30. El Gran Día

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—Vaya, ¡te ves hermosa!— Violet la tomó de la mano y la hizo girar. 

—¿En verdad lo creen?— Agatha asintió con la cabeza. 

—Yo creo que es más que hermosa, es perfecta— Una voz se escuchó a su espalda. 

—¡Amanda!— Chilló emocionada Pennyrose, lanzándose a los brazos de su hermana mayor. 

—Oh, mi pequeña hermanita— Luego miró a sus primas —Ustedes también vengan acá— Las cuatro se unieron en un hermoso abrazo. 

—Pennyrose, no vayas a llorar, tu maquillaje— Le recordó Agatha. Pennyrose solo asintió con la cabeza y terminaron su abrazo. 

—¿Y los bodoques?— preguntó Violet con una sonrisa. 

—Tras su tío Thomas y George— río Amanda. —Chicas... denme unos minutos con Penélope, por favor— Agatha y Violet salieron de la habitación. 

—Gracias por estar aquí, me estaba muriendo de los nervios— Dijo Pennyrose dejándo se caer en la cama. 

—¿No creíste que iba a faltar verdad?, estoy aquí por si quieres huir— Dijo Amanda cruzándose de brazos. 

—No te lo habría perdonado— Dijo con una sonrisita. 

—Nunca creí que serías una Princesa— Suspiró. 

—Mamá y Papá no creían que alguien se casaría conmigo— Amanda río. 

—Tampoco lo creían conmigo y mírame, siendo feliz, eso es lo que quiero que tu seas feliz— Su hermana la tomó de las manos. 

—Lo estoy siendo, Dimitri es maravilloso, él me hace feliz— Dijo sincera. 

—Nunca olvides que nosotros somos tu familia y aunque estés casada estaremos para ti, no olvides Pen, eres maravillosa, y yo sé, que lo sabes. No sé cómo será tu vida viviendo algo tan grande y diferente, pero por favor, que nunca te arranquen quién eres, no te transformes— Sus ojos se llenaron de lágrimas, su hermana mayor la volvió a abrazar depositando un suave beso en su frente. 

—Amanda, eres la mejor hermana del mundo— Dijo en un hilo de voz. 

—Yo también te amo Pennyrose, eres como yo, graciosa y locuaz, mi alegría ancestral— Amanda la soltó poco a poco. — Hora de bajar— Dijo. 

Todos estaban al pie de la Catedral, Dimitri lucía su traje Real, de color rojo, con las insignias de Prusia. Su cabello peinado ligeramente hacia un lado... La iglesia tenía hermosos adornos dorados, que combinaban con las flores en cada banca, la iglesia totalmente iluminada.

De pie del brazo de su padre suspiró, en las primeras filas, solo había familia, se debe decir que los Bridgerton ocupaban una gran parte del lugar. Habían algunos familiares de Dimitri, tíos lejanos... primos de su padre, uno de ellos padre de Regina, la cual extrañamente llevaba un vestido negro voluminoso; la familia de Dimitri no la aceptaban del todo, muchos de ellos esperaban que desposara a Regina y si no a Regina a alguien con una condición social más apta. 

Luego estaba ella, con su cabello semirecogido, una tiara hermosa plateada incrustada de diamantes brillantes que Dimitri le había mandado con una hermosa nota:

"Hoy es el gran día, uniremos nuestras vidas para siempre, pero siempre es lo que te he estado esperando y siempre es lo que te amaré, tuyo eternamente Dimitri Renaldi" 

—Si quieres correr, no prometo alcanzarte el paso pero al menos intentaré— Dijo su padre viéndola con ojos de amor. 

—Papá— Dijo en un hilo de voz. 

Una Bridgerton en aprietosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora