Capítulo Especial.

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-Tienes que prometer que me van a llevar al lago o le diré a mis padres que me dejaron aquí arriba sola.

-Juliet ¡baja de ese árbol!- Grito Edmund, la niña de 8 años se aferró al árbol con fuerza, su vestido verde tenía las orillas rasgadas.

-Prometelo Edmund Bridgerton- Juliet lo señaló con un dedo. -Promete que puedo ir al lago con ustedes.- Edmund gruñó, parecía no querer ceder.

-Siempre corres tras nosotros a todos lados, eres tan insoportable.

-¡Tu eres insoportable!- Juliet le mostró la lengua haciendo muecas.

-No hagas eso, eres fea, así te ves más fea.

-¡Tú eres tonto!

-¡Oruga verde y fea!- Ella arrugó su nariz.

-¡Sapo tonto y apestoso!

Miles venía llegando al lugar con algunas cosas en una bolsa, probablemente cañas de pescar o botes para guardar ranas y hacer alguna travesura.

-Juliet baja de ahí por favor- pidió Miles, la pequeña niña entrecerró sus ojos, sus piernas rodeaban con fuerza el tronco comenzaron a deslizarse lentamente.

-Bueno, solo porque tu me lo pides amablemente- la pequeña iba bajando cuidadosamente hasta que una de sus medias se enredó con una rama, cayó al piso.

-¡Juliet! - gritaron al unísono los dos pequeños Bridgerton. Edmund corrió a su lado, ella lo empujó con una mano.

-Es tu culpa- La nariz de Juliet comenzó a ponerse roja conforme las lágrimas bajaban de su rostro.

-Es tuya, niña tonta, ¿por qué tenías que subir al árbol?- Edmund tomó su muñeca para revisarla.

-Si me hubieras querido llevar desde el principio, no tendría que haber subido para convencerte.

-¿Está rota?-preguntó Miles.

-Eso creo, no soy doctor, sólo tengo 10 años.

-Iré por papá- Miles se marchó.

-Lo siento- Dijo cuando la pequeña pasó su antebrazo por su nariz para limpiarse.

-Está bien, te perdono- Dijo la niña sorbiendo por la nariz.

-¡Pero sigue siendo tu culpa!

-¡Te odio Edmund Bridgerton!

-¡Niñita! ¡Oruga verde!

-No soy una niñita, ¡ni una oruga! ya cumplí 8.

Cuando menos lo pensaron ya habían dos hombres ahí con los brazos cruzados mirándolos detenidamente a ambos.

-¿Otra vez peleando?- preguntó Anthony mirando a su hijo.

-Lord Bridgerton, ha sido... estábamos jugando, no peleábamos- se apresuró a explicar la niña.

-¿Es así?- preguntó el padre de Juliet mientras la tomaba en sus brazos.

-Si, así fue, si... - Dijo Edmund, aunque no sabía porque ella había mentido, siempre discutían eso era una verdad. Ella lo había salvado de un buen regaño.

Horas más tarde, cuando el doctor se marchó y determinó que la muñeca de Juliet no estaba rota, y que sólo necesitaba reposar, Edmund se acercó al salón de juegos.

-Juliet... -La niña alzó la vista dejando su muñeca a un lado.

-¿Si?- preguntó con toda la gracia de una señorita.

-Quieres... - Edmund carraspeo su garganta, mirando hacia atrás vio a Miles quién estaba detrás del marco de la puerta escondido, haciéndole una señal para que continuará. -¿Te gustaría jugar con nosotros cartas? - a Juliet se le iluminaron los ojos.

Una Bridgerton en aprietosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora