estaban perdidos en el azul del agua, estaban rojos y cristalizados, hay no, no, no, mierda, va a llorar, ¿por qué? yo no le he echo nada, ¿y ahora que hago?

Joder.

Respire hondo y terminé de acercarme a ella, no se movió, no me miro y ni se sorprendió, era como si no lo hubiese notado, mientras que yo me sentía nervioso y ansioso por no saber que hacer, sonreí con ironía, me pone nervioso una cría de catorce años, genial, necesito tener más vida social. La mire otra vez, mejor debería ir a casa, esto no era parte del trabajo.

-¿Estás bien? -pregunte por fin después de unos minutos en completo silencio mientras pensaba que decir, suspiró fuerte, alzó la cara mirando los árboles y asintio -¿Sabes algo...

Me miro.

-Jamas en la vida había conocido a alguien que tuviera tanto naranja en su cuerpo -puso los ojos en blanco y esbozo una sonrisa.

-Y eso que aún no has visto a mi madre.

-Si es más naranja que tú quedó loco.

-Tal vez algún día la conozcas.

-Ella sería la naranja uno -se rio y asintio.

-Soy la viva imágen de mamá, creo que sí algún día llegas ver a papá no creerías que soy su hija, somos completamente diferente, en cambio mi madre y yo... -sonrío -Ella es increíble.

-Si son la viva imágen, no lo dudo.

Y era verdad, con las pocas horas que llevábamos juntos no me había provocado jaqueca por el fastidio, y eso era un buen punto a su favor, se sentia bien hablar con ella, su forma loca y extraña de ser era algo que definitivamente llamaba mucho la atención, no de mal manera si no todo lo contrario, ella era una de esas chicas que ves y te gustaría conocer, aparte de que era muy linda, su cara, su sonrisa, sus ojos, respire hondo, sus ojos eran tan profundos y delicados, joder, hasta su desquiciado cabello, todo.

-¿Te puedo preguntar algo? -parpadee y asenti.

-¿Por qué nunca venías?

Frunci el ceño.

-Ana siempre me hablaba de ti, pero siempre que quería conocer a su famoso primo nunca se podía ya que tú nunca venías.

-¿Exactamente que te dijo ella?

CICATRICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora