El joven hizo una pequeña reverencia y tomó la mano de Chrys, muy disimuladamente el joven jaló a su ahora nueva esposa desde el altar hasta la salida, no dijo una palabra, no miró a nadie, solo se dedicó a forzar a la aún petrificada chica con los ojos inundados en lágrimas que no lograban salir hasta el final del pasillo por el que entró y caminar hasta una sala contigua, adornada de la manera más hermosa posible, completamente iluminada con candelabros de todos los tamaños, varias mesas con exquisitos pasteles y varios meseros a la espera de los invitados, y al fondo, una larga orquesta tocando melodías desconocidas, tristes y otras melancólicas.
Chrys observaba todo, su cabeza se sentía pesada, sus piernas y brazos temblaban sin control, su piel sentía todo, desde el roce del viento que entraba por las ventanas, el calor de sus sangre en su cara, el dolor en el pecho, y el fuerte apretón helado en su brazo izquierdo.
— Respira —una voz profunda y rasposa sonó a su lado, miró perdida al sujeto a su izquierda, era aún más bello en la luz, el chico la miró con la esquina del ojo, su mirada azul era como un témpano de hielo.
— Respira —repitió el chico, y con dificultad Chrys aspiró con los labios entreabiertos, el chico la jaló lejos de la puerta y con un pañuelo que guardaba en el bolsillo de pecho de su saco limpió el mentón de Chrys mientras ella seguía intentando respirar, su mente comenzaba a despejarse, observó al joven mientras guardaba nuevamente el pañuelo ahora con algunas manchas rojas. Chrys escuchaba los ruidos a su alrededor, escuchó la orquesta, las risas, las copas chocando, devolvió la mirada a quien aparentemente había desposado sin desearlo y se encontró con el par de redondos zafiros mirándola expectante, como si esperara algo de ella, ¿acaso él también había sido forzado a prestarse para ese evento? Chrys decidió hablarle, pero en cuanto abrió la boca dispuesta a hablar otra voz le interrumpió.— Ahí está la hermosa novia —una elegante y melodiosa voz sonó a sus espaldas, Chrys se volvió y se encontró con un trío de jóvenes mujeres, eran como Veronika pero con el triple de encanto, se movían con gracia, como gatos salvajes, una pelirroja de corta cabellera, una morena de trenza larga, y una castaña de ondulado cabello largo, Chrys por reflejo devolvió su mirada a su compañero y notó como en un abrir y cerrar de ojos el chico ya caminaba lejos de ellas sin mirar atrás.
— Es… simpática —comentó la morena de trenza.
— Seráphina, sé más respetuosa con nuestra Señora de la Oscuridad y la nueva esposa del General —respondió la pelirroja, Seráphina solo puso los ojos en blanco.
— Parece asustada —comentó la castaña.
— Pues cómo no estarlo, se casó con el myisling.
— ¡Seráphina! —reprochó de nuevo la pelirroja— Discúlpela, su lengua suele ser como navajas, no tema, tan solo hemos venido a conocerla, soy Damira Ogënji, ella es Melinda Van Durguen y Seráphina... ya la conoció, Seráphina Zagwe. Mi Señora, nos alegra tanto que esté a salvo y nos deleite con su presencia —Damira hizo una pequeña reverencia, y las otras dos chicas le imitaron el gesto, Chrys solo las miró en silencio.
— No esté asustada, todos aquí estamos para protegerla, incluso esta boda fue mera táctica estratégica — comenzó la castaña, Melinda, quien hablaba con menos formalidad y parecía ser la que menos la juzgaba, sus palabras le llamaron la atención.
— ¿Ah sí? —preguntó Chrys perdiendo un poco el miedo.
— Claro que sí, ¿Quién en su sano juicio se casaría por voluntad con ese… impuro? —dijo Seráphina con desprecio.
— Sera, eso no nos consta —comentó Damira mientras tomaba una copa de uno de los meseros.
— Ugh, solo miralo Damira, sus ojos, no son los de un Van Durguen, además todos sabemos lo que tiene en la espalda —continuó Seráphina.
— Pues sea lo que sea, el General es el más indicado para cuidar de Nuestra Señora —Concluyó Damira dándole un trago a su copa.
— ¿Lo es? —preguntó Chrys.
— Jonnas Van Durguen es el perro predilecto de la Señora Olivia, es su Guardia principal, su Cazador más fiable, Jonnas es el más confiable si Olivia planea cuidarte —explicó Melinda.
— ... ó matarte —completó Seráphina tomando de la mesa de postres más cercana un pequeño plato con un pequeño pastel, las chicas enmudecieron y miraron con el ceño fruncido a la morena quien sin preocupaciones picoteaba su postre
— ¿Qué? No digo que sea el caso, pero es un hecho que Jonnas Van Durguen es la espada más eficiente de la Señora Olivia, cuando nadie puede con el trabajo, envían a su General —comentó Seráphina, Damira soltó un suspiro cansado y le sonrió a Chrys.
— No la escuches, ya se lo dije, navajas —Damira guiñó un ojo a Chrys quien parecía más curiosa ahora.
— Oh miren, ya llegó —Melinda inteligentemente dispersó la tensión y las centró a todas en otro tema.
— Ah... es tan perfecto —suspiró Seráphina.
— Magnífico… —murmuró Damira, Chrys extrañada siguió la mirada de las chicas hasta llegar a un recién llegado, era otro joven agraciado, parecía un ángel, era hermoso, su presencia iluminaba el salón, todo aquel que estaba cerca se inclinaba ante él, su largo cabello negro estaba peinado en una coleta atada con un listón rojo, el hermoso joven era seguido por otro bello chico con una apariencia más salvaje y peligrosa, era más alto y corpulento con un revuelto cabello rojo.
— Ah… El Príncipe Redemption, un inmerecido regalo para nuestros ojos — presentó en un suspiro Damira como adivinando la confusión de Chrys.
— Es el hijo mayor del Rey Guilt, nadie se le puede comparar en gracia y belleza, ni tampoco en misericordia, es tan bueno, organizó un Arena solo para tomar al ganador como su Guardia Corcel y alejarlo de las batallas —comentó Sera.
Chrys solo escuchó a las chicas «¿Guardias Corcel, Arenas, Príncipes, Mysplings?» no entendía nada de lo que hablaban pero sabías que por su bien solo debía permanecer callada y esperar el momento de salir de ahí y volver a casa.
Del otro lado de la sala, John se escondió en una esquina, esperaba que nadie lo viera «¡Maldición! ¡Casarse con la chica no era parte del plan…!» Olivia lo había sacado al final como medida para que Christina le cediera poder sobre el medallón, legalmente eran familia, de alguna forma el medallón ya era suyo también, no tenía ya mucho tiempo, «¿cómo ganaré tiempo? ¿de dónde sacaré motivos razonables para no asesinarla, y concluir los preparativos del ataque a los Van Durguen?», poco a poco se perdió en sus pensamientos y ansioso rechinaba los dientes sin prestar atención al resto, olvidando incluso que dejó a su nueva esposa con un grupo de arpías.
Pero una voz lo despertó.
— ¿John? —el chico de inmediato levantó la mirada y se encontró con los traviesos ojos púrpuras de Red— ¿Jonnas estás bien? —preguntó Redy, detrás de él estaba su hermano mirándolo con su usual ceño fruncido.
— Sí, sí, todo bien —respondió John aún habituandose de nuevo a la realidad,
— Pareces distraído, oye, ¿porqué no me dijiste que habían planeado una boda?, ¡nunca nadie en esta familia me dice nada! —dijo Red haciendo un pequeño berrinche.
— Yo… —comenzó John sin saber qué decir.
— No te creas, está bien, conozco a la tía Olivia, hace planes y no dice nada, pero dime, ¿y la afortunada? no la veo cerca de tí —dijo Red hiperactivo como siempre mientras buscaba a la chica de entre la multitud. John permanecía incómodo, Tony no insistía con la mirada hasta que ambos se vieron fijamente, John lentamente negó con la cabeza en señal de que genuinamente él tampoco esperaba esa boda, el pelirrojo soltó un ligero suspiro comprendiendo el gesto de su hermano.
Hasta que la voz de Red los hizo volver a su farsa habitual.
— ¡La encontré! —exclamó el chico— ¡Vamos! —decidió Red tomando a John de la manga de su saco y jalandolo en dirección de Chrys y el trío de doncellas.
— No-puede-ser… chicas… —comentó Sera dándoles golpecitos a los brazos de Melinda y Damira. —... ¡¡el Príncipe viene hacia nosotras!!— sentenció, y las cuatro giraron sus cabezas rápidamente hacia Red, Damira y Sera comenzaron a arreglarse los vestidos y el cabello, posaron como muñecas, a Chrys le recordó ese mismo comportamiento del grupo de porristas cuando Mike Andersen el capitán de baloncesto se acercaba a ellas, ella lo que notó es que el Príncipe no iba solo, su esposo estaba con él.
En cuanto se encontraron Red ignoró a las doncellas y se dirigió directamente a Chrys, la miró con sus elegantes ojos púrpuras, su piel era tan blanca, su cabello tan negro, ciertamente era hermoso, pero a la vez escalofriante.
— Eres muy bonita —fue lo primero que Red dijo a Chrys, las doncellas no pudieron esconder su gesto de sorpresa y decepción— Luces… diferente a cómo creí que serías, en realidad luces diferente a cualquier mujer que conozco, lo diferente es bonito —comentó Red.
Todos permanecieron mudos, Chrys estaba ansiosa, cada persona ahí le incomodaba, pero aún así tenía la sensación de que conocía todo aquello de alguna manera, era como si esa fuera una vida que ella sabía vivir, como si hubiese nacido entre ellos.
— ¿No lo crees John? La Tía Olivia te consiguió una esposa bonita —insinuó Red a John quien había logrado zafarse del agarre del Príncipe, todos esperaron la respuesta del General, John solo miró de nuevo a Chrys, la chica notó como la frialdad en aquellos ojos azules disminuía conforme más la miraba, parecía… triste.
— No se puede negar que efectivamente la flor más rara del jardín es comúnmente la más hermosa —expresó John con aquella voz ronca.
Tal vez, solo tal vez, en alguna otra circunstancia, en otro escenario, en verdad Jonnas Van Durguen sería un agradable chico a conocer, pensó Chrys mientras evitaba sonreír, no se percató de que al parecer, mirarse fijamente se estaba volviendo lo suyo entre ella y el General, quería devolverle el cumplido, o agradecerle apropiadamente, pero de nuevo, el destino no le permitiría hablar.
ESTÁS LEYENDO
Verso de Guerra [Poema de Creación y Destrucción]
FantasíaEn el Inframundo una guerra se ha desatado, cuatro hermanos pueden detenerla, solo siguiendo un camino de sangre, traición y hermandad. Del Poema de la Creación y Destrucción