DIECISÉIS

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-Me gustaría saber de dónde voy a sacar un maldito traje para mañana -protesta Louis mientras avanza al lado de Isaac por el pasillo de los laboratorios.

-Pídele un adelanto del sueldo a tu jefe -le responde Isaac.

-Ni de broma. Ya tengo que decirle que si puedo salir antes de trabajar.

-Deberías haber aceptado el dinero que te ofrecía Laia.

-Muchísimo menos aún. Me jode que sea ella la que siempre tiene dinero y yo no. Yo debería pagarle cosas, y no al contrario.

Isaac lo mira de reojo y luego sonríe dejando a la vista sus brackets.

-Sabes, ahora que lo pienso... Tal vez pueda dejarte alguno de mi padre -le ofrece abriendo su taquilla-. Seguro que te sirve.

-¿De verdad?

-Claro. Esta tarde lo miro. -Mete dos libros y vuelve a cerrar la taquilla.

-Gracias, tío. Te debo una.

-Más de una. Llevo la cuenta -bromea Isaac y bajan por las escaleras hasta el primer piso.

Siguen andando en busca del aula de matemáticas hasta que se encuentran con Laia y Ariana por el pasillo.

-Hola, chicas -las saluda Isaac y ellas se dan la vuelta para unirse a ellos-. ¿Sabéis algo de Andrea?

Ari aparta la vista de su libro de lectura y niega con la cabeza en respuesta. A veces no es una chica de muchas palabras... o casi nunca. Se retira unos rizos de la cara y sigue leyendo.

-Yo hablé ayer con ella -informa Laia-. La encontré mucho mejor. Además, me dijo que hoy vendría a clase así que no entiendo por qué no la he visto a primera hora.

Isaac se encoge de hombros y Louis se mantiene callado. Entre el silencio, Laia y el chico de ojos azules cruzan las miradas y se sonríen el uno al otro sin saber muy bien el motivo.

-Tengo tu paraguas -le recuerda Louis.

-Lo sé. Guárdarlo para la próxima vez.

-¿Próxima vez? -Louis arquea una ceja y hace un mueca que a ella le hace reír.

Mientras, Ari continúa centrada en su libro e Isaac camina junto a ellos, un tanto ausente.

-¿Qué coño...? -salta Louis de repente y se queda con la boca abierta mirando al frente. Laia mira en la misma dirección y la mandíbula le llega al suelo.

-¿Tú también la ves? -le pregunta Louis y ella asiente incapaz de articular palabra.

Isaac y Ari levantan la cabeza al mismo tiempo y se quedan con los ojos muy abiertos. Andrea se acerca a ellos por el pasillo... y está rubia. Sonríe de oreja a oreja cuando ve a sus cuatro amigos. Sus ojos enormes y verdes irradian felicidad. La sorpresa se intensifica cuando se mueve el pelo, ahora de color rubio claro, y al final de los mechones se distingue un intenso rosa fucsia.

-Hola, ¿qué tal? -pregunta como si nada al llegar a ellos. Agita sus pestañas llenas de rímel y sus mejillas pecosas están más sonrojadas de lo normal-. ¿Nadie contesta?

Los cuatro siguen con cara de póker. Es un cambio de imagen muy radical e impactante como para articular palabra.

-Andrea, ¿qué te has hecho? -Es Laia la primera en abrir la boca.

-Te dije ayer que iba a la peluquería -responde ella, sonriente.

-Creí que... Creí... -No le salen las palabras. Es cierto que le contó que tenía cita en la peluquería, pero se imaginó lo de siempre: cortar las puntas y descargar un poco para reducir el volumen.

¿Y si te digo que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora