ONCE

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El timbre suena. El día en el instituto ha acabado.

Se coloca la mochila de cuero al hombro y es la primera en salir por la puerta del aula de francés. Ni siquiera ha esperado para despedirse de Ari.
Cruza la puerta y trata de visualizar a su novio esperándola sobre su moto, como habían acordado, pero no puede verlo por ninguna parte.
Resopla y comienza a andar dando golpes en el suelo tras cada pisada.

«Se ha olvidado, otra vez.»

Marca su número en el móvil pero salta el contestador.
No sabe qué es lo que le da más rabia, si que su novio se haya olvidado de recogerla a la salida de clase, o si tener que volver caminando a casa.

Trata de llevar su enfado a un segundo plano y, de nuevo, coge su teléfono.
Suena un quinto bip y se da por vencida. Tampoco su mejor amiga le contesta a las llamadas. Se pregunta qué le ha podido pasar para saltarse una clase.

Va tan sumida en sus pensamientos que no oye el ruido del motor que se acerca.

-¡Andrea!

Tras la llamada, se da la vuelta y lo ve acercándose. Frena la moto junto a ella y el chico trata de disimular la culpabilidad que siente con una media sonrisa.

-Zack, ¿dónde coño estabas?

-Mira, lo siento... Te juro que...

-Cállate. -Lo corta muy seria-. Estoy cansada de que me jures cosas. Si ya no puedes, o no quieres, venir a recogerme, dímelo. ¿Para qué me haces esperar por ti cuando no vas a venir?

-Andrea... -Se frota el mentón, por el que asoma una pequeña barba de un par de días, y suspira-. No me he olvidado. Nunca me olvidaría de ti.

-¿Ah, no? -Ella se cruza de brazos y rueda los ojos-. Ya lo has hecho unas cuantas veces.

-No es cierto -le dice Zack, pero entonces Andrea sigue su camino por la acera dejándolo atrás-. Andrea, ven aquí.

La chica no hace caso, ni se frena para mirarlo.

-Venga ya... -murmura el moreno y se baja de la moto para echar a andar tras ella. Cuando la alcanza, tira de su brazo y la pega a su cuerpo-. ¿Adónde crees que vas sin mí? -Sus labios se curvan formando una perfecta y blanca sonrisa y acaban pegados contra los de ella.

Su boca sabe a menta, pero también a tabaco. No le agrada pero ya se ha acostumbrado.

-No juegas limpio -le dice al separarse, y ya se le ha pasado el enfado.

-Vamos, sube -le dice Zack llevándola hasta la moto y ambos se colocan.

-¿El casco? -pregunta la chica y pone los ojos en blanco por haberle hecho una pregunta tan estúpida tratándose de él. Le rodea el cuerpo con los brazos y el motor ruge.

Para su sorpresa, Zack dirige la moto hacia el otro lado de la carretera.

-¿Adónde vamos?

-A mi casa.

-¿Qué? No. Llévame a mi casa. Mi madre se enfadará conmigo.

-Tu madre me tiene hasta las narices. Deja de preocuparte por ella -dice por encima del ruido y aumenta la velocidad.

No le queda más remedio que acceder en contra de su voluntad. Sabe que no conseguirá convencerlo. Se abraza con más fuerza a su torso firme y cierra los ojos pensando en qué mentira le dirá esta vez a su madre.

En pocos minutos apaga el motor junto a una casa de color crema y ambos bajan.

-Sigo pensando que no es buena idea, Zack. Mi madre me estará esperando para el almuerzo.

¿Y si te digo que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora