A la mañana siguiente Betty parecía más tranquila, Nika aún no le dirigía la palabra a Jim ante la mirada reprochante de Rick, ahora era James quien estaba más ausente, y Lena… Lena estaba en el ojo del huracán tan solo esperando el momento en que pudiera matar a los Van Durguen y sacar a su hermana de allí.
— Oye linda —llamó Lena a Nika desde la barra, la rubia la miró desconcertada.
— ¿Es a mí? —preguntó.
— Sí, lindura, ven —indicó Lena.
Nika caminó altiva como en sus días en Pacific Seaside y se sentó en la barra con Lena.
— En primer lugar, no me llames lindura, o princesa o cualquiera de esos sobrenombres, ¿entendido? —ordenó la chica, Lena soltó una carcajada.
— Tranquila fierecilla, supongo que únicamente cierto lobo musculoso tiene ese privilegio— dijo Lena con picardía, Nika puso los ojos en blanco.
— ¿Para qué me llamaste? —
— ¿Entonces ya es oficial? ¿Perdí mis oportunidades contigo?
— ¿A qué te refieres?
— Sí, lo tuyo con mi primo —aclaró Lena dándole un trago a su bebida.
— ¿Por qué eso es importante? —Nika no confiaba aún en la castaña.
— Está bien, no me cuentes, si ya no tenía oportunidad contigo por lo menos quería ser tu amiga, me rompes el corazón —Lena concluyó volviendo a su bebida, Nika estaba a punto de decir algo, se había sentido un poco mal por su agresividad a la chica, sin embargo, en ese momento Elmett entró al bar muy exaltado.
— ¡Señor! —el chico se fue directamente con Jim, sin siquiera saludar o presentarse, Jim no respondió o siquiera reprendió a Elmett por su entrada.
— Los Guardias reales están en la plaza, el Ángel de la Muerte está aquí — informó Elmett, él no sabía que ese Ángel de la Muerte era uno de los suyos ni mucho menos que era un Rider, únicamente sabía, como muchos aldeanos más, que ese hombre solo aparecía en la plaza y hablaba ante el público cuando los Van Durguen estaban muy molestos y las cosas no estaban nada bien.
En seguida, Jim tomó su capa junto con Beatriz, Verónika y Malena, los cuatro salieron cubriendo sus rostros o cabezas siguiendo a paso acelerado a Elmett, tal como el chico dijo.
Al llegar, vieron justo al centro de la plaza, acompañado del Teniente Reign, Liam, y otro trío de soldados, a un hombre de aspecto imponente, aterrador y hermoso, Nika se imaginó que ese chico era el Ángel de la Muerte, pues no había en esa plaza un hombre más atractivo y aterrador que aquel de ojos azules, además, podía notar cierto parecido entre el General, Rick y Jim; disimuladamente Nika miró a Jim quien estaba ocultando sus nervios, algo estaba mal, Jim estaba nervioso, nunca lo había visto nervioso.
— Ciudadanos de Perkos… —comenzó con voz gruesa y ronca, completamente distinta a la voz melódica de Jim o incluso Rick— ... Estoy aquí con un mensaje importante, la Familia Real está para protegerlos a cambio de únicamente de su lealtad y veneración, sin embargo, resulta muy doloroso ver que algunos de ustedes se oponen a sus benevolentes monarcas, es por eso que yo, General de las Fuerzas Armadas Jonnas Van Durguen, me veo obligado en la penosa necesidad de poner un alto a estos, Rebeldes, como se hacen llamar…
John sacó de un costal que uno de sus soldados llevaba, la cabeza de Badock, algo marchita por el veneno de la espada con la que había sido cortada, con los labios negros y los ojos completamente abiertos, vacíos, aterradoramente muertos, el General la mostró a los presentes, muchos gritaron con horror, Nika se cubrió la boca para evitar gritar y de inmediato miró a Betty quien estaba con un gesto de horror aferrada a la manga de Lena quien la sostenía para evitar que cayera o corriera hacia el General, Nika dirigió una mirada de ira hacia Jim, la cual desapareció al verlo como nunca lo había visto, débil, vulnerable, sosteniéndose con las pocas fuerzas que le quedaban, no despegaba su mirada destrozada del General que sostenía la cabeza del hombre que lo había criado, que le había dado un hogar, un propósito después de la muerte de su familia, Nika olvidó toda su ira y tomó la mano del chico quien solo apretó levemente como un ligero agradecimiento, John clavó la cabeza en una estaca que sus soldados acomodaron en el centro de la plaza.— ... Y para aquellos opositores que continúan aquí y que seguramente se encuentran entre esta multitud, sabemos quién es su líder, ríndanse ahora o iremos por ustedes —al final el General miró directamente hacia donde estaban los chicos, Jim dejó de sollozar y miró al ojiazul interrogante, Nika miró al General, ese hombre, no, esa bestia no podía ser en quien confiaban la vida de Chrys.
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Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]
FantasyEn el Inframundo una guerra se ha desatado, cuatro hermanos pueden detenerla, solo siguiendo un camino de sangre, traición y hermandad. Del Poema de la Creación y Destrucción