11. No Te Vas A Casar Con El

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Iba llegando a la casa de los Farraday, no podía dejar de pensar en que haría una vez que su hermanita se casará, por supuesto el también debía casarse... Pero quería más.

Su hermano William y su espíritu aventurero... era feliz, sin saber aún sobre su destino, su futuro, si nada fijo.

Luego estaba Alexander quién cualquiera que lo viera pensaría que sería el desastre de la familia, había encontrado su destino, la guardia real y ni siquiera parecía del tipo que le importara servir a los demás, pero claro que su hermano era una persona noble, él lo sabía.  Estaba ahí estaba listo para recibir una bala si fuera necesario, no sabía cómo es que su hermano podía vivir de esa forma y amar su vida.

Y ahí entre sus hermanos... estaba él. Un médico de turno, deseando coger un pincel y pintar los paisajes jamás explorados. Amaba lo que hacía, ayudar a los demás era muy placentero... pero al final del día no se sentía completo, algo le faltaba ¿qué era? no lo sabía... Y cada noche antes de dormir, daba vueltas en la cama preguntandose a si mismo que habría sido de él si hubiera elegido seguir los pasos de su padre.

Su padre era un pintor reconocido, era un hombre maravilloso, Benedict Bridgerton... Siempre había deseado ser cómo él.

—Señor hemos llegado—  sonó una voz por fuera del carruaje. Se encontraba frente la casa de su prima Amanda Cra... Farrady.

—Gracias, bajare mi botiquín, podrian avisar que estoy aquí, por favor. — Dijo luego soltó un suspiro.

—Señora su primo está aquí— Amanda alzó su vista del libro que tenía en las manos.

—¿Qué primo señora Hobbs?— Preguntó.

—Yo... hola primita— Un caballero asomo su cabeza, llevaba un guardapolvo color café, botas desgastadas y un botiquín en mano.

—¡Charles!— Amanda corrió hacia él y le dio un fuerte abrazo, luego lo miró molesta. —¿Qué haces aquí? tienes que cuidar de las niñas— Ella mantuvo su mirada seria y luego de dos segundos ambos estallaron en risas.

—Esas ya no son niñas Amanda, son monstruos— Ella rió un poco más, pero se veía cansada, pálida quizá. 

—Creí que dirías que eran unas... Ya sabes señoritas —le dijo ella.

—Gracias por venir, yo no quería molestarte— Charles la miró a los ojos y se cruzó de brazos tal y como ella lo había hecho minutos antes. 

—He venido a revisar a los gemelos, debiste habérmelo dicho, me preocupe mas porque no lo hicieras— Dijo él

—¡Ah!  Pennyrose... Ella te lo dijo, esa chiquilla, gracias por venir Charles,no queria preocupar a mamá y a papá... ¿saben que estás aquí?— Ella comenzó a caminar por el pasillo y él la siguió. 

Él negó con la cabeza. —No he dicho que he venido a ver a los gemelos, solo Pennyrose lo sabe, dije que tenía que ir a un  pueblo donde no había médico disponible, aun así, no deberías guardar estas cosas, somos tu familia— Llegaron al último escalón y caminaron por el pequeño pasillo.

—Lo sé, pero no quería preocupar a mis padres, este es un momento importante para Pennyrose, no quería... bueno quitarle la atención— Él hizo un gesto con la boca.

—¿Cómo siguen?— preguntó.

—Bien, ya no tienen fiebre, aún tienen un poco de tos... estaba leyendo este libro de medicinas naturales, y bueno ya los verás tú mismo— Soltó un suspiro. Abrió la puerta donde se encontraban dos pequeñas camas y en ellas dos niños pequeños, Elisa y Neil.

Se acercaron a las camas donde ambos pequeños dormían, tenían un trapo húmedo en la frente, Elisa tenía el cabello rizado y dorado, bajo sus ojos se asomaban unas grandes ojeras, se veía pálida y sus labios pequeños estaban resecos, su aspecto era mejor qué el del pequeño Neil. 

Una Bridgerton en aprietosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora