VEINTIDÓS

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El profesor de matemáticas no para de hacer garabatos ilegibles en la pizarra que él denomina «explicación del nuevo tema». Lo más probable es que muy pocos se estén enterando. Pero, es que aún ni son las nueve de la mañana. Es lunes. Son matemáticas. ¿Algo más?

-Andrea, a la pizarra.

La chica de media melena fucsia se sobresalta en el sitio. Estaba casi dormida así que no se ha enterado de nada. Como siempre, hará el ridículo en la pizarra.
Se queda mirando al ejercicio un buen rato, entornando los ojos. ¿Eso es chino? ¿Árabe? Quizá ruso.

-Cuando quieras. Estamos esperando por ti -la apura el profesor.

Son demasiados ojos mirándola. No tiene idea de qué hacer. Solo reza para que algo la salve.

-¿Has copiado los apuntes que he explicado hace un momento? -pregunta el hombre.

-Pues... -alarga la chica buscando alguna excusa, sin embargo no le hace falta. Parece que alguien ha escuchado sus rezos porque tocan en la puerta, lo que indica su salvación.

El director, en traje y corbata, aparece diciendo unos amables «buenos días».

-Mierda... -murmura Louis al verlo, sabiendo que posiblemente él sea el causante de la interrupción. ¡Se ha despistado por completo!

-¿Cómo pudiste olvidarte? -pregunta Laia a su lado.

-Señor Collingwood, ¿qué le trae por mi clase? No me diga que ha pasado algo malo -se alarma el profesor de inmediato.

-No, claro que no. Vengo a llevarme a uno de tus alumnos unos minutos.

-Ah, claro que sí. Laia, luego pide el resto de los apuntes a alguien -cede el profesor sin problema aparente.

-No... -el director niega con la cabeza ante la rápida suposición del profesor, una suposición que ha resultado errónea-. Me refería a Louis.

El hombre pone cara de no entender nada, pero le da permiso al chico para levantarse. Enseguida piensa que ha hecho alguna de las suyas y por eso requiere la atención del director.

-¿No podría llevarme a mí también? -le propone Andrea buscando como loca algo que la salve de un ejercicio de mates en la pizarra.

-Me temo que no, Andrea. -Jeremy sonríe y sale de la clase con Louis a su lado.

Caminan por los pasillos solitarios en silencio. ¿Qué será el asunto con tanto misterio? Jeremy lo mira serio y vuelve la vista al frente. Louis por su parte prefiere no preguntar nada hasta que lleguen al despacho. No tiene miedo a Jeremy el director del instituto, pero sí que empieza a temer a Jeremy el padre de Laia.
Piensa que puede ser una llamada de atención por algo que tenga que ver con su hija, pero a la vez recuerda que ayer le dijo que se trataba de un asunto del instituto, así que respira tranquilo, relativamente tranquilo. Todo lo tranquilo que puede estar caminando en solitario al lado del director del instituto.
El trayecto se hace eterno, silencioso, pero al fin llega.

-Pasa -le anima Jeremy y Louis toma asiento sin más. El despacho del director es casi como su segunda casa-. Sé que la poca memoria y el despiste forman parte de ti, así que por eso fui a llamarte. No me des las gracias por librarte un rato de matemáticas.

Louis sonríe pasándose una mano por la nuca, luego acerca la silla al gran escritorio y apoya los codos sobre él. Parece que Jeremy está de buenas así que no será algo malo y eso le relaja.

-Verás... He estado pensando en realizar actividades en el centro, ya sean culturales, lúdicas, deportivas... Ahí entras tú. Quiero que te encargues de organizar torneos de fútbol para todo el instituto.

¿Y si te digo que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora