Su primera alarma sonó hace casi una hora, la segunda alarma cinco minutos después de la primera. Ignoró ambas. Al oir el aviso de la segunda, se prometió que se levantaría, pero quedó en una promesa no cumplida. Todos los días le cuesta levantarse, pero hoy se ha intensificado su vagancia y su desinterés. Y sabe el motivo, será un día como el de ayer: raro, incómodo, solitario.
Sigue dormida, con la cara pegada a la almohada, la colcha cubriendo su cuerpo dejando las piernas por fuera, al aire. No es consciente de que solo quedan quince minutos para que en el instituto suene el timbre del inicio de las clases.
Unos golpecitos suenan por su cabeza, en sueños. Los golpes cesan y luego una voz femenina la llama por su nombre. Continúa creyendo que se trata de un sueño hasta que alguien la toca por encima de la colcha. Laia da un saltito, abriendo los ojos.-Perdona, Laia. No sabía si hoy no ibas a clase o si te habías dormido.
-Más bien la segunda opción -murmura estirando el cuerpo en el colchón-. ¿Qué hora es?
-Las y cuarto.
-¡Qué! -Se levanta rápidamente, y se marea por ello. Lo pasa por alto y corre hasta su baño para lavarse la cara.
Solo puede pensar en que su padre la mataría si llega tarde. Tiene que apurarse, no pueden ponerle un retraso, o se enteraría de inmediato. Se mira al espejo, se moja el pelo, rebusca en el pequeño armario. ¡Necesita algo para darle un poco de decencia a su pelo!
No hay tiempo. Coge una goma y se lo ata en una coleta baja. Regresa a su habitación como un rayo, la atraviesa y entra en el vestidor. Con las prisas ni le ha agradecido a Vicky por haberla despertado, que ahora mismo continúa en su habitación haciendo la cama.
En muchas ocasiones piensa que ella hace más cosas de las que hace su madre por ella. La comida, los desayunos que le hace voluntariamente... Las veces en las que han hablado y siempre le ha dado ánimos para todo con una gran sonrisa por delante.Un vaquero, Converse, camisa de manga larga con botones. ¡Listo!
-Muchas gracias por llamarme, Vicky.
Ella sonríe en respuesta, terminando con la cama.
-¿Quieres que te lleve hasta el instituto? Te ahorrarías una carrera.
Le diría que sí de inmediato, pero no quiere abusar de su amabilidad, así que niega con la cabeza.
-Sabes, igualmente tengo que ir a hacer la compra para todos los almuerzos de esta semana. Cuando estés lista, te espero abajo. -Y se marcha sin dejarle hablar.
Se da prisa cogiendo la mochila, metiendo los libros, los papeles, y dinero para comprar el desayuno. Corre escaleras abajo y entra en la cocina. Busca rápidamente algo fácil para comer. En la nevera consigue un yogur para beber y vuelve al salón. Vicky eespera junto a la puerta, sin delantal y con el pelo suelto. Va vestida de negro, como suele ir bajo el delantal.
-Vamos.
Las dos salen de la casa y van hasta el Mini blanco de Victoria aparcado en la acera de enfrente.
Cuando se sienta, se pone el cinturón y espera a que ponga en marcha el coche. Ese coche en el que tantas veces se ha subido, con Louis al volante. El recuerdo le deja una sensación extraña.
Entonces Vicky arranca y se encamina hasta el instituto con un poco de rapidez.Durante el trayecto no comparten ninguna conversación. La mujer está muy concentrada en la conducción y Laia no tiene nada especial que decir. La mira de reojo de vez en cuando, admirada. Es una mujer joven, guapa, con unos ojos azules que hipnotizan. Además de trabajadora, alegre y sonriente, comprensiva, amable... Y podría seguir enumerando adjetivos hasta cansarse. Louis tiene mucha suerte por tenerla. A veces ha pensado que le gustaría tener una madre como ella.
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¿Y si te digo que te quiero?
Fanfic• ¿Qué se puede pedir cuando siempre te han dado prácticamente todo? Pues cariño, tal vez. • Unos padres con recursos han hecho que Laia no tenga que preocuparse por nada en la vida. Parecen la familia perfecta, pero ni se acercan. Creen que se lo h...