48. Peligro

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—Siento mucho lo que pasó con tu caballo Penelope, pero no puedes simplemente irte a Prusia. 

Lady Aitana la miraba mientras se amarraba firmemente sus botas, y se ponía un vestido cómodo para cabalgar. Estaba exhausta, había demasiadas cosas que le incomodaban y una de ellas, el hecho de sentirse inutil. 

—Pediré entonces que te preparen un carruaje, si no cambiarás de opinión. 

La escucho, pero no respondió siguió con lo que estaba haciendo. Mientras alisaba su vestido y se soltaba el cabello alborotado, aún tenía sus mejillas enrojecidas por haber llorado.

Lady Aitana salió de su habitación dejándola sola, ella soltó un suspiro mirándose frente al espejo, acariciando su vientre —¿Estás aquí? ¿Serás real ya?— se preguntó, porque aún sentía que no estaba segura de nada, su corazón latía con fuerza cada vez que lo imaginaba... decidida a todo se dirigió a la habitación de su pequeño cuñado. 

Sebastian se encontraba en el suelo de la habitación mirando las estrellas dibujadas en el techo, cuando miró a Penelope parada en la puerta, se sentó derecho.

—Siento lo que le pasó a tu caballo Pen.

—Sebastian, ¿Por qué le tienes miedo a los caballos?—El niño se encogió de hombros, ella suspiro. —¿Sabes?, yo también llegué a tener miedo de caer, lo hecho muchas veces, la primera vez fue aterrador, pero no me rendí y no me pasó nada, nunca me ha pasado nada, supe que estaría bien, volver a intentar y esforzarme estaba bien. 

Los ojos de Penelope nuevamente se llenaron de lágrimas mientras Sebastián la veía fijamente analizando su rostro, ¿qué podía pasar por la mente de un niño pequeño? 

–Papá se cayó, pero él no estuvo bien– dijo con voz apagada. 

Penelope comprendía que el miedo de Sebastián iba más allá de una simple caída, la muerte había golpeado su alma tan pequeña, que podía sentirla palpitar ella también en su propio corazón. –¿Compraras otro caballo?-- preguntó de repente. 

–No se si haya uno tan bueno como Chocolate– Pen se sentó a su lado, acariciando sus rizos rubios.

–Dimitri dice lo mismo del caballo de papá, por eso se lo quedó, Pen ¿cuándo volverás con Dimitri? 

Sintió el nudo en su garganta formarse, conteniendo todas las lágrimas que podía. Porque una parte de ella sabía que podía derrumbarse en un segundo, podría ser que todo cambiará, pero este niño aquí y ahora era su familia, haría lo que fuera por protegerlo porque es lo que Dimitri haría si estuviera ahí, algo en su corazón latía con un fuerte presentimiento, la ausencia de su esposo le aterraba, no saber nada de él la tenía terriblemente preocupada. Pero no tenía una respuesta ni nada que decir ante eso, así que lo evadió. 

–¿Todavía recuerdas bien ese día?, eras muy pequeño, tu prima dice...– Sebastian la interrumpió. 

–Ella dice mentiras, siempre dice mentiras.

–Debes decirme qué mentiras dice– Sebastian volvió a encogerse de hombros.

–Nadie me cree nunca, pero yo la vi.

–Yo si te creeré Sebastian ¿qué viste?

–La trampa color plata, como...como col...colmillos de cocodrilo, atrapó la pata del caballo y yo, y eso, cayó y yo la vi.

Penelope dejo de acariciar su cabello concentrándose en lo que acaba de decirle su cuñado pequeño, Regina había puesto la trampa, ella había matado al papá de Dimitri cuando él estaba en la universidad, era igual de despreciable que su padre el Marqués. 

Una Bridgerton en aprietosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora