Buscando en el baúl de los recuerdos.

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La penúltima semana de noviembre de 1988, los Lightning tuvieron sus primeros conciertos fuera de España. Había llegado el momento de demostrar su directo fuera de su país de origen. Un avión los había llevado a Londres la tarde del 24 para no ir demasiado justos de tiempo, hasta un hotel de tres estrellas. El viernes 25 tenían el primero de los dos conciertos que iban a dar, en Londres; el otro, el sábado, sería en la ciudad de Bristol. Natalia estaba entusiasmada porque podría visitar a su tío, al que hacía ya varios años que no veía. Aunque lo más importante eran los conciertos, que la tenían muy nerviosa y algo acojonada. Era la primera vez que tocaba fuera de España, en un entorno muy diferente al acostumbrado. Y en el lugar de origen de la música punk allá por los años 70. Puede que la música del grupo hubiera cambiado bastante y ya no tuvieran excatamente el mismo sonido que cuando empezaron, pero conservaban buena parte del que les hizo despegar, el que les trajo el contrato con Travel Records y el buen nombre que se habían labrado en la industria.

Vestida con un albornoz y con el pelo empapado, sacaba prendas de su maleta intentando elegir qué ponerse para salir a dar una vuelta y tomar algo, antes de regresar al hotel y dormir para poder descansar antes del concierto. Sabía que tendría que volver a organizar la maleta cuando se hubiera vestido, pero no le importó cuando sacó la última camiseta que se había llevado a Reino Unido. Le gustaba ordenar la maleta, era una de sus cosas favoritas cuando viajaba. Por más que sus amigos se echasen las manos a la cabeza cada vez que expresaba su emoción por hacerlo. Si ellos querían hacer un revoltijo de prendas arrugadas era su problema. Ella era feliz con su perfecto puzle de prendas.

Se le hizo raro, una vez más, cuando bajó a la recepción y solo vio allí a sus amigos. Fue así porque le faltaba alguien. Desde que habían retomado su relación el año anterior, Alba había vuelto a ser parte del pack que era la banda. Junto con Sabela, claro. Que como la mánager los acompañaba siempre a todas partes. Ya se le había hecho bastante peculiar el momento de los ensayos sin ella, a pesar de que cuando rompieron se acostumbró a ellos. Volver a ser un pegamento con la banda y ahora no tenerla en sus primeros conciertos se había vuelto algo curioso. Porque ella no era la única que echaba de menos a la viajera. Jorge y S siempre la cogían a hombros cuando ella se descuidaba; María charlaba por los codos de todo lo que podía y Sabela, la echaba en falta cuando no la tenía pegada a ella como si fuera—de verdad—otra de las mánagers de los Lightning. Tal y como habían dicho para entrar en la clínica donde tenían ingresado a Rodrigo.

Para el grupo y Sabela, la rubia había ido con ellos a Reino Unido porque tenía un viaje familiar ineludible. Sin embargo, Natalia era la única que sabía porque no les había acompañado. Porque la punk era la única de los allí presentes—en el hall del hotel— que conocía el secreto de Alba.

—Tronca, por fin. Estaba a punto de echar raíces en este sofá de esperarte—aplaudió su llegada S, levantándose del sofá.

—No he tardado tanto, impaciente.

—Por una vez estoy de acuerdo con S—dijo Jorge descansando el brazo sobre sus hombros—. Seguro que te has puesto a recogerlo todo.

Natalia bufó.

—Nat, que hay gente que hace eso.

—Perdón por ser una persona ordenada.

—Dejadla ya, punkis—Sabela siempre al rescate.

Desentonaba tanto al lado del grupo como siempre. Chaqueta de algodón de color marrón bajo una gabardina del mismo tono; pantalones ajustados de color negro y botines con una cuña para ganar unos cuantos centímetros. Ah, y el pintalabios de color rojo, que desde que la conocían, nunca había cambiado por otro tono. Se había soltado el pelo, que le caía ondulado sobre los hombros a causa de la trenza que había llevado.

Garito temporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora