Capítulo 33

221 32 31
                                    

-Estoy bieeen.

Repetí por décima vez, Emir me echo un vistazo de solazó no muy agradable mientras hablaba con el paramédico, la mujer que me revisaba no sé inmutó por todas las veces que le dije que me encontraba bien, ella solo seguía revisándome cómo si de verdad ese auto me hubiese atropellado, esto ya me está hartando.

Otro paramédico estaba revisando a Arturo quien, si se había hecho daño al apartarme de golpe, su pie izquierdo se había torcido, sus rodillas estaban lastimadas juntos con sus manos, tenía un pequeño rasguño en su cara y no se le veía que la estuviera pasando bien, aparte a la chica que me revisaba sin cesar, se volvió acercar, pero la mire como si estuviera a punto de asesinarla, suspiro y se fue, por fin.

Emir estaba aún hablando con el paramédico y con el conductor que casi acababa con mi vida, me levanté de la pequeña silla que me habían puesto y camine hasta Arturo, él me miro y me siguió con los ojos hasta estar sentada a su lado, pude sentir esa pequeña incomodidad que crecía al compás de mis pasos y los segundos de silencios que nos rodeaban cuando estuve sentada, respire hondo sin decir nada, no sabía que decir, pero al mismo tiempo sentía que eran demasiadas las cosas de la cual necesitaba sacar, lo mire sobre mi hombro, tenía la vista perdida en el horizonte.

Lo miré y puse los ojos en blanco, no iba a caer en sus estúpidas y absurdas palabras, di media vuelta para entrar a la casa, ya había sido un largo día y no quería empeorarlo hablando con él, su mano agarro la mía deteniéndome, lo mire y tire de ella para zafarme, pero la apretó con más fuerza aun sin lastimarme.

-¿Qué pretendes con esto? –pregunte cansada, sus ojos estaban oscuros, no había burla en sus expresiones, no había sonrisas sarcásticas no había nada que lo caracterizaban las últimas semanas.

-Dame una oportunidad.

-¡No!

-Por favor Madison.

-Me has intentando comprar, joder, sería una idiota si tan siquiera hablara contigo... y mírame.

-He cambiado.

-Arturo por favor.

Me soltó y dio unos pasos hacia atrás frotándose la cabeza con desespero mientras soltaba suspiros de exasperación, no me moví, no porque no pudiera era lo contrario, no quería, verlo así me hacía sentir algo extraño, pero aun y así jamás le daría una oportunidad, al menos no una de verdad, respire hondo y eso llamo su atención, se quedó quieto sin mirarme, me daba la espalda, la noche resplandecía desde lo más alto creando silencio entre nosotros, mucho silencio, uno perfecto en noches horribles.

-No confió en ti –dije y no debió dolerme haberle dicho eso.

Aun no me miraba, así que aparte la mirada también, estaba agradecida por haberme salvado, estoy molesta conmigo misma por ser tan estúpida y casi provocar un accidente peor, pero estoy confundida por verlo aquí, creí que todo había quedado claro, que ya no lo vería de nuevo, y entonces aparece de la nada dejándome perpleja, dejándome con ganas de decirle más, pero ¿qué? no respondí a sus mensajes, no atendí sus llamadas, lo ignore, todo lo que hice por no verlo más fue en vano y soy egoísta por pensar eso después de que él haya salvado mi vida sin tan siquiera dudarlo.

-¿Te duele? –pregunte y me molesto lo insegura que fue mi vos, él hizo una mueca.

-He tenido problemas peores.

Sonreí.

-No me lo imagino...

Esbozo una sonrisa y volvió el silencio entre los dos.

CICATRICESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora