SESENTA Y UNO

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Aún no tengo sueño, no por qué.

Louis no tarda en responderle al mensaje:

Yo tampoco, pero el motivo.

Laia lleva horas en la cama, bajo el edredón y con el móvil en las manos. Sí que empieza a tener sueño, sin embargo no quiere dejar de hablar con él.

¿Cuál es el motivo? ¿Has bebido café?

Aprovecha para salir de la cama y bajar, descalza y en silencio para no despertar a nadie, hasta la cocina. Empieza a tener hambre. Cuando pasa por delante de la habitación de su hermano descubre que está vacía. Sí que le ha durado la juerga del sábado por la noche...

Abre la nevera y busca arriba y abajo. Tiene que elegir algo rápido, básicamente porque lo único en lo que piensa es en coger el móvil de nuevo para ver la respuesta que probablemente ya le ha llegado. Se decide por un yogur con fresas. Coge una cuchara y sube rápidamente por las escaleras. Entra en su habitación y regresa a la cama. Allí el olor de la camiseta le hace llevarse la tela hasta la nariz. Huele a él, es como si lo sintiera de verdad.

No es café, es que quiero estar contigo. Quiero que duermas conmigo todos los días, desde la primera vez que lo hiciste.

Le sonríe como una idiota a la pantalla. Lo cierto es que ella también quiere.

Y yo... pero no podemos, al menos hasta que hable con mi padre. No quiero más problemas con él.

Le quita la tapa del yogur y empieza a comer una cucharada tras otra. Rápido. Sin perder demasiado tiempo. Su móvil marca las 02:11 a.m. por lo que hace dos minutos que le envió el último mensaje y todavía no ha respondido. Acaba con el yogur y lo deja en una mesita de noche. Luego se acurruca entre las mantas imaginando que podría estar acompañada, pero lamentablemente no es así. Sueña despierta, con los ojos muy abiertos evitando de esa forma no dormirse. Aún espera una respuesta.

02:17. Nada.

Cabe la posibilidad de que se haya dormido, sin avisar antes... sin despedirse... Entra en su conversación y ve su conexión. Lo ha visto, pero no le ha respondido. ¿Cómo se supone que debe interpretar eso? Tampoco quiere darle más importancia de la que tiene, solo ha visto un mensaje y ha pasado de contestar... O lo ha visto y se ha dormido... O a lo mejor no ha podido contestar por cualquier cosa. ¿Y si le ha pasado algo? Son ya las y veinte. ¿Qué hace? ¿Vuelve a hablarle? Para tener la misma respuesta desde luego que no.
Bloquea el móvil y lo deja en la almohada, junto a su cara. Tira del cuello de la camiseta negra, que lleva días siendo su prenda favorita para dormir, hasta que le llega a la nariz. Su olor... Deja cerrar los ojos finalmente aunque sin que desaparezcan del todo sus esperanzas de que la conversación no haya acabado ahí. Espera un «buenas noches», quizá. Un «que duermas bien» acompañado de un corazón. Solo una tontería como esa.

Pega un salto cuando su móvil empieza a vibrar.

-Al fin.

Pero algo falla. La vibración no cesa, es constante. Lo coge y en la pantalla aparece una llamada entrante. Se le sube el corazón a la garganta de golpe. Lo sabía, algo le ha pasado.

¿Y si te digo que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora