Epílogo 1. Felices Para Siempre

970 44 10
                                    


El calor de la chimenea se sentía en el salón color verde, mientras por las ventanas se veían los pequeños copos de nieve caer.

Todo olía a galletas de mantequilla y pavo recién horneado. Era increíblemente perfecto, Prusia era un hermoso lugar en el que jamás había imaginado estar.

A veces extrañaba a su escandalosa y ruidosa familia, pero la serenidad y paz en su hogar, era indescriptiblemente embriagante y rara vez se sentía triste. Escribía a menudo con Eloise, su madre siempre le mandaba cartas de al menos 5 hojas, pero siendo sincera ella también.

Siempre pasaban la navidad en familia, en casa de la abuela Violet Bridgerton, pero esta vez la nieve les había cerrado el paso, sería diferente. Pero sería igual de perfecto, porque estaban juntos.

—Excelencia— dijo Dimitri dándole un beso en la frente.

—Excelencia— dijo ella, cortésmente mientras bebía de su té.

—Te tengo una sorpresa que te va a encantar mucho. —Le dio un fugaz beso en los labios —ven, vamos.

Dimitri le quitó el té de manzanilla de las manos, y la tomó del brazo, Penelope se dejó arrastrar por su esposo.
Cerca de la puerta, su mayordomo le proporcionó su saco más calentito para poder salir, no hacía tanto frío como navidades anteriores o tal vez era que Prusia era menos frío, no lo sabía, pero de igual manera sentir la brisa invernal le hacía sentir viva.

Llegaron a la puerta trasera del jardín, y Dimitri le tapó los ojos con las manos.

—Esto es...

—Solo espera y verás.

Hubo un silencio total, Pennyrose estaba intrigada, realmente. Y ansiosa por saber que era lo que Dimitri tenía preparado para ella.
Puedo escuchar a lo lejos el trote de un caballo aproximándose, podría ser entonces... Debió imaginarlo, era un gesto tan tierno, luego de la perdida de su gran preciado Chocolate.

—Mira ahora— dijo Dimitri permitiéndole ver.

Era un precioso caballo, color café. Sebastián venía montandolo, sonrió orgullosa.

Se sentía tan feliz de verlo ahí arriba, con sus rizos rubios brincando y tomando con fuerza la correa, al mando, se veía mucho más grande.

—Es precioso— dijo acercándose.

—¿Te gusta querida?—preguntó Dimitri.

—Se parece mucho a Chocolate, es muy precioso.

—¡Por supuesto que se parece a él! — dijo Sebastián con una sonrisa y tono alegré—es su hijo, estuvo un año en entrenamiento y finalmente terminó su adiestramiento.

—Oh... Es... Es— salió de su boca, para dejar salir un par de lágrimas.

Acercó su mano al caballo para que pudiera olfatearla, entonces ella le abrazo, restregando su cuerpo a él, él caballo le recibió afectuoso.

Sebastián pego un brinco, sin soltar la correa.

—Dimitri dijo que este era el mejor regalo de navidad, ¿Sabes como le llamarás?— preguntó Sebastián con curiosidad.

—¿Es rápido?—preguntó ella.

—Oh, si, mucho, y muy obediente, me ha tratado muy bien— dijo Sebastián.

—¿Crees que pueda ganar una carrera contra Maximus?—preguntó ella con una sonrisa.

—Desde luego, cuando puedas montar de nuevo, podrás verlo por ti misma, es tan veloz como un rayo—dijo Sebastián.

Una Bridgerton en aprietosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora