Always

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Último capítulo :((

La canción es preciosa.

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10/10/2111

Estaba recogiendo las pocas pertenencias que se llevaría consigo hasta Marte. Debían de ser pocas, por razones obvias. Metió un marco holográfico con fotografías de su familia y Julia. Tristemente, las fotos que tenía con Eider ya no existían. No había vuelto a ver a la doctora como una amiga, al fin y al cabo, tras pasar un año entero fuera de Madrid. Le entristecía, pero, finalmente, así se habían desarrollado los acontecimientos. Algunas prendas de ropa y su novela favorita. No sabía el tiempo que iba a pasar allí arriba, a tantos kilómetros de distancia de su planeta. En el frío espacio, con una escafandra en su cabeza, sobre un suelo y una atmósfera muy diferente a los que había conocido. Metida en un traje espacial. Alejada de sus seres queridos. Y lejos de Artemis, a la que había dado a Julia hacía un año atrás, quien se ofreció a cuidarla. Al fin y al cabo, la gata le había cogido cariño a su amiga después de tanto tiempo. Era justo que se quedara con ella. Ojalá pudiera llevársela en un trasportín a Marte, pero no era posible.

Y aunque pudiera parecer que no se moría de ganas por ir hasta el planeta rojo, lo estaba deseando. Con el pasar de los meses, después de todo el entrenamiento espacial y el estudio meticuloso en el que se había visto envuelta, había ido ganando más y más emoción por estar allá arriba.

Estaba a punto de salir de su viejo despacho, cargada con la bolsa, cuando escuchó un pitido que provenía de uno de los cajones. Lo abrió, extrañada, y descubrió cuál era su procedencia.

El pinganillo. Natalia... ella todavía tenía el otro.

—Lo has cogido—dijo aquella voz familiar.

Una voz que llevaba mucho sin escuchar más que en canciones. Parecía tan irreal aun así. Que la voz de Natalia no estuviera hablando a través de canciones o susurrando acordes de guitarra mientras el que cantaba fuera Jorge.

—Nat...—logró articular.

—Llevo llamándote... ni lo sé ya.

—¿Por qué?

—Necesitaba escuchar tu voz. Encontré el teléfono hace... creo que fue en enero... Alba, solo quería... quería darte las gracias—¿estaba llorando?

—¿Por qué? —parecía que era lo único que sabía decir. Le temblaba la mano sobre el escritorio de color blanco donde había tenido que apoyarse para no caer.

—Sigo aquí. Hoy es día 10 de octubre de 1995 y no me he esfumado. Así que lo conseguiste, ¿no?

Ojalá pudiera decirle que sí, que ella había sido la que la había salvado. La llamaba, al fin y al cabo, cinco años más tarde de la fecha de su desaparición.

—Algo así. Nat, tengo que... irme.

Cerró los ojos. Todavía le dolía. Para la guitarrista habían pasado cinco años, pero para ella tan solo uno y medio desde que la fecha se modificó.

—¡Espera! —la retuvo al otro lado de la línea— Creía que habías roto todo lo que nos unía, pero no lo has hecho. Conservas este teléfono. Has cogido 

Ni recordaba que tú tuvieras uno de los dos. Si llego a saberlo...

No. Le habría cogido el teléfono aunque hubiera sabido que lo tenía ahí guardado. Era una tontería negar lo evidente.

Cogiendo polvo en un cajón—musitó—. Nat, no... no vuelvas a llamarme. No porque no quiera hablar contigo—aunque sea lo correcto y lo mejor para ambas—, sino porque me voy.

—¿Adónde?

—Eso da igual. Te... me alegro de escuchar tu voz—pronunció con voz queda.

Mierda, ha sonado demasiado borde...

Al otro lado, Natalia se mantuvo en silencio. Tan solo escuchaba su respiración y un ligero sonido de hojas meciéndose con el viento, susurrando por la punk todo lo que necesitaba decirle. Silencio que duró cinco segundos.

—También la echaba de menos. La tuya, digo—rio. Alba cerró los ojos, imaginándola—. Creo que no podría haber mejor cierre que este. Agradecerte que todo saliera bien. Al principio me negaba a aceptar que te hubieras ido, aunque fuera lo correcto. Pero a lo largo de estos años... He aprendido a vivir sin ti. Al principio me costó horrores... Pero acepté que era lo mejor para ambas, para mí y para mi maldita existencia en este mundo. Cuando pasó el año me dije que lo habías logrado, pero todavía estaba asustada. Siempre habías repetido que no eras un robot y podías cometer errores. Podías haberlo hecho, ¿no? —Alba asintió sin palabras, como si pudiera verla—. Han pasado cinco años y sigo entera. Supongo que tú no has querido saber nada de mí... No te entretengo más....

Pero no podía dejarla despedirse así. No sin que al menos supiera cómo se había sentido ella durante todo aquel tiempo. Aunque hubieran sido menos de los cinco años que había pasado para la Natalia que la llamaba desde el siglo XX.

—He sabido de ti—dijo con un nudo en la garganta—. No saltando, claro. La máquina... hizo caput un día. Simplemente era peligrosa y no pude... corría riesgos, Nat—se le escapó aquel diminutivo y quiso golpearse—. Pero he sabido de ti gracias a una red mágica llamada internet. Me dice todo lo que necesito saber sobre ti.

Ya qué más daba. 

—Sé lo qué es Internet... Es bueno saberlo. Como no me cogías nunca el teléfono me monté una de esas películas que tanto... bueno, ya sabes que lo hago a menudo. O para ti lo hacía... He perdido facultades. ¿Cómo se hablaba con una viajera del tiempo? —la hizo reír. A pesar de todo, la punk todavía la hacía reír—. Me alegra haber podido hablar contigo, Alba. Creo que ambas lo necesitábamos. Para cerrar del todo. No te robo más tiempo, parecía que tenías prisa por colgar. Gracias por todo, Alba. Te quiero. Siempre lo haré. —Susurró.

Yo también lo creo. Sonrió, imaginando la cara de la punk a 120 años de distancia.

—Te voy a querer siempre, punki coplera. Cuando me eches de menos, tú mira al cielo—dijo, sin emborronar su sonrisa, antes de colgar.

Creyó escuchar una tierna sonrisa antes de hacerlo. 

La acompañó durante todo el camino hasta la base de la NASA ubicada a mitad de camino entre Madrid y Toledo. Lo hizo mientras se despedía de su familia una vez más. De Julia y de Artemis lo había hecho antes de abandonar definitivamente el bloque de pisos. Su casa seguiría siendo suya aunque ya no viviera ahí, por lo que algunas de sus cosas(las que no había llevado en aquella bolsa de tela) permanecerían dentro de aquellas paredes mientras ella estuviera lejos de la Tierra. Mab, el robot que la había acompañado durante más de cuatro años, fue reubicado. Lo hizo en casa de su hermana Marina, que se había marchado del núcleo familiar. Alba no podía haber elegido un lugar mejor para aquel androide tan eficiente.

Dejó atrás la Tierra para entrar en hipersueño durante los siete meses que tardaría en llegar a Marte. Al cerrar los ojos, lo hizo con la imagen de Natalia en sus retinas. Se durmió con la misma sonrisa con la que se había despedido de ella por última vez. 


¿FIN?

Si pensáis que es abierto os dejo que os montéis fantasías y teorías. Y digo esto porque perfectamente podría coger y meter un último plotwist ;))

Gracias por leer esto hasta el final. Gracias si te has quedado a mitad de camino. Gracias si te ha gustado la historia. Gracias si no. Gracias a pesar de que no estés conforme con este final. Yo qué sé, gracias es lo único que puedo decir, porque esta historia me ha traído muchos quebraderos de cabeza y casi cojo yo y me planto en Marte. Si tiene este final, es por coherencia con la trama. Un final realista con el lore, el canon... etc.

Se despide nubedearroz y arrocitodenube en twitter(donde podéis amenazarme si queréis).

PD: Natalia no ha sacado Cuestión de suerte, pero si queréis escucharla... sinceramente, es el Garito.

Garito temporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora