50. Paz

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-Esa pintura es muy hermosa- Aggie dio un pequeño salto hacia atrás del susto. -Me da gusto que le guste lo que ve, después de todo pronto esta será su casa.

-Lo es- ella le regaló una sonrisa tierna, cargada de brillo, mostrando sus delgados y finos labios curvarse, dejando ver unos pequeños hoyuelos alrededor, de la forma en que su madre sonreía- la reconocería en cualquier parte, solo no espere que la vería de nuevo. La hizo cuando yo tenía 5 años, estoy segura.

-Oh, que buena memoria tiene Agatha, su tío el señor Bridgerton, tiene demasiado talento. Desde mi regresó a Londres, lo busqué por todas partes, quedé prendado de sus obras en un museo, soy un gran admirador del arte.

-Eso es maravilloso mi lord, el arte no es algo que todas las personas saben apreciar, mi tío Benedict me dio un par de clases, ¿ Usted dibuja? -Él negó con la cabeza.

-No. Pero me gustaría, solo fui un escultor de joven, pero muy joven, antes de embarcarme en la guerra; cuando volví, bueno, fue diferente mi hermano murió y yo tuve que hacerme cargo de todo.

-¿No era lo que esperaba verdad? supongo que a veces nos encontramos en posiciones en las que nuestro actuar debe centrarse en lo que es correcto y no en lo que deseamos, es una pena. - él le miró asombrado - No digo que es malo, mi tío el Vizconde tuvo que tomar el cargo y estoy segura que él nunca se habría visto haciendo otra cosa, pero para los segundos hijos siempre es diferente, lo se por mi tío Phillip. -Ella se cayó de golpe -Lo siento, a veces hablo mucho, eso es culpa de Nicolas - eso lo había dicho mas para si misma -, pero como le decía sé que para algunas personas es más difícil que para otras.

-¿Difícil?- Preguntó el Conde con su mirada hechizada por aquella señorita cobriza, con una mentalidad muy particular. Estaba ansioso por saber qué más tenía para decir. Hablaba con tanto cariño de su familia, que estaba seguro que sería una gran madre.

-Sí milord, estar dividido entre el corazón y el deber. ¿No pudo recuperar su arte?--- Y comprensiva, su hijo había elegido la mujer correcta.

-No, no tuve tiempo, pero puedo decirle que Nicolas es muy bueno Agatha, debería ver su taller de escultura, es un secreto muy bien guardado, pero el chico es increíble. - Agatha le miró sorprendida, y el Conde se permitió reír. Aquel hombre mayor tenía un alma tan cálida, que Agatha se sentía tan cómoda, su risa era armoniosa y le recordaba a Nicolas, quizá no era su padre verdadero, pero eran muy similares. -¿No se lo ha dicho verdad? bueno, seguro lo hará pronto, por favor guardemos el secreto y finja sorpresa.

-Bueno, pero si ya me he sorprendido, supongo que al verlo con mis propios ojos lo haré de nuevo, me preguntó porque no me lo había contado ya. Creí saberlo ya todo de ese hombre. -Él Conde se encogió de hombros.

-Esa es una de las joyas del matrimonio mi querida niña, tener toda una vida para conocer a la persona que se ama, le aseguro que será grato, para dos personas que se aman siempre es grato el matrimonio. Siempre encontrarán algo para sorprenderse. -Ella le miró con curiosidad. -Me alegró, siempre quise que Nicolas se casara por amor y estoy tranquilo, porque la tiene a usted, no puedo estar más feliz. -Dijo con sinceridad. El Conde tomó con sus cálidas manos las de ella y le dio un ligero apretón - Cuide bien de él Agatha, la responsabilidad del condado no es fácil, pero seguro que todo será más sencillo con usted a su lado.

Ella no respondió, pero sonrió, él soltó sus manos y la guió hasta otra obra de arte. Estaba sorprendida con aquel hombre de postura recta haciendo honor, de lejos parecía un ser frío y muy calculador, pero ya conociéndolo, tenía en el alma el calor de mil soles. Deseaba que sus hijos lograran conocer a su abuelo. Agatha estaba muda, estaba encerrada en mil emociones. Aquel hombre le hablaba con tanto respeto y cariño, tanta familiaridad, que le parecía tan tierno y extraño. No esperaba que aquel hombre de piel morena, tan diferente a los de la sociedad aristocrática fuera un ser tan puro y emocional, se sentía realmente bien en ese momento, sentía una sincera emoción. No conocía bastantes hombres que fueran tan paternales, tan abiertos, y los pocos que conocía eran de su familia, bien, ahora el Conde era su familia.

Una Bridgerton en aprietosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora