CINCUENTA Y TRES

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-Oye, no me has dicho por qué has faltado estos días. ¿No te encontrabas bien?

Gisele coge el penúltimo trozo de pizza, el que más champiñones tiene, y se lo lleva a la boca. Mastica sin quitarle la vista de encima al chico del flequillo que dirige sus ojos azules a todas partes menos hacia ella, claramente evitando la respuesta. Algo le pasa. Apenas ha comido y lo nota ausente en ocasiones. Está echando de menos su bonita sonrisa.

-No, no me encontraba bien -contesta Louis al fin después de varios segundos. Se cruza de brazos sobre la mesa y se coloca el pelo con un movimiento de cabeza.

-¿Estabas enfermo? -El chico niega, y parece que no va a dar más información.

No está cómodo, ni con muchos ánimos. A lo largo del tiempo que llevan en la pizzería, Gisele ha comentando ciertas indirectas acompañadas de gestos que marcaban bastante la dirección por la que está tratando de ir. No debió haber accedido a verla jugar, y va más allá aún: no debió haber accedido a tener "ayudante" con la organización de los torneos. Es como si el director la hubiese elegido especialmente a ella. ¿No se lo ocurrió en ningún momento un chico? O simplemente una chica que no se fijara en él... Como si no tuviese preocupación suficiente, ahora se le suma una deportista con un cuerpo bonito a la que va a tener que rechazar.

-¡Vamos, Louis! Puedes confiar en mí. ¿Qué te pasaba? Quién sabe si a lo mejor puedo ayudarte... -La chica le sonríe y parpadea varias veces, con esa energía que solo ella tiene.

-Te lo agradezco, pero no creo que puedas influir en los sentimientos de los demás.

Gisele frunce el ceño de forma exagerada. Termina de masticar el trozo de pizza y bebe de su zumo de piña cien por cien natural y sin azúcar añadido, así es como se lo pidió estrictamente a la camarera. Presume de la alimentación sana, sin embargo se ha comido gran parte de la pizza ella sola.

-¿Qué me quieres decir con eso?

-No importa. -Louis fuerza una sonrisa para no sonar borde y que le indica con claridad que no quiere seguir hablando de ello.

La chica no insiste más, pero se queda con la duda. Analiza su rostro con detenimiento durante los minutos que pasan allí hasta que ambos se levantan y salen del local.

-¿Te vas ya a casa? -le pregunta sacando conversación.

Ahora ella también se encuentra ausente, y pensativa. "No creo que puedas influir en los sentimientos de los demás." ¿En qué sentimientos de quién quiere influir? Recuerda la discusión espontánea que tuvo esta mañana con su supuesta mejor amiga. Según ella, él sabe que le gusta y no le importa. Le hierve la sangre solo con recordar esas palabras y la forma con la que se las soltó. Aún sigue sin saber a qué vino eso, pero lleva un rato uniendo cabos en su mente, y ha llegado a una conclusión: o actúa rápido, o puede que ya sea demasiado tarde.

-Sí -contesta el chico-. Bueno, no exactamente. He... quedado en casa de un amigo.

No es cierto. Su único amigo es Isaac y no ha quedado con él, pero no le apetece irse a casa. Necesita estar distraído, ocupado, y es algo que en su casa no va a conseguir. Tampoco estar con Gisele es la distracción que busca.

-Bueno, entonces toca despedirnos, ¿no?

-Supongo. -Se encoge de hombros con las manos en los bolsillos de su pantalón. La chica camina a su lado por la acera muy cerca de él, en su opinión-. Nos veremos mañana en el recreo.

Gisele para de andar, lo que obliga a Louis a hacer lo mismo.

-Gracias por haber ido a verme jugar. -Sus palabras suenan agradecidas de verdad.

¿Y si te digo que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora