Dustin coge sitio a un lado del terreno, cerca del parque infantil. De la mochila saca un mantel y lo coloca sobre el césped. La chica toma asiento, aún fascinada por el maravilloso paisaje.
-¿Cómo se te ocurrió hacer esto?
El chico se encoge de hombros y empieza a sacar todo lo que lleva en su mochila. Saca primeo vasos plásticos de colores, los cubiertos y unas servilletas. Laia mientras le coge la cámara y la analiza con curiosidad.
-Nunca he utilizado una cámara profesional.
-Entonces esta es tu oportunidad.
Ella le sonríe, localizando el botón para hacer una foto. Se acerca la cámara a la cara, enfoca al chico y le saca la foto.
-Ey, pero no la pruebes conmigo.
Laia se ríe y le hace otra más cogiéndole desprevenido.
-Espero que te guste la verdura, es lo único que he traído.
La chica abre los ojos de par en par con una sonrisilla nerviosa. Por su mente pasa la imagen de ella misma comiéndose la comida a la fuerza para no parecer una desagradecida.
-Era broma. -Dustin se ríe.
-Pues menos mal. -Sonríe aliviada y busca algo a su alrededor para fotografiar. A su espalda, hace clic a los árboles y el sendero por dónde han venido. No tiene ni idea del tema, pero teniendo una cámara profesional ya se siente como tal.
-A parte de las verduras, ¿hay alguna otra cosa que no te guste? -pregunta el chico sentado a su lado.
-¿Tienes tiempo? -Dustin levanta las cejas, divertido y curioso.
-Una comensal exigente... A ver, sorpréndeme.
-Pues mira... -Laia deja la cámara sobre sus muslos y se prepara para enumerar con los dedos-. La cebolla, algunos tipos de marisco, todas y cada unas de las verduras, la comida china, el tomate, los guisantes, la piña, los champiñones...
Sigue contando con los dedos y diciendo alimentos a la vez que Dustin no da crédito.
-Vale, vale. Para -le pide, sujetando sus manos para que no continúe enumerando-. Por suerte, creo que no he traído nada de eso.
La chica se ríe y él destapa varios recipientes de plástico con la comida. Hay ensalada de macarrones de colores, empanadillas de atún, algunos bocadillos variados, fruta troceada y pizza cortada en pequeños rectángulos.
-Lo he hecho yo todo, así que acepto críticas.
-¿De verdad lo has hecho tú? -pregunta gratamente sorprendida-. ¡Así que sabes cocinar!
-Lo intento.
-Genial, porque yo no.
Ambos comienzan a comer entre risas y buenas críticas a la comida por parte de la chica. Pronto su móvil los interrumpe, pero lo pone en silencio al ver que es su padre el que la llama. Odia tener que seguir mintiendo y dando excusas, y obteniendo broncas y castigos a cambio. Tendrá que plantearse seriamente contarle la verdad, que sale con un chico y que por eso pasa más tiempo fuera de casa de lo normal. No sabe cómo va a tomárselo, aunque todo apunta a que no será una buena reacción. Pero lo prefiere así. Tiene que aceptar que ya no es tan pequeña, y necesita un poco más de libertad y confianza por su parte.
Cuando la pareja termina de comer, Laia le da las gracias nuevamente al chico por haber preparado todo aquello y por llevarla a ese lugar.
-No puedo aguantar más -dice ella.
-¿Qué te pasa?
-Me está llamando. ¡Tengo que ir! -Se levanta y, corriendo como una niña, va hasta el columpio y se sienta sobre él-. ¡Ven a impulsarme!
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¿Y si te digo que te quiero?
Fanfic• ¿Qué se puede pedir cuando siempre te han dado prácticamente todo? Pues cariño, tal vez. • Unos padres con recursos han hecho que Laia no tenga que preocuparse por nada en la vida. Parecen la familia perfecta, pero ni se acercan. Creen que se lo h...