-Eh... -titubea Sam, tumbado en el sofá. ¿A qué viene esa pregunta?-. Depende de lo que quieras...
El chico trata de mostrar desinterés y sigue con los ojos fijos en la pantalla.
-¿Podrías hacerme un favor? -le pregunta Andrea, acercándose con pasos lentos y cortos. Tal vez sea su oportunidad... Tal vez sea el momento perfecto.
-¿Se trata de un favor carnal?
-¿Qué? ¡No! -Las mejillas de la chica adquieren más color del habitual. Se sonroja solo de pensar que a él se le haya pasado por la cabeza algo así. Ni se ha inmutado al decirlo.
-Entonces, ¿cuál es ese favor?
-¿Podrías... llevarme al centro comercial?
Sam levanta la cabeza para mirarla, luego se reincorpora en el sillón con el ceño fruncido.
-¿Me estás pidiendo que te lleve al centro comercial? -pregunta para asegurarse de que ha oído bien.
-Sí, eso -responde ella un tanto avergonzada. No se reconoce. Nunca ha sabido lo que es la vergüenza, y menos delante de un chico. ¿Qué le pasa?
Sam suelta una risita y vuelve a acostarse. Andrea se queda allí parada, observándolo. ¿Está pasando de ella? Es justamente lo que le parece. Y para colmo, él lo ve divertido.
-¿Me lo tomo como un no?
-¿Por qué debería hacerlo? No te conozco.
-Porque soy amiga de tu hermana. Nos conocemos desde hace tiempo. Te he visto desde que ibas al instituto -se justifica rápidamente.
-Ah, sí... Cuando te reías porque estaba gordo.
Andrea se queda muda de pronto. Es cierto que no siempre estuvo tan... bueno, como lo está ahora. Igualmente no es justo que saque esas cosas ahora, ¡era pequeña!
-¡Fingías que te sacabas los mocos y nos perseguías por toda la casa! -le recuerda ella, y Sam parece que sonríe.
-Era divertido.
-Escucha... Solo te pido que me lleves hasta el centro comercial porque necesito comprarme un vestido con urgencia.
El chico arquea una ceja, con gracia, y ella le hace una mueca para que la deje terminar de hablar.
-Simplemente me dejas allí y te vas. No tendrás que soportarme mucho tiempo, iré en silencio por el camino. Te deberé un favor. ¿Quieres que te pague por ello? Porque pue...
-Para, para -salta Sam para que pare de hablar. Apaga la televisión de plasma y se levanta-. Iré a ponerme una camiseta.
Pasa descalzo por delante de ella, muy cerca, pero sin rozarse. Andrea sonríe de felicidad porque lo ha conseguido. Se da la vuelta para mirar su espalda, y sus brazos, y su...
-Por mí, no hace falta... -murmura ella para sí misma, admirando las vistas.
-Sí que la hace. Podrían multarme por conducir sin camiseta.
A la chica le llega la mandíbula al suelo. ¿Cómo la ha escuchado? Apenas lo ha susurrado... Aunque, realmente, le da igual. El hermano guapo de su mejor amiga va a llevarla en su coche hasta el centro comercial. Es lo único que le importa.
Entonces se queda en el salón esperándolo mientras vuelve a encender la pantalla de su móvil y revisa la conversación con Laia. Aún no ha visto el mensaje, por lo que imagina que estará ocupada con Dustin. Se siente fatal por haberse olvidado, y además por estropearle la mentira. ¿Cómo lo estará pasando? Tenía ganas de que al fin apareciese un chico para ella, y qué chico... Aunque está segura de que no tardará en dar problemas. Confía en ello. Sin duda, Dustin es mono y aparentemente ideal, pero ella... está de parte de otro.
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¿Y si te digo que te quiero?
Fanfiction• ¿Qué se puede pedir cuando siempre te han dado prácticamente todo? Pues cariño, tal vez. • Unos padres con recursos han hecho que Laia no tenga que preocuparse por nada en la vida. Parecen la familia perfecta, pero ni se acercan. Creen que se lo h...