Jolé

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— Entonces... ¿debo llamarte Anthony o puedo decirte Tony? —preguntó Red mientras caminaba sobre una pequeña barda de una fuente, ya habían pasado tres días desde que Red había hecho su nueva adquisición y el pelirrojo seguía sin hablar más de lo que se requería, siempre tenía un gesto molesto, como si viviera en un tremendo infierno a lado de Red quien no descansaba en buscar la forma de ganarse la confianza del chico y por eso había decidido y ordenado que nadie los siguiera, que a partir del primer día Red saldría acompañado únicamente de Tony, tal vez así podrían crear un vínculo si solo se tienen el uno al otro.

— Como usted desee mi Señor —respondió con voz grave el dragón.

Red miró con la esquina del ojo a su acompañante, pudo notar como a sus espaldas, el gesto de Tony era más hostil, molesto, un tanto herido Red suspiró, en verdad quería agradarle a su Guardia, ¿agradarle era la palabra...?

Una idea llegó a la mente de Red y en ese momento pareció ser la más brillante idea que jamás pudo tener.

— ¡Lo tengo! —exclamó Red girando hacia Tony aún sobre el borde de la fuente, Tony lo miró exhausto— Probablemente una de las razones por la cual sigues de mal humor es que no te dejaron despedirte.

El pelirrojo arqueó una de sus cejas sin comprender lo que quería decir su inusual jefe.

— Quiero decir, en cuanto ganaste en la Arena fuiste escoltado hacia los Establos, no te despediste de tus amigos y familia en la Granja... ¡Oh, vaya! que desconsiderado, ¿cómo no me di cuenta antes? —dijo Red retomando su personalidad inocente y algo infantil, Tony por su parte mantuvo sus labios sellados, solo quería que el tiempo pasara rápido y ganaran la Rebelión para estar de nuevo con sus hermanos y liberar a sus amigos y quien sabe, tal vez buscar el amor; nunca había sido una opción para él pero si acabaran con la guerra... ¿en qué más podría distraerse?

Con esas ideas y sueños en mente se perdió el resto del discurso de Red y solo volvió en sí cuando escuchó la última exclamación del Príncipe.

— ¡Andando! —dijo Red antes de saltar del borde de la fuente y emprender carrera a través de los jardínes con Tony detrás de él.

Ambos chicos atravesaron la mansión Van Durguen hasta llegar al último rincón alejado donde se encontraba la Granja, un lugar relativamente pequeño que albergaba una gran cantidad de drago-men, adultos y jóvenes, todos amontonados en una sola casona dentro de un corral que servía para que estiraran las piernas durante el día, un paisaje realmente deprimente. Tony sentía ira al ver la escena, recordó sus doce años de su vida en ese lugar y que sus amigos seguían ahí, atrapados, ¡esclavizados! Por su parte, Red sentía lástima, odiaba ver a los drago-men en esas condiciones, ellos eran seres vivientes también, no merecían ese trato, y aunque no lo mencionara nunca, aún recordaba los días en los que salía junto a su nana al mercado de la región Gammer, allá donde solían vivir antes de que su padre fuera Rey y tuvieran que mudarse a la actual mansión en la Capital, en aquellas salidas clandestinas, Red conoció a varias personas, mercaderes, floristas, panaderos, todos diferentes, pertenecientes a cualquiera de las razas... mientras caminaba a la Granja recordó a Grem, un carnicero de aquel pueblo, un licántropo de cabello negro y piel bronceada, quien cada que abría la boca contaba la misma historia de cómo peleó junto al Rey Trekore en sus años de juventud; sin embargo, lo que Red más recordaba en ese momento era a Melissa, la esposa de Grem, una bella mujer de cabellos negros largos hasta la cintura, con mirada dulce, ella era una drago-man, tenían hijos cada verano (o eso decía su nana) pues la pareja ya esperaba su quinto hijo en aquellos años... tras el nuevo régimen, esas familias mezcladas eran cazadas, separadas, y castigadas... jamás volvió a ver a Grem ni a su familia, «¿qué habría sido de ellos?» pensar en ellos y otras personas en la misma situación le hacían perder el sueño y sentirse culpable cada que visitaba la Granja.

Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora