Al final la respuesta de Alba fue positiva. Le dijo a la punki que sí, que no iba a marcharse como pensaba hacer. No fue fácil tomar aquella decisión, la propia Alba pasó una semana entera dándole vueltas al tema. Incluso lo habló con Julia. ¿Cómo no iba a hacerlo? Su amiga se había convertido en su conciencia de verdad. Y, tal y como había vaticinado hacía ya varios días la castaña, Alba hizo lo que le dio la gana. Tuvo mucho peso en su decisión, el hecho de que, cada vez que ponía sobre la mesa la propuesta—ya de verdad seria, sin ser un mero trámite—de Natalia, evocaba las sensaciones que la invadieron durante el rato que estuvieron abrazadas en GH79. La vibración que notaba cuando estaban unidas. Simplemente estando juntas en un mismo espacio, sin más pretensión que esa: estar. Sabía que no iba a poder echar a Natalia de su vida tan fácilmente. La prueba de ello habían sido los meses que había pasado alejada de ella, la facilidad con la que acabó acercándose otra vez. Sí, en cuanto acabase su periodo en el pasado, al acabar con su misión... se iría. Mientras tanto... bueno, seguiría viendo a su exnovia, a su amiga. Porque por encima de todo, lo era. Qué más daba que no hubiera estado en su vida el mismo tiempo que Julia... Lo que de verdad importaba era lo que habían pasado juntas, lo que les quedaba por pasar. Porque su historia no podía acabar antes de lo esperado.
Así se lo había expresado a Julia entonces.
—Quiero que sepas que estás como una cabra y eres una inconsciente. Pero también que lo entiendo. Estás enamorada de esa chica. Y no puedo decirte que no la veas, porque en realidad no es nadie que te haya hecho ningún daño. Al menos no de manera consciente. Han sido las circunstancias. Por cómo has hablado de ella, como sigues hablando... también te quiere.
—Gracias, Julia—le dijo cuando, tras su increíble discurso, su amiga le contestó con aquellas palabras.
—También que... si te pegas otro batacazo... Bueno, que estaré aquí... Como la primera vez, Cerebrito —la abrazó con fuerza.
El trabajo de conciencia le daba un dolor de cabeza permanente, pero Alba parecía volver a brillar desde que había retomado el contacto con aquella chica. A Julia le pesaba por encima de todo. Aunque, como el grillito que era, no iba a dejar de estar atenta a todo. A diferencia de la primera vez—cuando no sabía nada sobre los viajes en el tiempo—, conocía toda la historia. Se la había aprendido de memoria.
Y, también, porque conocía a su amiga. Sabía que, por mucho que dijera que solo iban a ser amigas, ni Alba se lo creía por completo. Por más firmeza y autoconvencimiento que hubiera puesto en sus palabras, la viajera era consciente de que podría caer de nuevo.
...
Si Alba viviera en la época de Natalia, hablar de la llegada de la primavera sería lo más natural. Sin embargo, vivía en el siglo XXII y las estaciones habían quedado reducidas a dos y a veces ni eso. Es por eso que, a finales de marzo—el día 19 para ser exactos—ante la llegada de la que en otro tiempo sería la inminente primavera, las temperaturas eran más parecidas a las de junio. Su madre, tan entregada en mantenerla lo más cerca posible de su ala, había organizado una fiesta de cumpleaños para Eider. Rafi había adoptado a la, oficialmente doctora Eider Quirós Lacunza. La doctora Quirós para sus pacientes. Cuando la joven mencionó que sus madres no podrían estar por su cumpleaños, debido a un congreso en Massachusetts, la profesora no dudó en organizarle una pequeña fiestecilla en su jardín. Y dadas las temperaturas y que Eider adoraba estar en remojo, había pasado la mayor parte de la tarde de aquel caluroso sábado metida en la piscina. Derrochaba bastante energía, lo cual sorprendió a Rafi al saber que solo había dormido un par de horas tras una guardia
—Cuando mamá le dijo a Eider que iba a organizarle una merienda por su cumpleaños, no esperaba que aceptase—le dijo su hermana al oído cuando vieron a su madre charlando con Eider y Julia en el borde de la piscina.
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Garito temporal
Hayran KurguUna chica, que acude cada sábado por la noche al local de moda, llega tarde al concierto de su grupo favorito: Los Lightning. La imagen de portada es de rebecaesc