Emundans parte II

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De pronto, tanto Reign como Jhon recordaron una época en la cual ambos se llevaban bien, y el cómo eso cambió en cierto momento… en sus mentes retumbaron unas palabras: 
«…»  
 — ¡De nuevo! —exclamó Olivia desde su silla bajo la sombra de una gigantesco árbol de flores amarillas, a un par de niños que jadeaban frente a ella con varios rasguños en sus caras y cuerpos, sus pequeñas espadas arrastraban sobre el césped del cansancio, ambos la miraron con sus pequeños rostros llenos de cansancio, Reign y John  tan solo tenían diez años y desde su más tierna infancia Olivia los entrenaba durante horas para mejorar en combate, Reign había sido adoptado por Olivia cuando tenía seis años, él sentía que la Reina Madre lo había rescatado de su abusiva familia aunque en realidad Olivia tan solo lo había comprado a sus padres a cambio de Tierras valiosas y fértiles como un juguete para aquel niño de mirada ausente que poco hablaba y por nada en el mundo dejaba que se acercaran a él, pero el pequeño Reign no lo veía de aquella manera, él tan solo veía que ahora tenía una elegante mamá y un nuevo hermano.
— Pero ya estamos cansados, ¿verdad hermano? —se quejó Reign mirando a John, quien a su vez miró a Olivia.
— De nuevo —reiteró Olivia. Reign suspiró y ambos se pusieron en posición, comenzaron a pelear, las pequeñas espadas chocaban haciendo un ruido metálico chirriante, ambos caían torpemente, a Reign le sorprendía lo fuerte que su hermano podía llegar a ser, casi nunca tenía oportunidad en su contra; en un momento el pequeño de ojos azules logró tumbar a Reign y desarmarlo, amenazaba al castaño con su pequeña espada, todo quedó en silencio, John miró a Olivia, y desde el suelo Reign también dirigió una mirada interrogativa.
— Mátalo. —ordenó la Reina Madre desde su silla, los niños se miraron con preocupación, John alzó tembloroso su espada sobre su cabeza, y Reign estaba al borde del llanto, pero el primero en llorar fue el ojiazul, soltó su espada y se alejó de Reign, miró a Olivia y con desesperación negaba con la cabeza, Olivia se levantó de sus silla y se acercó, Reign se incorporó temeroso, John seguía negando aún con las manos temblorosas.
Olivia se paró frente a John con mirada atemorizante.
— Me decepcionas, solo muestras lo débil e inútil que eres, no puedes matar a un simple niño, así no me eres útil y solo desperdicio mis recursos en un sucio myiesling como tú, ¡ADENTRO! ambos, se acabó. —sentenció Olivia, ambos niños entraron a la mansión con la mirada al suelo, a Reign le había parecido algo cruel el regaño de Olivia, pero su mente inocente se convenció de que aquel regaño era para hacerlos más fuertes, y que mamá los quería a los dos.
Al día siguiente, Olivia llamó a John y lo llevó fuera de la mansión, solo ellos dos y el Guardia Corcel de Olivia, Zelya.

Se trataba de una salida de incógnito, solo Olivia sabía a dónde se dirigían, volaron sobre el lomo de Zelya hacia la montaña púrpura, hogar de los primeros Van Durguen, aquella montaña en las que en tiempos de antaño poseían grandes riquezas y esclavizaban dragones, ahora solo era un puñado de elegantes casas con algunos familiares, aterrizaron frente a una de ellas, parecía incluso abandonada, no se escuchaba ni un alma, Olivia ordenó a Zelya que permaneciera afuera, mientras que ella y John entraban por la puerta principal, no había siquiera un guardia resguardando ninguna puerta, Olivia se paseó por las habitaciones.
— Esta es la casa en la que crecí… —comenzó Olivia, John solo la seguía— ... aquí viví con mis padres, mi hermana Celeste y mi hermano Rage…¿Sabes? yo quería mucho a mis hermanos… —continuó Olivia mientras veía las fotografías de su familia— ... pero un día mamá y papá decidieron que yo no podía querer a Rage y que tenía que casarme con un myiesling, para eso, dejaron morir a Rage, y a mí me quitaron lo que más quería para dárselo a mi hermana, ahí me di cuenta, de que Celeste me había traicionado… —John escuchaba con atención y temor— ...así que le corté aquella lengua suelta que tenía, y arranqué sus desdichados ojos —confesó Olivia con tranquilidad.
— ¡¿Olivia?! —una voz resonó con terror desde atrás de Olivia.
— Padre. —saludó Olivia volviendo su mirada hacia el hombre elegante de larga cabellera negra, era un hombre muy parecido a Guilt y Red, su mirada mostraba odio y terror.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó el hombre señalando a Olivia con brazo tembloroso. Olivia se paseó por la habitación con una tranquila sonrisa.
— Sólo estoy visitando, ¿dónde está Madre? —preguntó la mujer.
— ¿Qué es lo que quieres?, te dijimos que no queríamos verte nuevamente — habló una mujer saliendo de la misma habitación que el hombre había salido anteriormente, la mujer también tenía un espeso cabello negro recogido elegantemente sobre su cabeza.
— Madre, Padre, ha pasado tanto tiempo, pensé que les agradaría saber de mí y mi familia, esa que ustedes decidieron que debía tener… —comenzó Olivia y caminó hacia John, con falsa ternura acarició los hombros del chico y lo acercó a la pareja. — ...él es Johny, mi nieto, es uno de los hijos que tuvo el lobo que salió de mi cuerpo, ¿es lindo, no?, es un myiesling, asqueroso, pero, ¿qué más esperaba si tuve que dormir con un impuro? —Olivia explicó, la pareja miraba con desconfianza al chico y a su sonriente y maliciosa hija.
Olivia se acercó al oído del ojiazul.
— Son ellos o tú, decide qué sangre se derramará —murmuró al niño quien comenzó a temblar, la pareja lo miró desde el otro extremo de la habitación, ambos sabían lo que Olivia había sentenciado y parecían muy dispuestos a atacar al chico, mostraron sus colmillos atemorizantes, y comenzaron a caminar lentamente en su extremo de la habitación, Olivia soltó los hombros de John y con una risilla salió de la casa, la pareja y John escucharon como la puerta, quedaba cerrada desde afuera, esa fue la señal para que los Van Durguen saltaran contra el chico ante la aterrada mirada azul.
Desde afuera, Olivia esperaba pacientemente sentada sobre un pequeño y viejo columpio el cual le traía hermosos e inocentes recuerdos de cuando aún era una niña feliz e inocente, mientras que a su espalda se escuchaban gritos y sollozos, entonces, en un determinado momento, algo le llamó la atención… silencio, un silencio espectral rodeaba su alrededor después de tanto sufrimiento, curiosa se acercó a la puerta y lentamente la abrió, su sonrisa siniestra se extendió ante la escena, un par de ojos azules le devolvían la mirada, el pequeño John se encontraba de rodillas frente a un charco de sangre negra, sosteniendo aún con fuerza su larga katana curva y con los dos cuerpos  sin vida de la pareja a su lado, él niño tenía una mirada vacía, y en su rostro había señales de amargas lágrimas que habían borrado su pesado maquillaje dejando al descubierto algunas pecas, Olivia se acercó aún sonriente y tiernamente limpió algunas de las manchas de sangre del rostro de John.
— ¿Lo ves? No fue tan complicado. —dijo Olivia con voz dulce, John tan solo le devolvía la intensa mirada. 
De los pliegues de la cintura de su vestido, Olivia sacó una pequeña caja con una esponja y el espeso maquillaje de John y suavemente cubrió las pequeñas pecas del rostro infantil, revisó sus mechones dorados y aquellos que no fueran oscuros, los cubrió provisionalmente con la negra sangre de sus padres, el niño solo permaneció en silencio mientras Olivia tarareaba una cancioncilla que, desde los primeros días de aquella pesadilla, John tenía muy grabada en su mente.
Después de cubrir el verdadero aspecto del niño, Olivia tomó una reluciente espada que adorna la pared sobre la chimenea de aquella casa y sin más preámbulos ambos salieron de aquel lugar para no volver jamás, volaron de regreso a la mansión, con Zelya mirándolos preocupada, algo siniestro había surgido en aquel niño en aquellos 20 minutos de encierro.
Esa tarde y las tardes siguientes John permanecía sentado frente al tocador de su habitación sosteniendo un abrecartas, con los ojos azules clavados en su reflejo del espejo mientras hacía pequeños cortes en sus dedos y muñecas salpicando gotas de sangre negra de cada herida que sanaba en cuestión de segundos, corte tras corte, mientras uno se cerraba otro se creaba, el dolor era intenso, pero eso no importaba, no importaba cuanto doliera, la sensación en sus manos no desaparecía, la punzada de sostener aquella espada maldita, la humedad de aquel espeso líquido negro que cubría a esa pareja y que ahora brotaba de sus propias manos, los incesantes temblores de sus dedos, nada desaparecía.
Reign tan solo veía a su hermano salir por comida o por órdenes de Madre, parecía que Olivia le hubiera concedido un descanso pues en todos esos días después de la excursión, no habían entrenado; una semana después, Olivia los llamó a ambos y de nuevo se encontraban en aquel jardín, frente a frente, Reign notó la ausencia en el rostro de John, siempre le había parecido retraído pero esta vez, parecía, hundido en su propio mundo, ausente, receptivo únicamente a las órdenes de Olivia.
— Esta vez niños, será diferente, Reginald… —comenzó Olivia cargando un artefacto alargado cubierto con una tela negra— ...tengo un regalo para ti —indicó mientras se acercaba al niño y le entregaba el pesado artefacto, era más largo que el mismo niño y al descubrirlo se apreció una reluciente espada con la imagen de un cuervo con alas extendidas grabado en la empuñadura. 
Reign miró a Olivia con ojos brillantes, estaba tan feliz por el regalo de la mujer que veía como madre que ni siquiera se preguntó el porqué le había regalado una espada real.
— ¡Gracias! es increíble, le pondré Cuervo, porque tiene un cuervo grabado —dijo el niño con una enorme sonrisa en el rostro.
— Su nombre es Emundans, es una espada Reign, no una mascota —dijo Olivia mientras revolvía el cabello de Reginald.
John permanecía en silencio con sus redondos ojos azules clavados en la nada, hasta que Olivia llamó su atención.
— Tú, usarás la tuya. —ordenó Olivia al niño, Reign seguía sonriendo.
— ¿También te dió una hermano? —preguntó inocente, John tan solo le dirigió su mirada ausente mientras sacaba de su espalda la larga katana curva, tan grande como la Emundans, pero parecía que John la manejaba con mayor naturalidad, parecía menos pesada en las manos del niño que la que Reginald cargaba.
— Deberías nombrarla Jonnas, a fin de cuentas esa no fue de nadie más. — propuso Olivia, John la miró, recordó las últimas semanas de su vida y lo decidió.
— Blood Offspring —dijo John con seguridad, Reign soltó una risilla burlona.
— Que nombre tan tonto —dijo Reign aún riéndose un poco, pero Olivia no sonrió, sabía que las palabras no eran al azar. 
«Herencia de sangre. ¿Qué sabía ese niño acerca de herencias? ¿A qué se refería?» Olivia salió de sus pensamientos y se alejó para que los chicos se prepararan. 
— Bien, ya dejen de jugar, a entrenar. —ambos tomaron posiciones, Reign notó un cambio en el aura de John, parecía... letal, sin dudas en su mente, algo aterrador.
Empuñando sus espadas más grandes que ellos corrieron hacia el otro en un grito de guerra, chocaron ambas espadas con un estruendoso ruido metálico como el que nunca habían escuchado, Reign resistió tanto como pudo pero sus espada era muy pesada para sus pequeños brazos, su fuerza inmortal aún no era óptima, y esa espada ya había peleado varias batallas con grandes guerreros como para ahora obedecer a un amo tan inexperto, Blood Offspring fluía con el brazo de su hermano como una ligera pluma, la diferencia era abrumadora, no conectaba más de dos golpes antes de que Jonnas bloqueara el resto y lo atacara sin piedad, hasta que en un momento Emundans salió volando de la pequeña mano de Reign y John lo derribara posándose sobre él amenazadoramente con Blood Offspring sobre su cabeza tal y como la última vez, pero en esta ocasión sus manos no dudaban, sus ojos solo esperaban la señal. Reign solo miró a Olivia expectante, la mujer solo sonreía.
— Mátalo. —ordenó nuevamente la mujer, Reign alcanzó a devolver su mirada a John antes de ver cómo el ojiazul sin dudarlo y con todas sus fuerzas bajó a Blood Offspring directo a su frente a gran velocidad, Reign no tuvo oportunidad siquiera de gritar.
— ¡ALTO! —exclamó Olivia, John detuvo su ataque, con el filo de su espada rozando la frente de su hermano.
Con agilidad se levantó el pequeño ojiazul envainando nuevamente su espada en su espalda, Reign continuaba temblando.
— Querido Reginald, ¿creíste que en verdad dejaría que Jonnas te asesinara? — Reign comenzó a llorar— Ingenuo, aún eres útil —Olivia acarició el rostro de Reign secando sus lágrimas.
Por su parte John observaba sus manos, no estaba nervioso o temeroso, pero sus manos temblaban ligeramente además de que no dejaba de sentirlas sucias, como si estuvieran manchadas de algo. Reign volvió su mirada temerosa a su hermano quien no prestaba atención, nunca más volvió a ver a John de la misma manera y con cada día que pasaba se convencía más de que aquel hermano era su rival.
«…» 
— Lo va a matar —murmuró Chrys presionando los puños con temor, Red permanecía a su lado con otra copa de licor que había asaltado.
— ¿John?, no, no así —sentenció Red, la respuesta no tranquilizó a Chrys, mientras, Jonnas y Reign continuaban su batalla, Blood Offspring y Emundans se enfrentaban nuevamente chocando con aquel ruido metálico que ambos conocían bien.
John logró desarmar a Reign y golpeando sus piernas lo derribó, el General amenazó con su espada a su oponente, Reign quedó tumbado sin despegar su colérica mirada del gélido General, con la gracia de un felino John se inclinó y se acercó a Reign, el castaño podía oler el aroma de la piel y el cabello del General, jamás habían estado tan cerca.
— Jamás vuelvas a desafiarme, la próxima vez ignoraré los deseos de Olivia y cortaré tu cabeza —murmuró John con su seductora y fría voz antes de levantarse y caminar de regreso a la mansión, para él, la fiesta había acabado.
Por un momento Chrys vaciló y tan solo observó a John marcharse, pero algo en su interior la hizo mover las piernas, y siguió al ausente joven por las vacías habitaciones ante la curiosa mirada de Red y las chicas.
Ambos siguieron su camino por la mansión, Chrys comenzaba a cansarse de seguir el paso de John quien continuaba con la mirada fija al frente.
— Oye —llamó Chrys, pero John seguía caminando — Detente —ambos aceleraron el paso — ¡Espera! —exclamó Chrys alcanzando a sostener la manga de la gabardina del General, John salió de su trance y se encontró con Chrys, la chica notó que algo se había reconectado en la mente del General quien parecía como si hubiese acabado de salir de un estado hipnótico, parecía confundido.
— ¿Qué? —preguntó el chico.
— ¿Estás bien? —preguntó Chrys cuando notó como las manos de John no dejaban de temblar.
— ¿Qué? —preguntó John de nuevo ahora atónito por el interés de Chrys, la chica parecía más interesada en su bienestar que en la batalla salvaje que acababa de ver.
— Tal vez no se mucho de este lugar pero sí creo que fue imprudente por parte de aquel tipo buscar pelea contigo, puesto que eres el mejor guerrero, ¿no? —dijo Chrys soltando a John mientras que desviaba la mirada, el chico frunció el ceño, la observó por unos segundos, la chica no era especialmente bonita, era incluso hasta pequeña, frágil, con un color extraño de piel, para ser casi una Diosa era muy simple, pero algo en ella le parecía interesante, no había sido la peor elección como esposa, lástima, tal vez, en otra vida, hubiese intentado conquistarla, cortejarla e incluso genuinamente ser algo. 
John rió con ganas ante aquella imagen y sus propios pensamientos.
— Eres rara. —comentó el chico ante la mirada molesta de Chrys, puso su pesada mano gélida sobre la cabeza de la chica— Estaré bien… gracias —.
John hizo una pequeña reverencia aún con su media sonrisa en el rostro y continuó su huida hacia su habitación ante la mirada interrogante de Chrys quien cesó su persecución, decidida a volver con sus nuevos amigos.

Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora