Miércoles, tercer día del mes de abril, tercer día de la semana y no ha sabido absolutamente nada de él. El único intento que hizo para comunicarse con él fueron aquellas llamadas del lunes que no respondió. Lo más lógico hubiese sido devolvérselas en cuanto hubiera podido, pero no ha sido así. Dos días completos sin ir a clase y, por ahora, tampoco está en la primera clase del día. No sabe qué hacer. Está preocupada y se siente culpable solo de pensar que puede ser ella el motivo por el cual falta. ¿Cómo puede ser tan inmaduro? ¿No se da cuenta de que esta vez su padre podría tomar medidas contra él? Desde luego, no es esa la solución. No podrá evitarla siempre, y menos asistiendo a la misma clase. Se da aire con los dedos y resopla saliendo del baño ya cambiada de ropa. Cómo odia hacer deporte en el instituto.
-¡Isaac! -Laia echa a correr detrás del chico y se pone a su lado. Es su única esperanza de saber algo de Louis, lo que sea. Simplemente que le diga que está bien.
-Laia, ¿qué pasa? -Se alborota el pelo rubio y clava sus bonitos ojos azules en ella.
-Isaac, necesito hablar contigo.
El chico se tensa visiblemente.
-Dime.
-¿Qué le pasa a Louis? -pregunta la chica con una mirada suplicante, y él presiona los labios desviando la mirada a otra parte. Sabía que esa sería su pregunta-. ¿Por qué no viene a clase?
-Yo... no lo sé.
-Isaac... -le ruega-. Por favor, ¿está bien?
-Laia, yo no le he visto -responde, y ella no sabe si está siendo sincero, o no-. Ni siquiera fue el lunes a entrenar.
-¿Qué? -Su voz es un susurro débil. Que él falte a un entrenamiento ya son palabras mayores-. Pero, has tenido que hablar con él, ¿cierto?
Isaac se encoge de hombros con una mirada compasiva, como si algo le impidiera contestarle.
-¿Me estás diciendo que no has mantenido ningún tipo de contacto con él desde la fiesta de Andrea? ¿Esa es la verdad?
-La verdad es que te quiere mucho.
Esas palabras quedan revoloteando por su mente mientras ve cómo el chico alto y delgado se aleja por el pasillo dando por finalizada la conversación. Pero no va a quedar ahí, el rubito sabe más de lo que aparenta y ya buscará una forma de hablar con él.
***
Sale del aula de francés sola, como de todas las aulas y todas las asignaturas. Lleva tres días sin compañero de mesa, sin acompañante en los pasillos, sin mejor amigo. No es capaz de descifrar la sensación que experimenta cada vez que gira la cabeza hacia la mesa contigua y la encuentra vacía. Supone que el sentimiento está presente en ella todo el tiempo y se refleja en su expresión. Hasta su madre ha notado que algo no va bien. Ayer se la cruzó en la sala y se quedó mirándola varios segundos.
-¿Todo bien? -le preguntó.
-Claro. -Laia asintió fingiendo una sonrisa.
-Tu carita dice lo contrario.
-No es nada.
Y, tras una sonrisa cariñosa por parte de la mujer, se acabó la breve charla entre ellas. Una familia unida con la que pueda contar, solo pide eso.
Un ligero choque con una persona hace que reaccione. Parpadea rápidamente y se dispone a pedirle disculpas pero se queda petrificada al encontrárselo enfrente. Los ojos azules que tanto extrañaba ver de nuevo la miran confundidos por el encuentro.
-Louis -murmura aún asimilando que lo tiene delante y lo aprieta en un fuerte abrazo. El chico está más desconcertado todavía por el gesto y le cuesta reaccionar. La rodea ligeramente, aunque sin mucho entusiasmo. Él también está un tanto paralizado. Le está doliendo mucho más de lo que imaginó.
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¿Y si te digo que te quiero?
Fiksi Penggemar• ¿Qué se puede pedir cuando siempre te han dado prácticamente todo? Pues cariño, tal vez. • Unos padres con recursos han hecho que Laia no tenga que preocuparse por nada en la vida. Parecen la familia perfecta, pero ni se acercan. Creen que se lo h...