DIECIOCHO

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Se queda embobada mirando la fachada y las dimensiones de la casa, o mejor dicho la mansión, en la que se celebrará el banquete. La enorme verja dorada está completamente abierta dejando paso a los invitados. Todos los que van llegando ponen la misma cara de admiración y asombro.

-No jodas que aquí viven tus tíos -habla Louis, escrutando cada detalle de cada ventana, cada planta y toda la vegetación conformada por setos que rodean el terreno, los árboles en flor y el césped.

-No, solo lo han alquilado para la celebración -le responde ella sin perderse un solo detalle.

-La hostia... -murmura Sam, y al segundo recibe un manotazo de su madre en el brazo por la palabra.

-Compórtate, Sam -le advierte Anna y los demás se ríen por lo cómica que resulta la situación.

-Mamá, por Dios. Veintidós años -le recuerda él y se adelanta a atravesar la entrada.

Jeremy y Anna le siguen, pisando el césped y dirigiéndose hacia la parte trasera de la casa.
Cuando pensaban que ya nada podía sorprenderlos más, una enorme carpa de color blanco ocupa gran parte del jardín. Junto a la carpa hay una fuente circular con adornos de mármol blanco. Unos niños se dedican a correr alrededor y a espantar a las palomas que se posan para beber agua fresca. Tal vez lo más impresionante de todo sean los kilómetros de jardín. Tras la carpa se puede apreciar a lo lejos el comienzo de un bosque frondoso y espeso.

-Incluso el bosque pertenece a la mansión -informa Jeremy al ver las caras de asombro y se dirige al interior de la carpa.

-Yo también quiero ser rico -salta Louis.

-Es impresionante.

Ya dentro de la carpa muchos han ocupado sitios en las mesas. Decenas y decenas de mesas circulares con capacidad para seis personas ocupan gran parte del espacio de toda la carpa. Prácticamente todo lo que se puede ver, desde los adornos, las flores, las sillas y los manteles, hasta el gran escenario que está instalado al final, es de color blanco y negro. Sobre el escenario descansa un elegante piano, además de unos cuantos micrófonos, lo que adelanta que habrá música en riguroso directo.
Los cinco toman asiento en una mesa libre muy cerca del escenario y a su vez cerca de la mesa principal, la que corresponde a los verdaderos protagonistas de la celebración. De repente, las luces de montones de focos que recorren el techo se encienden dando una luz blanca agradable. Mientras siguen entrando invitados sin cesar, Sam y Jeremy empiezan a hablar de la decoración dando su aprobado a todo lo que han visto hasta el momento.
Laia se acerca hasta el centro de la mesa para oler el ramo de rosas blancas y negras que adorna y aromatiza el ambiente.

-Me siento fuera de lugar aquí -le murmura Louis, y ella sonríe.

-No seas tonto, Louis.

-Lo digo de verdad. ¿Ves este tenedor? -Lo escoge entre la cubertería de plata y se lo muestra-. No podría pagarlo ni con mi sueldo de un mes.

Ella se echa a reír y niega con la cabeza.

Pocos minutos después, la novia y el novio aparecen cambiados de atuendo. Los aplausos y los silbidos resultan ensordecedores mientras avanzan, saludando a todos los presentes. Claire, con un vestido rojo intenso y con su pelo suelto, se acerca a la mesa donde se encuentran ellos. Al ver a su hermana se le humedecen los ojos pero inmediatamente se da aire con las manos. No puede permitirse estropear el maquillaje. Con Anna se detiene unos segundos más para darle un abrazo y el resto le da un beso en la mejilla y la enhorabuena.

-Estás preciosa, tía Claire. Siento no haberme enterado de la temática -se disculpa la chica, señalando su propio vestido. Ella con una sonrisa le dice que no pasa nada y se dirige rápidamente a su mesa.

¿Y si te digo que te quiero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora