-¿Vives por aquí cerca? -le pregunta el chico del cual aún desconoce su nombre.
Ella asiente cargada con los batidos y le señala hacia su grupo de amigos.
-Están ahí -le informa Laia mientras se acercan-. Gracias por tu ayuda, de verdad.
-No las des. Ya te cobraré el favor -le dice ocultando una sonrisa.
-Lo dudo mucho. No creo que vuelva a verte -le responde con la misma sonrisa. ¿Cuántos años puede tener? O lo que es más importante, ¿cuál es su nombre? Quiere preguntárselo pero, como ella misma ha dicho, no volverá a verlo.
-Quién sabe lo que pueda pasar...
Cuando los chicos se percatan de su presencia, se quedan mirando al castaño con curiosidad.
-Y tú, ¿de dónde sales? -salta Isaac.
-Él es... -comienza a decir Laia para que el chico termine la frase, y lo hace, pero no de la manera que quería, no revelando su nombre.
-Soy transportador de batidos -contesta y reparte los vasos entre ellos. Eider, al verlos, se acerca para coger el suyo y Louis viene tras ella.
-Gracias -insiste Laia de nuevo y el chico con un «de nada» sonríe y guiña uno de sus azules ojos. Luego se da la vuelta y comienza a alejarse.
-Madre mía, ¿lo conocías? -pregunta Andrea sin quitarle la vista de encima. Su amiga niega con la cabeza-. ¿Cómo se llama?
-Ni idea.
-¡No puedes dejar que se vaya! ¡Es una gran oportunidad! ¿Lo has visto? Le haría gemelos hasta que salieran impares.
-Andrea...
-¡Ey! ¡Oye! -le grita Andrea-. ¡El transportador de batidos!
El chico se da la vuelta al oirlo y se acerca de nuevo.
-¿Por qué no te quedas con nosotros? -le invita con la mejor sonrisa que puede poner.
-No me gustaría molestar -le contesta sin apartar la mirada de Laia.
-¡Anda ya! ¿Cómo vas a molestar tú? -Andrea sonríe y le indica que se siente en el pequeño muro junto a ellos. Ninguno parece oponerse así que este decide quedarse sin más.
Después de las presentaciones, de charlar y bromear durante un rato, Andrea le ha ido sacando algo de información sobre él. Al parecer su nombre es Dustin, va a cumplir veinte años dentro de muy poco, y hace su segundo año de carrera en fisioterapia. Cuando se enteró de ello, sus ojos verdes se iluminaron. Es ideal. Pero, claramente, no le interesa para ella misma.
Apenas sin darse cuenta, han vuelto a hacer separaciones entre ellos, y Laia, no sabe cómo, pero ha acabado sentada charlando junto a Dustin. En poco más de media hora han compartido todo tipo de datos entre ellos, y en ese tiempo, Laia ha observado muchos rasgos de su carácter. Parece atento y compresivo pero, a la vez, nota cierta picardía en sus ojos y el ligero descaro en algunos de sus comentarios. Es listo, su forma de hablar lo deja a la vista. Tiene una capacidad para atraer atención con lo que dice y cómo lo dice que acabas embobada al escucharlo.
Incluso, estudió en su momento en el mismo instituto que ella. Es posible que se hayan visto antes.
De pronto empieza a hablar de sus aficiones: la fotografía y el tenis. La primera de ellas fue inesperada, la segunda se la pudo imaginar; tiene brazos de jugar al tenis.-¿Por qué estudias fisioterapia entonces? Podrías dedicarte a la fotografía, por ejemplo -sugiere Laia.
-Es muy difícil vivir de la fotografía. Tendría que ser muy bueno para conseguir el dinero suficiente, y el caso es que aún no lo soy. -Sonríe y sus ojos se achinan de una forma adorable, al menos a ella se lo parece-. Mientras me convierto en un gran fotógrafo, tendré que trabajar en algo, ¿no crees?
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¿Y si te digo que te quiero?
Fanfiction• ¿Qué se puede pedir cuando siempre te han dado prácticamente todo? Pues cariño, tal vez. • Unos padres con recursos han hecho que Laia no tenga que preocuparse por nada en la vida. Parecen la familia perfecta, pero ni se acercan. Creen que se lo h...